En otro episodio de grosero intervencionismo, el 29 de octubre pasado el embajador Myles Frechette se declaró «insatisfecho» con el proyecto de ley de extradición que cursa en el Senado, exigió aplicar la retroactividad para ésta y notificó al Congreso que no podía cambiar ni una coma en los proyectos de ley denominados antinarcos presentados por el gobierno de Samper y defendidos a capa y espada por su ministro de Justicia, por el fiscal Valdivieso y por algunos medios de comunicación.
La agresiva actitud imperial de Frechette, que actúa abiertamente como procónsul y virrey, provocó una oleada de indignación nacional. Las comisiones primeras de Senado y Cámara levantaron la sesión en señal de protesta. El senador Jorge Santos pidió que se declare persona no grata al embajador. Las centrales obreras llamaron a la defensa de la dignidad nacional. Las asociaciones de juristas también se pronunciaron en contra. Desde luego, el fiscal y el ministro de Justicia pidieron que el embajador sea obedecido.