“Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto”.
“Se acusa también a los comunistas de querer abolir la patria, la nacionalidad”. “Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. Más, por cuanto el poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués”.
“El aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de día en día con el desarrollo de la burguesía, la libertad de comercio y el mercado mundial, con la uniformidad de la producción industrial y las condiciones de existencia que le corresponden”.
“El dominio del proletariado los hará desaparecer más de prisa todavía. La acción común del proletariado, al menos el de los países civilizados, es una de las primeras condiciones de su emancipación”.
“En la misma medida en que sea abolida la explotación de un individuo por otro, será abolida la explotación de una nación por otra”.
“Al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las naciones, desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí”.
“En resumen, los comunistas apoyan por doquier todo movimiento revolucionario contra el régimen social y político existente”.
“En todos estos movimientos ponen en primer termino, como cuestión fundamental del movimiento, la cuestión de la propiedad, cualquiera que sea la forma más o menos desarrollada que ésta revista”.
“El fin, los comunistas trabajan en todas partes por la unión y el acuerdo entre los partidos democráticos de todos los países”.
“Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos, proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Que las clases dominantes tiemblen ante una revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar”.
“¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES UNIDOS!”
(C. Marx y F. Engels. Manifiesto del Partido Comunista, diciembre de 1847 – enero de 1848)
“Me he venido convenciendo más y más, y ahora hay que inculcárselo a la clase obrera inglesa, que ella no podrá hacer nunca nada decisivo aquí, en Inglaterra, mientras no rompa de la manera más completa con su política irlandesa, con la política de las clases dominantes; mientras no haga causa común con os irlandeses y tome, incluso, la iniciativa para romper la Unión forzosa de 1801 y la remplace con una confederación igual y libre. El proletariado inglés debe seguir esta política, y no por simpatía a Irlanda. Si no, el pueblo inglés seguirá siendo llevado de la brida por las clases dominantes, pues tendrá que unirse a ellas para hacer frente común contra Irlanda. Todo movimiento popular en la propia Inglaterra es paralizado por la discordia con los irlandeses, que forman, en la misma Inglaterra, una fracción muy importante de la clase obrera. La primera condición de emancipación aquí, el derrocamiento de la oligarquía agraria inglesa, sigue siendo imposible, porque no se podrá tomar la plaza al asalto mientras esta oligarquía conserve en Irlanda sus fortines, muy sólidos. Pero, tan pronto como el pueblo irlandés tome su propia causa en sus manos, tan pronto como se haga su propio legislador, tan pronto como se gobierne a si mismo y disfrute de su autonomía, el aniquilamiento de la aristocracia agraria (que son, en gran parte, los mismos terratenientes aristócratas ingleses) será infinitamente más fácil que aquí, por que en Irlanda el problema no es solamente de orden económico, sino que se plantea al mismo tiempo la cuestión nacional, pues en Irlanda los terratenientes no son, como en Inglaterra, los dignatarios y representantes tradicionales de la nación, sino sus opresores odiados a muerte. Y no está paralizada solamente la evolución social interior de Inglaterra por las relaciones existentes con Irlanda, sino, además, su política exterior y, sobre todo, su política con Rusia y los Estados Unidos de América”.
(Carta de C. Marx a Luis Kugelmann; 29 de noviembre de 1869)
“Un pueblo que oprime a otro pueblo forja sus propias cadenas”.
(C. Marx. Extracto de una comunicación confidencial – 1870)
“Para que las distintas naciones convivan o se separen (cuando más les convenga) libre y pacíficamente, formando diferentes Estados, es necesaria la plena democracia defendida por la clase obrera. ¡Ni un solo privilegio para ninguna nación, para ningún idioma! ¡Ni la más mínima vejación, ni la más mínima injusticia para ninguna minoría nacional! Tales son los principios de la democracia obrera”.
“Los obreros concientes están a favor de la plena unidad de los obreros de todas las nacionales en las organizaciones obreras de cualquier índole. Culturales, sindicales, políticas, etc. Los obreros crean en todo el mundo su cultura internacional, que han venido preparando desde hace mucho los defensores de la libertad y enemigos de la opresión. Al viejo mundo, al mundo de la opresión nacional de las discordias nacionales o del aislamiento nacional, los obreros oponen el nuevo mundo de la unidad de los trabajadores de todas las naciones, en el que no hay lugar para ningún privilegio ni para la menor opresión del hombre por el hombre”.
(V.I. Lenin. La clase obrera y la cuestión nacional, 16 de mayo de 1913)
“El nacionalismo pequeño burgués llama internacionalismo al mero reconocimiento de la igualdad de derechos de las naciones (que tiene un carácter puramente verbal), manteniendo intacto el egoísmo nacional, en tanto que el internacionalismo proletario exige: 1) la subordinación de los intereses de lucha proletaria en un país a los intereses de esta lucha en escala mundial; 2) que la nación que ha conquistado el triunfo sobre la burguesía sea capaz y esté dispuesta a hacer los mayores sacrificios nacionales en aras del derrocamiento del capital internacional”.
(V.I. Lenin. Esbozo inicial de las tesis sobre los problemas nacional y colonial, junio de 1920)
El socialismo y la autodeterminación de las naciones
“Si la emancipación de la clase obrera exige su fraternal unión y colaboración, ¿Cómo van a poder cumplir esta gran misión con una política exterior que persigue designios criminales, que pone en juego prejuicios nacionales y dilapida en guerras de piratería la sangre y las riquezas del pueblo? La aprobación impúdica, la falsa simpatía o la indiferencia idiota con que las clases superiores de Europa han visto a Rusia apoderarse del baluarte montañoso del Cáucaso y asesinar a la heroica Polonia; las inmensas usurpaciones realizadas sin obstáculo por esa potencia bárbara, cuya cabeza está en San Petersburgo y cuya mano se encuentra en todos los gabinetes de Europa, han enseñado a los trabajadores el deber de iniciarse en los misterios de la política internacional, de vigilar la actividad diplomática de sus gobierno respectivos, de combatirla, en caso necesario, por todos los medios de que dispongan; y cuando no se pueda impedir, unirse para lanzar una protesta común y reivindicar que las sencillas leyes de la moral y de la justicia que deben presidir las relaciones entre los individuos, sean las leyes supremas de las relaciones entre las naciones.
“La lucha por una política exterior de esté genero forma parte de la lucha general por la emancipación de la clase obrera”.
(C. Marx. Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores, 27 de octubre de 1864).
“Una cosa es indudable; el proletariado triunfante no se puede imponer a ningún otro pueblo felicidad alguna sin socavar con este acto su propia victoria”.
(F. Engels. Carta a C. Kautsky; 12 de septiembre de 1882).
“El imperialismo es la época de la opresión de las naciones del mundo entero, por un puñado de ‘grandes’ potencias, razón por la cual la lucha por la revolución socialista internacional contra el imperialismo es imposible sin el reconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación. ‘Un pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre’ (Marx y Engels). Un proletariado que acepte que su nación ejerza la menor violencia sobre otras naciones no puede ser socialista”.
(V.I. Lenin. El socialismo y la guerra. Julio – agosto de 1915).
“En torno a la cuestión colonial se formó en la comisión una mayoría oportunista, y en el proyecto de resolución apareció una frase monstruosa que versaba: ‘El Congreso no condena en principio y para todos los tiempos toda política colonial, que puede desempeñar una función civilizadora en un régimen socialista’. De hecho esta tesis equivalía a una regresión directa a la política burguesa y a la concepción burguesa, que justifica las guerras y atrocidades colonialistas. Esto es una regresión hacia Roosevelt, dijo un delegado americano. Las tentativas de justificar esta regresión con las tareas de la ‘politica colonial socialista’ y de llevar a cargo reformas positivas en las colonias fueron desafortunadas en sumo grado. El socialismo jamás a renunciado ni renuncia a defender que se hagan reformas también en las colonias, pero esto no tiene ni debe tener nada de común con el debilitamiento de nuestra posición de principios contra las conquistas, el sometimiento de otros pueblos, la violencia y el saqueo que constituyen la ‘politica colonial’.el programa mínimo de todos los partidos socialistas se refiere a las metrópolis y a las colonias. El propio concepto de ‘politica colonial socialista,’ es un embrollo sin pies ni cabeza. El Congreso ha obrado muy bien al arrojar de la resolución las susodichas palabras y sustituirlas por una condenación más enérgica todavía de la política colonial que en resoluciones anteriores”.
(V.I. Lenin. El Congreso Socialista Internacional de Stuttgart, septiembre de 1907).
“El socialismo triunfante debe implantar necesariamente la democracia completa y, por consiguiente, no sólo hacer efectiva la plena igualdad de derechos de las naciones, sino también convertir en realidad el derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas, es decir el derecho de libre separación política. Los partidos socialistas que no demuestren con toda su actividad tanto hoy como durante la revolución y después de triunfar ésta que liberaran a las naciones oprimidas y establecerán con ellas relaciones basadas en la libre alianza – y la libre alianza, no es más que una frase embustera sin la libertad de separación, esos partidos cometerán una traición al socialismo.
“El proletariado debe reivindicar la libertad de separación política para las colonias y naciones oprimidas por ‘su nación’. En caso contrario, el internacionalismo del proletariado quedará en un concepto huero y verbal; resultarán imposibles la confianza y la solidaridad de clase entre los obreros de la nación oprimida y los de la nación opresora”.
(V.I. Lenin. La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación, enero-febrero de 1916).
El problema nacional y la revolución
“No hay país en Europa, que no posea en algún rincón remoto, al menos un pueblo permanente, dejado por alguna población anterior, relegado y subyugado por la nación que posteriormente se convirtió en depositaria del desarrollo histórico. Esos re remanentes de una nación, aplastados sin misericordia, como decía Hegel, por el curso de la historia, este desecho nacional es siempre el representante fanático de la contrarrevolución y continua siéndolo hasta ser completamente exterminado o desnacionalizado, puesto que toda su existencia es en si misma una protesta contra una gran revolución histórica.
“En Escocia, por ejemplo, los escoceses, defensores de los Estuardos entre 1640 y 1745. En Francia los bretones, defensores de los Borbones entre 1792 y 1800. En España los vascos, defensores de Don Carlos”.
“En Austria, los esclavos del Sur paneslavistas no son más que el desecho nacional de mil años de desarrollo inmensamente confuso. Es la cuestión más natural del mundo que este desecho nacional, tan enmarañado como el desarrollo que lo trajo a la vida, sólo vea su salvación en la reversión de todo el desarrollo europeo, el cual según él debe provenir no del oeste hacia el este, sino del este hacia el oeste, y que su arma de liberación, su vinculo de unión, sea el flagelo ruso”.
“En Austria, dejando a un lado a polacos e italianos, los alemanes y los magiares han asumido la indicativa histórica, tanto en el año de 1848 como en los mil años anteriores. Ellos representan la revolución.
Los eslavos del Sur, que han ido a la zaga de alemanes y magiares durante mil años, solamente se irguieron en 1848 para instaurar su independencia nacional a fin de aplastar al mismo tiempo la revolución de alemanes y magiares. Ellos representan contrarrevolución”.
(F. Engels. La lucha de los magiares, 13 de enero de 1849).
“A las frases sentimientos que aquí se nos ofrecen acerca de la fraternidad, en nombre de las naciones más contrarrevolucionarias de Europa, nosotros respondemos que el odio a los rusos fue continua siendo la primera pasión revolucionaria de los alemanes; que desde la revolución se ha agregado un odio a los checos y a los croatas, y que, junto con los polacos y los magiares, sólo podremos asegurar la revolución contra estos pueblos eslavos con los actos más decididos de terrorismo.
Sabemos donde están concentrados los enemigos de la revolución, en Rusia y en las tierra eslavas de Austria; y ninguna frase, ninguna referencia a un futuro democrático indefinido de estas tierras nos impedirá tratar a nuestros enemigos como enemigos”.
(F. Engels. El paneslavismo democrático, 16 de febrero de 1849).
“Como es sabido, Marx era partidario de la independencia de Polonia desde el punto de vista de los intereses de la democracia europea en su lucha contra la fuerza e influencia, bien podría decirse; contra la omnipotencia y la predominante influencia reaccionaria del zarismo. El acierto de este punto de vista encontró su confirmación más palmaria y real en 1849, cuando el ejército feudal ruso aplastó la insurrección nacional-liberadora y democrático-revolucionaria de Hungría. Y desde entonces hasta la muerte de Marx, e incluso más tarde, hasta 1890, cuando se cernía la amenaza de una guerra reaccionaria del zarismo, en alianza con Francia, contra la Alemania no imperialista, Engels se mostraba partidario, ante todo y sobre todo, de la lucha contra el zarismo. Por eso, y solamente por eso, Marx y Engels se manifestaron contra el movimiento nacional de los checos y de los eslavos del sur. La simple consulta de cuanto escribieron Marx y Engels en 1848-1849 demostrará a todos los que se interesen por el marxismo, no para renegar de él, que Marx y Engels contraponían a la sazón, de modo directo y concreto, ‘pueblos enteros reaccionarios’ que servían de puestos de avanzada de Rusia en Europa a los ‘pueblos revolucionarios’; alemanes, polacos y magiares. Esto es un hecho. Y este hecho fue señalado entonces con indiscutible acierto; en 1848, los pueblos revolucionarios combatían por la libertad, cuyo principal enemigo era el zarismo, mientras que los checos y otros eran realmente pueblos reaccionarios, puestos de avanzada del zarismo.
“Si la situación concreta ante la que se hallaba Marx en la época de la influencia predominante del zarismo en la política internacional volviera a repetirse bajo otra forma, por ejemplo, si varios pueblos iniciasen la revolución socialista (como en 1848 iniciaron en Europa la revolución democrático-burguesa), y otros pueblos resultasen ser los pilares principales de la reacción burguesa, nosotros también deberíamos ser partidarios de la guerra revolucionaria contra ellos, abogar por ‘aplastarlos’, por destruir todos sus supuestos de avanzadas, cualesquiera que fuesen los movimientos de pequeñas naciones de allí surgiesen. Por tanto, no debemos rechazar, ni mucho menos, los ejemplos de la táctica de Marx, lo que significaría reconocer de palabra el marxismo y romper con él de hecho, sino, a base de su análisis concreto, extraer enseñanzas inapreciables para el futuro. Las distintas reivindicaciones de la democracia, incluyendo la de la autodeterminación, no son algo absoluto, sino una partícula de todo el movimiento democrático (hoy socialista) mundial. Puede suceder que, en un caso dado, una particular se halle en contradicción con el todo; entonces hay que desecharla. Es posible que en un país, el movimiento republicano no sea más que un arma de las intrigas clericales o financiero monárquicas de otros países, entonces, nosotros no deberemos apoyar ese movimiento concreto. Pero sería ridículo excluir por ese motivo del programa de la socialdemocracia internacional a consigna de la República”.
(V.I. Lenin. Balance de la discusión sobre la autodeterminación, julio de 1916).
“El carácter indiscutiblemente revolucionario de la inmensa mayoría de los movimientos nacionales es algo tan relativo y peculiar como lo es el posible carácter reaccionario de algunos movimientos nacionales concretos. El carácter revolucionario del movimiento nacional, bajo las condiciones de la opresión imperialista, no presupone en modo alguno, forzosamente, la existencia de elementos proletarios en el movimiento, la existencia de un programa revolucionario o republicano a que obedezca el movimiento, la existencia en éste de una base democrática. La lucha que el emir de Afganistán mantienen por la independencia de su país es una lucha objetivamente revolucionaria, a pesar de las ideas monárquicas del emir, y de sus correligionarios, puesto que esta lucha debilita, descompone, socava los cimientos del imperialismo.
La lucha de los comerciantes y de los intelectuales burgueses egipcios por la independencia de Egipto es, por las mismas causas, una lucha revolucionaria, a pesar del origen burgués y la condición burguesa de los lideres del movimiento nacional egipcio y a pesar de que están en contra del socialismo; en cambio, la lucha del gobierno laborista ingles por mantener la situación de dependencia de Egipto es por las mismas causas, una lucha reaccionaria, a pesar del origen proletario y de la condición proletaria de los miembros de este gobierno, y a pesar de que son ‘partidarios’ del socialismo. Y no hablemos del movimiento nacional de otros países coloniales y dependiente más grandes como la India y China, cada uno de cuyos pasos en la senda de la liberación, aun cuando infrinja las exigencias de la democracia formal, representa un mazazo asestado contra el imperialismo, es decir, un paso indiscutiblemente revolucionario”.
(J. Stalin. Los fundamentos del leninismo, abril de 1924)
“La igualdad nacional de derechos, que, en sí, es una conquista política de gran importancia, corre sin embargo el riego de quedar educida a una palabra vacía, si no existen las posibilidades y los recursos suficientes para poder utilizar este derecho de importancia extraordinaria. Es indudable que las masas trabajadoras de los pueblos atrasados son impotentes para utilizar los derechos que les confiere la ‘igualdad nacional de derechos’ en la misma medida en que pueden hacerlo las masas trabajadoras de las nacionalidades avanzadas; la desigualdad efectiva entre las nacionalidades (cultural, económica), heredada del pasado y que no puede ser liquidada en el espacio de uno o dos años, se deja sentir. Esta circunstancia se experimenta con particular intensidad en Rusia, donde toda una serie de nacionalidades no han tenido tiempo de pasar por el desarrollo capitalista, y donde otra ni siquiera han entrado en él, y carecen o casi carecen de un proletariado propio; donde, a pesar de la completa igualdad nacional de derechos, que ya ha sido realizada, las masas laboriosas de esta nacionalidades son impotentes, en virtud de su atraso cultural y económico, para utilizar en grado suficiente los derechos adquiridos por ellas. Esta desigualdad se dejará sentir aún con mayor intensidad ‘al día siguiente’ de la victoria del proletariado en Occidente, cuando entren inevitablemente en escena las múltiples y atrasadas colonias y semicolonias, situadas en los más diversos grados de desarrollo. De aquí, precisamente, la necesidad de que el proletariado triunfante de las naciones avanzadas acuda en ayuda, ayuda real y prolongada, de las masas trabajadoras de las nacionalidades atrasadas, para su desarrollo cultural y económico; la necesidad de que les ayude a elevarse al grado superior de desarrollo, a alcanzar a las nacionalidades que se han adelantado. Sin esta ayuda es imposible organizar la convivencia pacifica y la colaboración fraternal de ellos trabajadores de naciones y pueblos diversos en una economía mundial condiciones tan necesarias para la victoria definitiva del socialismo”.
(J. Stalin. El planteamiento del problema nacional, 2 de mayo de 1921).
La nueva situación mundial
“A mi juicio, los Estados Unidos y la unión Soviética constituyen el primer mundo; fuerzas intermedias como el Japón, Europa y Canadá integran el segundo mundo, y nosotros formamos parte del tercero. El tercer mundo comprende una gran población. Toda Asia, excepto el Japón, pertenece al tercer mundo, África entera pertenece también a éste, e igualmente América Latina”.
(Mao Tsetung. Conversación sostenida con un dirigente del tercer mundo; febrero de 1974).
“El revisionismo soviético y el imperialismo norteamericano, confabulándose entre sí, han perpetrado tantas fechorías e infamias que los pueblos revolucionarios del mundo entero no los perdonarán. Están alzándose los pueblos de los diversos países. Ha comenzado un nuevo periodo histórico, el de la lucha contra el imperialismo norteamericano y el revisionismo soviético”.
(Mao Tsetung. Mensaje a los dirigentes de Albania, 17 de septiembre de 1868).
Puede afirmarse que si, a pesar de todo, los imperialistas desencadenan una tercera guerra mundial, como resultado de ésta otros centenares de millones pasaran inevitablemente al lado del socialismo, y a los imperialistas no les quedará mucho espacio en el mundo; incluso es probable que se derrumbe por completo todo el sistema imperialista”.
(Mao Tsetung. Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, 27 de febrero de 1957).