Carta de Consuelo: «RETIRARME DE LA CONTIENDA ELECTORAL NO QUIERE DECIR QUE HAYA ABANDONADO EL CAMPO DE BATALLA»

Bogotá, D.E. marzo 24 de 1982

Señores

Frente por la Unidad del Pueblo
Francisco Mosquera del MOIR
Jaime Piedrahita Cardona, de Anapo Revolucionaria
Enrique Molinares, del Movimiento Unitario Liberal
Enrique Hernández, del Movimiento de Insurgencia Liberal
Germán Pérez Ariza y José Zamudio del Movimiento Independiente Liberal.

Compañeros:

Cuando ustedes gentilmente me ofrecieron la candidatura presidencial, en junio del año pasado, acepté sobre la base de que el país necesitaba la existencia de una oposición racional que pudiera, en las plazas públicas, hacer un análisis serio de la situación nacional que le permitiera al electorado colombiano tomar una decisión consciente en las urnas.

Aunque sabíamos que mi postulación no era para ganar, se me hizo interesante la experiencia y la oportunidad de recorrerme el país para conocerlo mejor, y poder en un futuro prestar mi colaboración, como simple ciudadana, para la solución de muchos de sus problemas.

Se me hizo importante además la creación de una Izquierda Nacional que le pudiera ofrecer una alternativa al país en su etapa evolutiva, ya que el sistema de concertación del poder económico en pocas manos tiende a desaparecer, no solamente por su propia quiebra, sino por el cambio que está emergiendo en el mundo hacia un socialismo democrático.

Esta alternativa es importante para Colombia pues sería ridículo que nos pasara lo que está sucediendo en la América Central, donde los países, en una u otra forma, vana perder su soberanía e identidad, para quedar en manos de cualesquiera de los dos imperialismos, el norteamericano y el ruso.

Fue así como en la vida política como en la colombiana con una Izquierda Nacional y como una Voz de Oposición ante el actual desgreño administrativo para presentarnos a las elecciones de 1982.

Nuestras metas no eran ganar unas elecciones pues no teníamos ni el dinero, ni la maquinaria, ni el clientelismo, ni teníamos la historia como partido político en la vida del país.

Nuestras metas eran más sencillas para poderlas medir a corto plazo:
a. Empezar as crear una conciencia nacional sobre la necesidad de un cambio hacia un país más honesto y más eficiente.

b. La creación de una izquierda nacional que debilitara la izquierda extranjera, en manos de sectores mercenarios listos a meter el zarpazo cuando el caos aflore.

c. Hacernos conocer como una nueva alternativa para el futuro del país.

Creo que estas metas se lograron si se tienen en cuenta los avances obtenidos en el lapso de tiempo que duró la campaña, escasos nueve meses.
Es cierto que nuestros enemigos dirán, que no hemos logrado nada, haciendo creer que la historia se hace con la rapidez que se escribe.
Podemos mostrar así los siguientes resultados:

a. El colombiano ya sea empresario, trabajador o desempleado, está empezando a cuestionar el actual sistema, aunque todavía no se haya convencidos de la necesidad de un cambio.

b. El detrimento sufrido por una izquierda extranjera, que lleva más de 50 años presentándose como una solución engañosa al país, es un hecho real que puede medirse con la disminución de su volumen electoral.

c. A pesar de la censura de la gran prensa, de la radio y la televisión a nuestro movimiento y a mí nombre, la mayoría de los colombianos sabe de nuestra existencia y mira con respeto nuestras ideas.

Podemos presentar un balance favorable a pesar del resultado electoral, que no es real sino amañado por el peso de la maquinaria oficial, del dinero y del mismo fraude.

Creo, sin embargo, que el gobierno y su clase dirigente cometen el más grande error al tratar de triturar, por medios no muy claros, a los lideres de la oposición, pues cuando el caos estalle no van a tener capitanes con quienes dialogar.
Como decía Marx, “conmigo o sin mí la revolución proletaria llegará” y llegó. Yo diría que con nosotros o sin nosotros el fin de lo establecido en el país va a llegar más pronto que tarde.

Creo hoy más que nunca que teniendo en cuenta la persecución existente, la desigualdad de las herramientas políticas, la ausencia total de la libertad de comunicación de la opinión en los medios del propio Estado, como son la radio y la televisión, que pueden indirectamente falsear el resultado electoral en Colombia no existen ni democracia ni elecciones puras.

En estas circunstancias el cambio nunca le llegará a Colombia por la vía electoral; es increíble que diez días después de las elecciones no se conozcan datos precisos, o el volumen total de la votación, ya sea sólo en la ciudad capital.

Pero la responsabilidad de un cambio violento, y por las urnas, recaerá sobre los hombros de quienes ostentan, hoy el poder, y se mantienen a base de sobornos, bayonetas, fusiles y falsas amnistías.

No vale entonces la pena el sacrificio de quienes, de buena fe, luchan por un ideal para quedar tendidos, inermes, en la arena.

Así las circunstancias es mejor una abstención decorosa prepararse para el futuro, y no avalar con la presencia electoral de los grupos de oposición, que no pactan con el gobierno por debajo de la mesa, las elecciones de mayo.

Creo en mi cuota de sacrificio en esta gran batalla por Colombia y su gente ya se cumplió.
Por eso, sin resentimientos de ninguna índole, y más agradeciéndoles el honor que me otorgaron, de ser simbólicamente la candidata presidencial de la otra Colombia, la Colombia de los pobres, de los marginados, de los honestos, de los que no tienen oportunidad, les presento a ustedes renuncia de dicha postulación.

Pero el retirarme de la contienda electoral no quiere decir que haya abandonado el campo de batalla. Los días más aciagos para Colombia están por venir, y desde mi humilde escritorio de periodista seguiré señalando los grandes errores de nuestra clase dirigente, y seguiré luchando al lado de los desposeídos, pues para mí un país es grande si su pueblo es grande.

De ustedes cordialmente,

Consuelo de Montejo