Todavía se hallaban fijados en los muros de ciudades y pueblos de toda Colombia los afiches que diseñó Clemencia Lucena durante la conmemoración que realizó el MOIR del centenario de la muerte de Carlos Marx, cuando un absurdo accidente segó, en plena juventud, la vida de su autora. Clemencia Lucena había realizado, a los 37 años de edad, cinco exposiciones individuales y veinticinco colectivas; había obtenido premios en la Exposición Panamericana de Artes Gráficas de 1970, en el Salón de Artes Visuales de 1976 y en la Bienal Internacional de Afiche de Varsovia, Polonia, en 1974. Igualmente, en 6 años, de 1973 a 11979 reprodujo 7 litografías, suyas en 17,500 ejemplares y diseñó incontables afiches para diversas batallas políticas moiristas.
Crítica radical
Clemencia nació en Manizales el 5 de diciembre de 1945; desde muy temprano, orientó su gran sensibilidad hacia la pintura y paralelamente desarrolló un manifiesto espíritu crítico. Ya desde su primera exposición, en 1967, fue evidente su mordaz rechazo de las más decadentes características de la oligarquía colombiana; ridiculizó por entonces las farsas matrimoniales, los reinados de belleza, las páginas sociales de la gran prensa, con un radicalismo extraño para un medio en el cual tanto éxito logra la adulación.
Al mismo tiempo, ejerció la crítica de arte en varios periódicos, hasta que sus posiciones hicieron que fuera marginada de sus páginas. En el libro Anotaciones políticas sobre la pintura colombiana recogió las principales colaboraciones suyas a la polémica sobre las relaciones entre el arte y la política, en la cual ella libró una prolongada batalla.
La crítica radical de Clemencia Lucena dejó de ser una posición independiente desde su encuentro con el MOIR, Comenzó entonces a estudiar el marxismo, profundizó en las concepciones revolucionarias acerca del arte y, lo que es más importante, cambió el rumbo de su pintura; se esforzó hasta el máximo por elogiar y cantar las batallas de su Partido.
En las luchas del pueblo En Clemencia fueron siempre
En Clemencia fueron Características dos pasiones: por la verdad y por el pueblo. Sin concesiones combatió todo lo que falseaba la verdad, y con generosidad entregó su juventud a trabajar por las causas populares. Con frecuencia viajaba por Colombia con fin de compartir las experiencias de mineros, campesinos, pescadores; precisamente en julio, cuando la sorprendió la muerte, se hallaba en el Valle del Cauca con el propósito de conocer de cerca la vida de los trabajadores de la caña de azúcar, y unos días antes se había trasladado a Buenaventura, donde tomó parte en una gigantesca manifestación de los trabajadores portuarios. Del mismo modo viajó por Arauca, Magdalena Medio, el norte de Antioquia, el Tolima, el Cauca.
Su obra es el mejor testimonio de tal amor por el pueblo. En sus cuadros, casi todos hechos al óleo, una técnica difícil y por ello hoy casi olvidada, se plasmaron años de intenso trabajo y dedicación para lograr cierta expresión en la cara de un campesino, el júbilo de un 1º de Mayo, los esfuerzos de los militantes del MOIR en una manifestación, la participación de las esposas de los obreros en una huelga. Con paciencia, poniendo un inmenso cuidado en cada detalle técnico, Clemencia logró progresos día tras día.
Preocupada porque su arte llegara efectivamente a los más amplios sectores de masas, repartió miles de copias litográficas de varios de sus cuadros; y cuando en algún humilde rancho encontraba una de aquellas copias, sentía que su trabajo estaba plenamente retribuido.
Constante batallar
Como era de esperarse, la obra y las actitudes de Clemencia Lucena produjeron también el rechazo de todo tipo de oportunistas y de los sectores retardatarios del ámbito intelectual. Su contraposición de las abras del Salón Nacional de 1971, su enjuiciamiento del carácter antinacional de la Bienal de Coltejer, así como de otros varios eventos plásticos, le ganaron enemigos a pesar de sus afanes porque un mayor número de artistas participara en la revolución. Fue señalada hasta el Cansancio como «panfletaria». Se le reprochaba que fuera militante el MOIR, sindicación de la cual vivía tan orgullosa que plantaba su bandera en cada obra.
En el curso de todos estos debates, Clemencia replicó a sus enemigos defendió sus puntos de vista con ardor y convicción. Fundó, junto con el escritor Luis Fernando Lucena, su compañero de trabajo y de lucha por veinte años, la Editorial Bandera Roja y una revista con el mismo nombre; en ellas publicaron diferentes libros y artículos, relatos de escritores revolucionarios, traducciones de José Stalin, fotografías que testimonian características del trabajo y los combates del pueblo. Ignorando los más calumniosos ataques, se dedico con mayor tesón a su obra. Pasaba a veces hasta seis meses, laborando trece y catorce horas diarias, en un solo cuadro. Y por ello, aún aquellos que la odiaban sentían ante sus lienzos respeto
Mientras atendía estas actividades, Clemencia participaba también de las faenas políticas partidarias. En todas las campañas electorales trabajó en las comisiones de propaganda, así como lo hizo en diversas jornadas conmemorativas adelantadas por el MOIR, como fueron el cincuentenario de la masacre de las bananeras, el bicentenario de la insurrección comunera y los cien años de la muerte de Marx. Se esmeraba en cada afiche y revisaba incluso las pruebas, convencida como estaba de que la propaganda del proletariado debía ser la de mayor calidad. Colaboró decisivamente, del mismo modo, en las ediciones del Partido, particularmente en el libro Unidad y combate.
Recuerdo imperecedero
Es seguro que lo mejor de la obra de Clemencia Lucena estaba por venir. Había acumulado conocimientos y experiencia, se hallaba en plena producción, tenía proyectos cada vez más ambiciosos, cuando el 24 de julio de este año falleció en Cali. Profundamente conmovidos, los militantes del MOIR y numerosos revolucionarios la acompañaron, el 26 de julio, hasta el Cementerio Central de Bogotá, dando testimonio del dolor ante la pérdida de quien descollara en el terreno del arte entre los pioneros de la revolución colombiana.
Incluso entre quieres la combatieron, hubo expresiones que ratifican la destacada posición del arte de Clemencia; el 9 de agosto pasado, el autor de la columna “La ciudad” del diario La Patria de Manizales, dedica un artículo al tema, Comienza por aseverar que “ Nunca en la vida detesté tanto a una artista como en el caso de Clemencia Lucena”. Sin embargo, le es imposible soslayar el hecho de que “era una mujer vehemente y en sus cuadros se expresaba con la fortaleza de un grito” y que «quiérase o no, deja una obra de insospechada fuerza histórica para nuestro devenir cultural y político». Al final de este artículo el columnista condena el hecho de que la muerte de la pintora ‘`fue dejada pasar por alto porque era una mujer combativa y de izquierda».
Para los revolucionarios el recuerdo de Clemencia es imperecedero.
En su vida y en su obra, fieles a la causa de los desposeídos hasta el último aliento, encontrarán los artistas del futuro una fuente de inspiración, un ejemplo de dignidad de vida intensa y también de irreverencia frente a los enemigos del pueblo.