Compañeras y compañeros:
Después del complejo recorrido que caracteriza todo proceso revolucionario, se reune este II FORO NACIONAL DE LA OPOSICIÓN. Los puntos sometidos a nuestro estudio no pueden ser más importantes. Constitución del Frente por la Unidad del Pueblo, ratificación de los acuerdos pactados en el I Foro, es decir, el programa, las normas democráticas de funcionamiento y la resolución política sobre el actual gobierno, y como temas absolutamente nuevos, la iniciación de la campaña electoral revolucionaria y la designación del candidato presidencial que encarne las aspiraciones de la Colombia nacionalista, popular y revolucionaria. En su orden me refiero a estos temas.
Inicialmente la constitución del Frente se encontraba dentro de los objetivos del I Foro del pasado 18 de febrero. Deliberadamente aplazamos su constitución para ampliar el plazo de discusión democrática con las fuerzas políticas que no asistieron y no colocarlas ante el hecho cumplido de su existencia. En su reemplazo se creó la Comisión Permanente por la Unidad del Pueblo que hoy se transforma en su organismo más estable, en su instrumento más idóneo para librar las batallas libertarias que se aproximan.
Se reafirma la unión
En el tiempo transcurrido desde el Primer Foro hasta el presente hemos consolidado la alianza allí pactada y hemos vinculado a amplios sectores de masas al poderoso ejército de la unidad revolucionaria. Hemos igualmente conquistado la claridad indispensable acerca de los principios y propósitos que no se pueden abandonar en esta empresa y cuyo patrimonio pertenece de manera exclusiva al conjunto de las clases populares de Colombia.
El 18 de febrero pasado aprobamos un programa, que centra la dirección fundamental de la lucha que los colombianos debemos adelantar contra el enemigo principal que explota la nación y oprime al pueblo: contra el imperialismo norteamericano. El frente que hoy constituimos busca por tanto la unidad de todas las fuerzas antiimperialistas, asegurando así la victoria de la lucha centenaria por la independencia nacional y por la soberanía de Colombia. Cobijados por tanto en la lucha contra el imperialismo norteamericano por un programa cuyas características le son inseparables al Frente Revolucionario, hemos igualmente decidido sostener el no alineamiento internacional del Frente en el conflicto actual del movimiento revolucionario mundial. Creo no exagerar, pero del mantenimiento de nuestros puntos de vista sobre las consideraciones anteriores, depende el éxito de la victoria revolucionaria de Colombia.
Proponemos la defensa de un programa como el que alumbró el camino victorioso y mil veces heroico del Vietnam glorioso, como el de Laos y Camboya, como el que inspira la lucha de los movimientos de liberación nacional de los países del Tercer Mundo; de los pueblos africanos, árabes, asiáticos y de América Latina; como el programa de unidad revolucionaria que proclamaron los artífices de la Revolución Cubana y con el cual lograron unir a todo el pueblo, derrotar la tiranía y expulsar al opresor extranjero norteamericano del territorio sagrado de la hermana república de Cuba.
La democracia dentro del Frente por Unidad del Pueblo tiene que ser el reflejo del Estado Popular y Democrático que aspiramos a construir en el futuro. Todos, absolutamente todos, somos portadores de iguales derechos y deberes, mutuos y recíprocos, que, fundamentados en el respeto por todos y cada uno de los partidos, movimientos y personalidades que hoy nos integramos y con otras fuerzas con las cuales lleguemos a unirnos más adelante, deje claramente establecida la diferencia de los métodos y procedimientos que utilizamos los revolucionarios, en contraste con los atropellos bochornosos y repugnantes de que hace víctima al pueblo la camarilla de la oligarquía liberal-conservadora.
Ambos instrumentos, el programa y las normas democráticas, forman parte ya de la gran batalla política librada victoriosamente por las clases populares. Por ello afirmamos con energía que nos uniremos con todos aquellos, cualesquiera que sean las diferencias secundarias ideológicas, políticas, históricas o religiosas que mantengamos, sobre la base única de que esta no es una empresa de insignificantes objetivos, sino una lucha por coronar la tarea de gigantesca magnitud de ganar para Colombia su derecho inalienable de ser una República libre y soberana.
Que nadie nos pida que el contenido antiimperialista de nuestro programa se disipe o mimetice. Con gusto le diremos que no podemos complacer tan sospechosa y reaccionaria petición. Suelen acusarnos los portaestandares de la oligarquía liberal-conservadora de ser monotemáticos, al construir como eje de nuestra acción política la lucha nacionalista, popular y revolucionaria por la liberación nacional. Detrás de todas estas acusaciones sólo se esconden los propósitos protervos de los escogidos a ser sobornados por las compañías imperialistas.
Representamos los intereses de las mayorías
Agotan sus facultades mentales los ideólogos de los partidos tradicionales intentando la confección de novedosos programas para los candidatos presidenciales del continuismo. Incluso el país presencia enardecido el espectáculo que le ofrece la oligarquía conservadora que, usufructuando la mitad del Poder, intenta presentarse como alternativa política al corrupto gobierno ejercido por el portavoz de la oligarquía liberal, Alfonso López Michelsen. Pero se equivocan, nadie jamás podrá creer que representantes de los partidos tradicionales puedan ser alternativa unos de otros para ejercer el poder beneficioso de las mayorías nacionales. La oligarquía liberal-conservadora, unida o, lo que es peor para ella, dividida, será colocada por el devenir de la sociedad en el sótano de la historia, que es el sitio donde sepultan los pueblos a sus verdugos del pasado.
La oligarquía de los partidos tradicionales representa, pues, lo hemos repetido y lo repetiremos hasta el cansancio, idénticos intereses de clase e idénticos intereses proimperialistas.
Y si la norma de oro que habían descubierto para mantenerse en el poder, la unidad oligárquica bipartidista, se encuentra rota, es porque la crisis en muy profunda. Es toda la sociedad colombiana la que se convulsiona enardecida contra la política de saqueo y pillaje continuados, que ejercen en el país un minúsculo grupo de grandes burgueses y terratenientes que han lanzado horrorizados, ante el derrumbamiento estrepitoso de su propio engendro, el grito cobarde de sálvese quien pueda.
Nos constituimos de esta manera en la única alternativa de gobierno popular en Colombia. No nos corresponde a nosotros ampliarle el plazo a la reacción para su permanencia en el control del Estado, sino acortar el calendario para la toma revolucionaria del Poder para el pueblo.
Las fuerzas revolucionarias debemos prepararnos para asumir el control político del Estado. ¿Que somos una minoría? Ningún descubrimiento sensacional y de registro histórico hacen quienes tan estrechamente razonan.
Como decía José Martí: “Un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército”. Y nosotros representamos los interese de las inmensas mayorías populares y nacional, que en ascenso creciente están dispuestas a darle la estocada mortal al agonizante Estado oligárquico y proimperialista que camina cuesta abajo, agobiado por el insoportable peso de sus delitos y crímenes.
Yo lo único que pido es que seamos capaces de atrevernos. Confiemos en la fuerza infinita de nuestros propios recursos. Y si así lo hacemos, las más inmortales y mejores páginas de la historia de la Revolución Colombiana las escribirá el pueblo en el inmediato futuro, en el despertar más temprano de nuestra propia existencia.
López les cumplió a los imperialistas
Igualmente ratificamos hoy la Resolución Política que contra el gobierno más expoliador y represivo que haya conocido la historia nacional, el actual régimen lopista, aprobamos en el I Foro del 18 de febrero.
El hijo del Ejecutivo, ungido por el imperialismo y por la oligarquía liberal-conservadora como nuevo mayordomo de sus intereses de explotación y saqueo, ha cumplido a cabalidad con su papel, utilizando para ello no sólo los instrumentos que le otorga la Constitución oligárquica, sino generalizando además la más cruda y aguda represión contra el pueblo, que a su vez ha respondido con múltiples y heroicos combates que se han sucedido ininterrumpidamente a lo largo y ancho del territorio nacional.
López Michelsen le cumplió al imperialismo manteniendo el saqueo de los recursos naturales y colmando de privilegios a las compañías norteamericanas que los explotan, agigantando la deuda externa a través de onerosos empréstitos y entregando el control y la planificación estatales a las misiones de losa bancos norteamericanos.
López Michelsen les cumplió a sus amos con la implantación de la reforma tributaria que arruina a trabajadores y productores nacionales y exonera del pago de impuestos a monopolios y latifundistas; con las medidas monetarias que patrocinan la especulación y la usura del capital financiero, colmando de privilegios a banqueros y agiotistas, monopolizando el crédito y entronizando el mercado negro de valores.
López Michelsen les cumplió a los terratenientes institucionalizando la ley de aparcería, garantizando la permanencia del gran latifundio y el incremento de la renta de los señores el campo, a través de la explotación del trabajo de millones de campesinos sin tierra.
López Michelsen le cumplió a la oligarquía colombiana implantando el estado de sitio, recortando los derechos democráticos de los trabajadores y del pueblo, sosteniendo los tribunales de arbitramento y condenando en consejos verbales de guerra a dirigentes obreros y populares.
López Michelsen es deudor ante el pueblo colombiano por las vidas de numerosos combatientes, estudiantes, obreros y campesinos caídos bajo las balas asesinas de su régimen.
López Michelsen le ha cercenado al pueblo colombiano el derecho a la educación y a la asistencia pública clausurando universidades y hospitales.
Este régimen les arrebató a los pequeños y medianos productores de café los ingresos provenientes del mayor precio del grano en el mercado internacional, para entregarlo al minúsculo grupo de exportadores e importadores de la Federación Nacional de Cafeteros. Este régimen ha sumido a nuestro país en una de las peores crisis por las que haya atravesado, ocasionada por la quiebra de la producción nacional, la consiguiente escasez de alimentos, el alza sin precedentes del costo de vida, la elevación de las tarifas de los servicios públicos, todo como producto del apuntamiento de la dominación imperialista y del régimen terrateniente.
Nunca como hoy las clases dominantes representadas por López habían alcanzado tal grado de descomposición y corrupción.
La sociedad se debate en medio del asfixiante ambiente que le produce el permanente asalto al tesoro público por parte de los altos funcionarios del gobierno. Además, la historia de la Handel se repite en desmesuradas proporciones, con las fabulosas gabelas y negociados de la familia presidencial, propietaria, entre otras, de la única “libertad” que existe en Colombia.
Pretende el gobierno cerrar con broche de oro su mandato, violando incluso su propia legalidad con la aprobación de la reforma constitucional, convocatoria de la denominada asamblea constituyente. Intenta así la oligarquía dotarse de un instrumento jurídico para perpetuarse en el poder y para legalizar los más criminales atropellos contra los derechos democráticos y las libertades públicas.
Pero se equivocan una vez más. Por encima de la legalidad burguesa, el pueblo unido instaurará en Colombia un Estado de obreros y campesinos, de intelectuales progresistas y de profesionales, de capas medias de la población que siente las bases para construir en nuestra patria la sociedad futura sin explotados ni explotadores.
Acepto la candidatura presidencial
Armados de todo lo anterior haremos nuestra campaña electoral. Para los revolucionarios la campaña electoral es una batalla más en la larga lucha por la liberación definitiva de nuestra patria. Participamos en ella para divulgar nuestro programa, para desenmascarar la política y los candidatos del régimen y para llevar nuestra influencia a los más amplios sectores de la población.
Los partidos integrantes del Frente por la Unidad del Pueblo han presentado mi nombre a la consideración del Foro como candidato presidencial revolucionario. Yo acepto. Y siendo una candidatura formalmente proclamada, aceptada y que ejecutará el mandato de recorrer todo el país encauzando los deseos unitarios del pueblo, lo primero que quiero anunciar es que esta candidatura jamás será un reto para ningún sector de izquierda, para ningún sector revolucionario de oposición. Enfrentaremos fundamentalmente a los candidatos del régimen, a todos cuantos quieran incluirse en el desplumado abanico liberal-conservador con el que la oligarquía pretende una vez más inútilmente embaucar a las masas populares. Ni Lleras, ni Turbay, ni Betancur, para mencionar sólo a quienes podrían tener más posibilidades, merecerán una sola consideración de nuestra parte.
Mi nombre ha sido presentado por mi partido, la Alianza Nacional Popular, por mi partido al que he dedicado toda mi vida, porque lo entendí siempre como instrumento de redención popular. Y cuando comprendí que había algunos que lo consideraban como un patrimonio familiar inembargable, no vacilé un instante en colocarme bajo las órdenes de mi jefe José Jaramillo Giraldo para librar la batalla victoriosa por la participación de la ANAPO en la unidad revolucionaria y antiimperialista.
La ANAPO, repito una vez más, está aquí. La ANAPO que fundé con el general Rojas Pinilla nos acompaña en su integridad política y organizativa. Que otros se queden con los apellidos que nosotros nos quedaremos con el pueblo revolucionario.
Mi actividad política nació con la misma Alianza Nacional Popular y ninguna sospecha, puede despertar mi nombre ante el pueblo. Como hombre de palabra que soy, la empeño una vez más. Si acabamos de librar una batalla interna en el seno de la ANAPO contra el oportunismo y la reacción, y si la hemos ganado, no será para vacilar ante la oligarquía pro-imperialista, sino para colocar nuestro esfuerzo al servicio de la unidad total de las masas revolucionarias.
Los puntos del Programa Revolucionario
De ahí que mi programa presidencial sea el acordado por la Comisión Permanente por la Unidad del Pueblo, que sintetizadamente lo expreso de la siguiente manera:
1. Liberar al pueblo colombiano de la dominación imperialista norteamericana y de la oligarquía explotadora; Y construir una patria independiente, soberana, popular, libre de toda opresión y sojuzgamiento externo, en marcha al socialismo.
2. Instaurar, a través de la vía revolucionaria, un estado nuevo de todas las clases, capas, sectores, partidos, personalidades y demás fuerzas revolucionarias, democráticas y antiimperialistas, que esté sustentando en la alianza obrero-campesina y sea instrumento de poder popular.
3. Nacionalizar el petróleo y todos los recursos naturales, los monopolios nacionales y extranjeros, incluyendo la banca y las corporaciones financieras, los complejos agro-industriales, el comercio exterior y las áreas estratégicas de desarrollo de la economía nacional.
4. Confiscar la tierra de los grandes terratenientes y entregarla a los campesinos que la trabajan: proteger la pequeña y mediana propiedad rural. Defender los intereses fundamentales del proletariado agrícola.
5. Estimular el aumento de la producción nacional de acuerdo con las necesidades del pueblo, mediante el apoyo a la mediana y pequeña industria y comercio, a través del control y la planificación estatales, en procura de un desarrollo próspero e independiente que siente las bases de la sociedad socialista.
6. Defender todos los intereses del pueblo y sus reivindicaciones políticas y económicas. Asegurar a las minorías indígenas nacionales sus tierras, derechos y cultura. Establecer una reforma urbana que suprima los pulpos urbanizadores y las oficinas de arrendamientos y garantice al pueblo el derecho a la vivienda. Luchar hasta implantar un sistema de asistencia social que asegure el derecho a la salud, a la recreación, al deporte y a la protección de la niñez y la vejez.
7. Garantizar los derechos de reunión, organización, expresión y movilización de las clases revolucionarias y sectores populares; De sindicalización, contratación y huelga para todos los trabajadores, sin excluir los de servicios públicos; de libertad de cultos; de igualdad de derechos, sin discriminación de sexos ni de razas.
8. Impulsar la lucha de los estudiantes, educadores, intelectuales, escritores, artistas y del pueblo entero por desarrollar una cultura nacional y científica al servicio de las grandes masas. Garantizar la enseñanza gratuita a todos los niveles. Establecer el control estatal y popular sobre los medios de comunicación masiva.
9. La revolución colombiana hace parte de la revolución continental y se integra por lo tanto en el gran frente de liberación nacional de los pueblos oprimidos de Asia, África y América Latina. Apoyar a todos los países socialistas, al movimiento obrero internacional y a los movimientos revolucionarios de todos los países.
Me ofrezco como garante de la unidad
Me compromete y me obliga para con el pueblo y para con la revolución colombiana el respaldo que he recibido de los partidos aliados. Del movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) y de su dirigente nacional Francisco Mosquera, apoyo insustituible de todo este proceso y de esta empresa común; del Movimiento Amplio Colombiano (MAC) y de su dirigente Gilberto Zapata Isaza; de los Comités Democráticos Populares y Revolucionarios y de su dirigente Avelino Niño, y de las personalidades independientes y revolucionarias, encabezadas por Diego Montaña Cuéllar.
Me obliga y me compromete en especial la presencia de ese ejemplo vivificante que se llama José Jaramillo Giraldo.
Comparto este compromiso con mi compañera Amparo Echavarría de Piedrahita, solidaria conmigo en esa lucha.
Convoco desde esta tribuna de la revolución, nuevamente, a la unidad al Partido Comunista y a todas las fuerzas revolucionarias y patrióticas. Juntos podemos coronar más rápidamente la tarea común de libertar a Colombia y su pueblo. Me ofrezco si el Partido Comunista lo desea, como garantía de que le serán respetados sus derechos como igualmente serán respetados los derechos de todos los partidos revolucionarios. Hoy que ha nacido el Frente por la Unidad del pueblo, he dejado de ser sólo el candidato de la ANAPO para convertirme en el candidato de la revolución colombiana.
¡Viva la Unidad de las fuerzas revolucionarias!
¡Viva el futuro socialista!