EL RETORNO DE LOS BRUJOS

David Rodriguez

El pasado 8 de mayo llegó al país Jeffrey Sachs, el gurú, «el economista más grande del mundo», según lo anunciaron El Tiempo y Portafolio. Jeffrey Sachs es uno de los más nombrados teóricos neoliberales. Dirige el Instituto de Desarrollo de la Universidad de Harvard y con mano segura ha orientado al descalabro las economías de Rusia y de Polonia, entre otras de las favorecidas por sus luces.

En el mes de julio de 1997 publicó un estudio titulado El crecimiento de Asia, en el que pronostica que los «dragones» y los «tigres» tienen asegurados treinta años de prosperidad ininterrumpidos. En el mismo mes estalló la crisis financiera que asoló a todo el Sudeste Asiático. El brebaje que receta a los países rezagados consiste en dedicarse a exportar a las metrópolis productos y servicios intensivos en mano de obra. Él, en un alarde de originalidad, los llama «productos de clase mundial». A su juicio, los Estados que deseen progresar deben atraer a las trasnacionales y no preocuparse por el mercado interno. Los países que progresan son los que tienen mercados internos pequeños, puesto que los grandes los desvían de las exportaciones. Aconseja entregar a precios razonables los recursos naturales básicos, los cuales también apartan a las naciones del esfuerzo por ligarse a las cadenas de los grandes consorcios.

Ha polemizado acremente con el Fondo Monetario Internacional porque él es partidario de dejar que las monedas floten libremente y se opone a la política del FMI de que prevalezcan los tipos fijos de cambio. Sus recomendaciones conducen a que los especuladores financieros puedan aprovecharse de la crónica inestabilidad de las monedas y a que los exportadores no cuenten con garantía alguna en sus operaciones, pues quedan a merced de la total volatilidad de las divisas.

Sachs es reconocido porque sus sesudos trabajos demuestran con elaboradas ecuaciones, curvas y regresiones leyes que la torpe realidad se niega a obedecer. En el Foro realizado en el Centro de Convenciones, ante un auditorio completamente mudo y maravillado, repitió sus muy difundidas fórmulas y dio pruebas de su genialidad cuando resolvió menospreciar alegremente el duro enjuicimiento hecho a la política aperturista por Eduardo Sarmiento Palacio. Según Sachs, «la discusión en Colombia sobre apertura es entretenida, pero eso no les va a resolver nada», y agregó: «Ustedes se están desgastando en la retórica». Estas afirmaciones confirmaron la ilimitada sabiduría de Jeffy. Así lo comprendieron Ruddy Hommes y sus compinches, pues quedaban libres de toda culpa por haber sometido el país a la ruina que hoy vive.

La culpa no es de la apertura, sentenció Sachs, sino de la bonanza petrolera, que revaluó el peso, y del Niño.

«¿A qué debe apostarle Colombia?» En resumen, peroró Sachs, a estimular el sector exportador, promover el turismo, mejorar la infraestructura y controlar el gasto público. Por fin sabemos ya quién le dictó a Pastrana el Plan de Desarrollo.

Así las cosas, el laureado economista de marras quizá no consiguiera demostrar ser el mejor del mundo, pero sí el más vivo.