Aguerridos combatientes del sindicalismo colombiano como Jesús Bernal, presidente del Sindicato de la Caja Agraria; José Fernando Ocampo, el combativo capitán de las luchas del magisterio; Eberto López, líder contra la privatización de las telecomunicaciones; Aldo Cadena, jefe nacional de los trabajadores de la salud, y Fabio Arias, dirigente de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, son los nombres principales que acompañan a Jorge Santos y Marcelo Torres en nuestra lista al Senado en la campaña que se adelanta para las elecciones del 8 de marzo.
Resultados electorales del MOIR y sus aliados
el 26 de 0ctubre
Departamento Asamblea Departamento Asamblea
Antioquia 4.180 La Guajira 54
Arauca 330 Magdalena 3.518
Atlántico 2.000 Meta 2.150
Bolívar 1.700 Nariño 400
Boyacá 1.160 N. de Sant. 326
Caldas 6.300 Putumayo 311
Caquetá 2.080 Quindío 836
Casanare 300 Risaralda 3.400
Cauca 149 Bogotá 6.418
Cesar 4.852 Santander 7.230
Córdoba 1.100 Sucre 202
Cundinam. 1.000 Tolima 3.100
Chocó 51 Valle 897
Huila 2.672
Jorge Robledo a la Gobernación de Caldas por Acción Cafetera 52.000
En Facatativá
EJEMPLO DE TRABAJO, ORGANIZACIÓN Y DISCIPLINA
Por Guillermo alberto Arébalo
Uno lo conoce y lo ve como a cualquiera de los jóvenes de Faca; de tenis, bluyín y camiseta. Así, sencillo, incluso tímido, de pocas palabras. La decisión la lleva en la mirada. Es forzoso preguntarse cómo y por qué este muchacho de 22 años obtuvo en las pasadas elecciones, como candidato del MOIR al concejo, la votación más alta en ese municipio cundinamarqués.
TRIBUNA ROJA quiere contarles a sus lectores la historia de Vladimir Castañeda Ravelo. La casa donde vive con sus dos hermanos y su hermana es la misma donde se inició la construcción del Partido en Faca. Su padre, Álvaro Castañeda, empezó a trabajar a los dieciséis años como obrero en la Secretaría de Obras Públicas del Departamento y también desde muy joven se vinculó al MOIR. En Villeta, donde lo llevaban con frecuencia sus desplazamientos por las carreteras de Cundinamarca, Alvaro conoció a quien sería su esposa y compañera, Alcira Ravelo, nacida en Barrancabermeja, hija de un trabajador petrolero.
Desde 1974 ambos fueron varias veces concejales de Faca. Cuando Álvaro Castañeda tenía apenas 36 años, la UTC, a cuyas directivas patronales les incomodaba su posición en defensa de los intereses proletarios, lo hizo jubilar sin que cumpliera el requisito de la edad. Desde entonces su vida se consagró exclusivamente al trabajo revolucionario. De manera tan desinteresada y tesonera que todos lo llamaban don Alvarito, y le confiaban sus problemas. Vladimir lo recuerda como «un hombre sencillo, revolucionario, transparente en sus cosas, trabajador incansable en defensa de los intereses populares». Entretanto Alcira «trabajaba también con el Partido y tuvo que sacar adelante una familia en medio de condiciones sumamente difíciles».
De manera que Vladimir recuerda que él y sus hermanos crecieron en el seno de un hogar poco convencional, del cual no sólo formaban parte las personas de la casa sino también todas las gentes humildes y necesitadas del pueblo. Alvaro y Alcira nunca les hablaron de política a sus hijos. Éstos los oían hablar, a ellos y a los compañeros que frecuentaban la casa, y, lo que es más importante, los veían actuar. Sin embargo, de manera repentina y con poco tiempo de diferencia, los dos fallecieron prematuramente, víctimas de ataques fulminantes. Los Castañeda Ravelo eran aún adolescentes y niños.
Facatativá es un municipio donde las actividades económicas no giran solamente en torno al comercio, se proyectan al agro y, por su relativa cercanía con Bogotá, también al sector industrial. Sus habitantes se han caracterizado por su combatividad y rebeldía frente a las desigualdades, la explotación y la arbitrariedad. A ello contribuyeron de manera significativa nuestros dos recordados camaradas, y lo continúa haciendo la nueva generación.
Vladimir cuenta que hace unos cinco años «había empezado a leer la literatura del Partido, y me interesó más cuanto más sabía de qué manera desinteresada se adelantaban sus políticas, y las condiciones en las que vivieron y trabajaron mis padres.» Y se hizo militante del MOIR. En los últimos tiempos, se vinculó a la tarea de revitalizar el Partido en cuanto al trabajo y la disciplina, a la organización de cursillos y conferencias, al trabajo en las acciones comunales. Todo ello fue fortaleciendo nuestras fuerzas, que estuvieron preparadas para afrontar el paro cívico de septiembre de 1996.
Al iniciarse la escalada alcista en las tarifas de los servicios públicos, unida a la abusiva política de nueva «estratificación», casi partiendo de los recibos que llegaban a su casa, nuestro compañero comenzó a explorar las consecuencias de estas medidas entre la población de Faca. Cuadra por cuadra, manzana por manzana, barrio por barrio, el Partido supo interpretar la inconformidad, reunió a los pobladores, explicó las causas de este despotismo económico, referidas a las presiones del imperialismo gringo y al servilismo del gobierno, organizó comités y preparó las condiciones del paro. Cuando éste se hizo efectivo, el pueblo respaldó las orientaciones del Partido y batalló durante los días que fueron necesarios en contra de los atropellos. Vladimir Castañeda fue uno de los líderes más importantes de aquella histórica movilización.
Cuando el MOIR decidió postular a Vladimir como cabeza de lista para el concejo de cara a las elecciones de octubre, los desprestigiados políticos de los partidos tradicionales no ahorraron esfuerzos para cerrarle el camino. Circularon panfletos anónimos plagados de calumnias en contra del joven candidato. «Si hizo con Faca lo que hizo en cuatro días, ¿qué no hará desde el Concejo?» El comando moirista les hizo frente, trabajó sin desfallecer, debatió lo que había que debatir y cerró filas en torno a la política del Partido y a su vocero.
El pueblo sopesó los argumentos. Recordó la trayectoria del MOIR en Facatativá. evaluó su actividad presente en el campo de la acción comunal, en las conferencias, y sobre todo en el paro cívico. Los setecientos cuarenta y cuatro votos que fueron depositados por Vladimir Castañeda el pasado 26 de octubre han abierto una nueva etapa para el desarrollo de nuestro Partido en ese municipio y en el departamento, y son un ejemplo para nuestra militancia.
TAMAÑO Y RAZONES DE UN RESULTADO
Por Jorge Enrique Robledo Castillo
No son pocos 52 mil votos, sobre todo en un departamento como Caldas. Apenas uno de los grandes electores del departamento logró superar esa cifra con lo obtenido por la suma de sus listas de asamblea departamental. Tampoco carece de interés que esos 52 mil sufragios se hubieran conseguido en una cantidad proporcional entre Manizales (con 22 mil) y la provincia (con 30 mil) y que tuvieran origen en personas de todos los sectores económicos y de todas las condiciones sociales. Y su importancia aumenta cuando se sabe que padecimos por una elección plagada por las corruptelas y chantajes usuales en Colombia y cuando se puede informar que los gastos de la tesorería central de Acción Cafetera y Caldense –en respaldo a las elecciones de gobernación, de asamblea y de más de veinte concejos- no alcanzaron a llegar a 15 millones de pesos, que puede ser lo que le cuesta a un barón electoral imponer un concejal en un pueblo.
Tampoco debe despreciarse que la campaña no hubiera sido una operación del demagógico marketing electoral tan de moda en el país, tendiente a conseguir votos como sea, sin correr con el riesgo de opinar sobre las orientaciones económicas fundamentales, que son, en últimas, las que definen la tragedia que ya viven tantos caldenses y que amenazan a casi todos los restantes. Por el contrario, inclusive, a algunos amigos les pareció que los temas se abordaron con «exceso» de franqueza.
Este resultado merece, entonces, un análisis: en primer término, tiene que ver con que –de una u otra manera, y con toda razón- los caldenses responsabilizan a la llamada «clase política» de mucho del notable fracaso de la orientación económica nacional, que ha sumido al país en la ruina de su sector productivo, el desempleo, la carestía y los bajos ingresos, con estas dolorosas realidades cocinadas en un caldo de corrupción que asquea. A no dudarlo, si no consiguieran los votos como los consiguen, no sacarían ni uno. El segundo aspecto tiene que ver con que la candidatura de Acción Cafetera y Caldense a la gobernación logró encarnar parte de ese sentimiento de oposición que yace aplastado por el clientelismo y a que pudo captar una porción considerable del «voto de opinión». En este logro jugó un papel determinante la lucha en defensa de los caficultores, quienes, sin duda alguna, respaldaron con entusiasmo esta propuesta y llevaron su interés a otros sectores. Y también aportó el que se hubiera asumido una posición de severo cuestionamiento a las fracasadas políticas aperturistas, privatizadoras y neoliberales.
Este éxito tampoco hubiera sido posible si no se hubiera logrado constituir un equipo de trabajo conformado por los dirigentes de diversas organizaciones independientes de los partidos tradicionales y por no pocos líderes con afectos en éstos, quienes entendieron la importancia de unirse en torno a unos puntos de vista honestos, democráticos y patrióticos.
Lo que sigue es continuar haciendo esfuerzos por congregar a los que creen que Caldas y el país requieren de profundas transformaciones y que ello sólo será posible si empezamos por unir, sin sectarismos y en torno a unos pocos asuntos medulares, a los sectores y dirigentes más diversos.
Lástima que este momento no pueda disfrutarlo Fabio Trujillo Agudelo, el primero que tuvo la perspicacia de señalar que la causa cafetera merecía también esfuerzos en el terreno del debate político, y que la experiencia obtenida en la lucha del café valía la pena llevarla a toda la población, dado que son en últimas los gobernantes los que definen la suerte de los caficultores y de todo el mundo.
Manizales, 1º de noviembre de 1997 (Columna «Contra la corriente», publicada en La Patria)
En el Caquetá
EL PUEBLO RECONOCE LA LABOR DEL PARTIDO
«En cada decisión el Partido se juega su existencia y los compañeros su vida, pero el acierto radica en interpretar justamente los anhelos de los habitantes». Así resume Alonso Orozco la suerte que los camaradas tienen que sortear a diario en el departamento, y concluye que cada voto depositado por el MOIR representa la confianza que sus dirigentes se han ganado en las bregas al lado de la población.
Rosario de calamidades
Agobiadas por la carga que les anuncia cada factura de cobro por valorización o de alza incesante en los servicios de aseo, energía y agua, las gentes humildes acuden permanentemente a la oficina de la Unión de Usuarios de Florencia, organización que nació por iniciativa de los compañeros del Partido una vez que la privatización de los servicios mostró sus efectos perniciosos. Es alentador ver cómo la asociación funciona con la ayuda que le proporcionan los sindicatos obreros, una de las cuales es su propia sede.
Al tiempo que explica a sus integrantes la ruina que trae la recolonización norteamericana, la Unión de Usuarios orienta su lucha hacia la protesta y al rechazo del pago por el alza en las tarifas de los servicios, respuesta que ha obligado al alcalde a aplazar las medidas o a mantener las anteriores tarifas. Igual resistencia han ofrecido los consumidores frente al recaudo por valorización, tributo que el ejecutivo cobra sin haber sido autorizado por el Concejo y, como si fuera poca arbitrariedad, por una pavimentación de calles de precaria duración.
El cierre del Idema, en 1996, fue otra medida que provocó la indignación de los labriegos, pues con la liquidación del instituto no podrían vender sus cosechas de maíz y arroz, y el mercado agrícola -particularmente débil en esta región- se encarecería. El movimiento cívico y los sindicatos promovieron la denuncia y exigieron del gobierno mantener con vida la entidad; la Asamblea departamental, por iniciativa del compañero Omar Varón, se unió a la defensa del organismo bajo la divisa, acogida por todos los estamentos de la comunidad, «Por un Caquetá sin coca, no a la liquidación del Idema».
Pero el colapso de la agricultura de colonización y las fumigaciones aéreas, impuestas por la agenda Frechette para destruir los cultivos ilícitos, determinaron el levantamiento de los campesinos, quienes avanzaron por miles desde todos los rincones hacia la capital del departamento. Cuando el comercio empezó a mostrar signos de abatimiento, el Regional del Partido desplegó una actividad encaminada al esclarecimiento del conflicto señalando que su causa residía en el saqueo imperialista, llamó a la solidaridad con la justeza del paro y, uniéndose al clamor general, exigió del gobierno satisfacción a las reivindicaciones campesinas. Los caqueteños han comprendido que la solución a su ruina sin precedentes exige el decidido apoyo del Estado a la producción agropecuaria, de modo que permita rescatar a las familias de los cultivos malditos. Bajo este clima desolador llegó el tiempo de elecciones.
El Partido realizó su campaña a la Asamblea con dos listas diferentes. La primera, encabezada por Alonso Orozco, en coalición con un sector del Partido Liberal que orienta la Dra. Lucrecia Murcia. La segunda, por el frente «Caquetá es Colombia», integrado por sindicalistas, postuló a Ómar Varón. Para el Concejo de Florencia fue promovido, en representación del MOIR, el nombre del compañero Juan Carlos Cuenca.
Se agitó un programa de defensa de la soberanía, de rechazo a las privatizaciones y a la creación de impuestos, y de resistencia al alza en las tarifas de los servicios.
El 26 de octubre, como los días que le precedieron, transcurrió lleno de incertidumbre y desasosiego por la falta de garantías demostrada por el gobierno y el ultimátum que dos meses antes había lanzado la guerrilla para impedir las elecciones. En los municipios retirados los sufragios depositados fueron pocos pues sus habitantes se recogieron para no arriesgar sus vidas; sin embargo, en Florencia la gente votó copiosamente. Al final el MOIR había obtenido dos diputados a la Asamblea: Alonso Orozco, con 1.288 votos, y Ómar Varón, 794; y el concejal de Florencia, Juan Carlos Cuenca, con 383 sufragios.
TOLIMA, HUILA Y MAGDALENA MEDIO
La coalición del MOIR con otras fuerzas en Tolima logró elegir a la Asamblea a la doctora Luz Nelly Amado, con casi 8 mil votos. El segundo renglón lo ocupó Miguel Gordillo, miembro del regional de nuestro Partido.
Para el Concejo de Ibagué, en la lista encabezada por Julio Henríquez, secretario del Regional, el MOIR obtuvo 920 votos. En Chaparral quedó reelegido al Concejo el compañero Héctor Mario Álvarez. En Lérida, salieron elegidos los moiristas Fidel Rondón y Jaime González, el segundo en coalición con el movimiento Fuerza Comercial Progresista, con 331 votos. En Fresno, repite en el Concejo el dirigente cafetero del MOIR Alonso Osorio, con 394 votos. En San Antonio resultó electo Norberto Duque, dirigente de Unidad Cafetera, con 350 votos.
En La Dorada, el MOIR se abrió paso con su campaña en defensa de la nación, logrando 450 votos por la lista que encabezaba Álvaro Bedoya.
En Puerto Boyacá, Hernando Muñetón alcanzó de nuevo el escaño en el Concejo, con 769 votos, en nombre del Movimiento Unidad Cívica de Puerto Boyacá, del que hizo parte el MOIR. A la Asamblea de Boyacá, la coalición eligió como diputado a Antonio Grimaldo.
En Caparrapí, sacamos 178 con la lista presidida por Ramiro Camacho. El MOIR apoyó a la Alcaldía la candidatura del presbítero Ramiro Arias, que resultó electo.
En Marquetalia, el principal aliado resultó elegido concejal. Se trata de Adolfo Ospina, dirigente de Unidad Cafetera y del Movimiento Nacional Conservador.