El pueblo combatió en las calles contra el alza lopista del transporte
El mismo día en que el gobierno sancionó el decreto antipopular del alza del transporte, el 13 de julio, las calles de Bucaramanga se llenaron de afiches y gritos de protesta y durante quince días consecutivos los estudiantes de la Universidad Industrial de Santander y los alumnos de secundaria, los trabajadores y los habitantes de los barrios populares, se enfrentaron una y otra vez a la policía.
Los barrios: retaguardia segura
En las zonas populares se organizaron espontáneamente bloqueos con llantas y objetos encendidos, se apagaron las luces para hacer de ellas un sitio impenetrable y con violentas pedreas se respaldó la retirada de los manifestantes. Así se convirtieron los barrios en retaguardia segura. Los trabajadores de dos pequeñas fabricas bloquearon la vía a Girón durante 24 horas.
Los días 20 y 24 de julio se llevaron a cabo dos importantes actos unitarios, programados por la Anapo Socialista, el Partido Comunista, la Liga Marxista–Leninista y el MOIR, y contaron con la amplia acogida del pueblo bumangués y la participación de Utrasan, Festra, Audesa, Ciban, Fecode y otros sindicatos independientes.
Cae Pedro Vicente
El 27, la tropa invadió los terrenos universitarios, lanzando gases y abriendo fuego contra los estudiantes. Humberto Naranjo, herido por uno de los disparos, quedó parapléjico. El rector de la UIS, Santiago Pinto, acusó públicamente al gobierno y a las Fuerzas Armadas por el allanamiento y los hizo responsables de los hechos.
Al día siguiente, la asamblea estudiantil se convirtió en manifestación y la manifestación en lucha callejera. Pocos instantes después, en medio de la vigorosa pelea, caía asesinado el camarada Pedro Vicente Rueda Montañez. Su cuerpo se desplomó exánime en medio de la multitud combatiente.
Testimonio a su memoria
Miles de gentes sencillas, desafiando los esfuerzos del ejército por impedir el acceso a la casa de Pedro Vicente desfilaron silenciosamente por su vivienda, expresando así su dolor y solidaridad. En el barrio San Francisco, sus habitantes clavaban, todos los días, sencillas cruces de madera en el sitio del crimen. La policía las arrancaba al amanecer.
Cuando el ejército, empecinado en contener la afluencia de gente, cerró las vías y detuvo a numerosas delegaciones, el pueblo llegó a la casa de Pedro Vicente, subiendo por los barrancos de la erosión.
Como lo hiciera con Jorge Eliécer Ariza, el estudiante sacrificado por las fuerzas militares durante el paro cívico del año pasado, el pueblo de Bucaramanga despidió a su héroe con un multitudinario desfile. El féretro iba cubierto con las banderas de Colombia y del MOIR, partido en el que militaba Pedro Vicente.
Bucaramanga una vez más
En menos de un año y por dos ocasiones, el pueblo bumangués se ha levantado contra el “mandato de hambre” a reclamar sus derechos y a manifestar su repudio total a las medidas antipopulares. En ambas ocasiones no se ha titubeado un solo instante en hacer uso de la metralla para acallar la protesta del pueblo, pero el pueblo no se arredra y su ejemplo traza, ante los ojos de los pobres de Colombia, un claro sendero de lucha y unidad.