Indignación nacional por Consejos de Guerra
El movimiento que inició en enero el estudiantado antioqueño contra los atropellos cometidos por las directivas de la Universidad de Medellín, que se intensifico y extendió a nivel nacional para rechazar la visita de Henry Kissinger a nuestro país, que protesto combativamente contra la violencia que en esa ocasión desplegó la fuerza pública y cobro una víctima al caer asesinado en Medellín el 4 de marzo el estudiante Elkin Eduardo Córdoba Giraldo, ha redoblado su fuerza para denunciar la aplicación de la justicia castrense a numerosos estudiantes, detenidos en las manifestaciones del 12 de marzo en Bogotá y del 15 en Medellín. Ante el auge del actual movimiento estudiantil; el gobierno no ha ahorrado ninguna amenaza, provocación ni chantaje, tratando de intimidar al aguerrido estudiantado colombiano, que una vez más se levanta contra la opresión y la dominación imperialista.
Enfático rechazo a los Consejo de guerra
En desarrollo de sus medidas especiales de orden público, el gobierno del “mandato de hambre” ha enviado a sus esbirros a destruir centros docentes, a golpear y a capturar manifestantes, en la tarde del viernes 12 de marzo, haciendo alarde de vandalismo, los antimotines penetraron en predios de la Universidad Nacional de Bogotá, saquearon y destrozaron la Escuela Superior de Administración Pública, las residencias Diez de Mayo donde cometieron toda clase de desmanes, invadieron barrios aledaños a la Ciudad Universitaria donde atacaron residencias privadas y detuvieron a gentes que contemplaban con estupor los excesos de las hordas uniformadas y prestaban su apoyo a estudiantes heridos. El miércoles 17 de marzo, la policía allanó la Faculta de Arquitectura de la Universidad Nacional, Seccional de Manizales, y el INEM de Cali, donde destruyó los laboratorios. A todo esto se suma la medida más atrabiliaria y que ha provocado un enfático rechazo por parte del estudiantado y demás sectores populares del país: los consejos de guerra para numerosos detenidos en las manifestaciones estudiantiles de Medellín y Bogotá. Los estudiantes Guillermo Centanero Muñoz, León Fernando Mojica, Guillermo Antonio Vásquez, Luis Fernando Díaz, Edison Flórez, Alberto Jairo Rodríguez Castro, Javier José Cortés Cuellar y Luis Fernando Casabuenas Mora en Bogotá, y Jorge Mario Alvarez e Hidelbrando Montoya en Medellín, seleccionados al azar entre los detenidos fueron llevados a tribunales militares unas pocas horas después de ser capturados, y acusados de incendio de vehículos y de causar toda clase de lesiones a los uniformados. En forma relámpago se montó la farsa judicial, en la que se le negó a los acusados la más mínima posibilidad de defensa y en la se pretendió inculpar a bachilleres que entrenaban fútbol en una cancha cercana a la Ciudad Universitaria, de ser los directos causantes del desorden. Se condenó a Guillermo Centanero Muñoz, a Guillermo Antonio Vásquez y a León Fernando Mojica en Bogotá, a doce meses de prision a este último. Y continuando con el sainete, el 17 de marzo se condenó a Hidelbrando Montoya y a Jorge Mario Alvarez, alumnos del Liceo Pascual Bravo de Medellín. Y se anuncian nuevos consejos de guerra para juzgar a más de 32 estudiantes.
El crimen de Montería
Con la indignación y con ira, el estudiantado colombiano registra la muerte de dos más de sus combatientes. En Cereté y Montería el estudiantado se levantó para brindar su solidaridad al magisterio y protestar por los atropellos de que ha sido víctima este gremio en el departamento de Córdoba. El 12 de marzo, en Montería, una manifestación que conmemoraba la masacre estudiantil de marzo de 1969 y condenaba el allanamiento del Sindicato de Educadores perpetrado la víspera por la policía, fue brutamente atacada por las fuerzas represivas. En desarrollo de estos hechos, murieron ahogados en el río Sinú los compañeros Jairo Burgos, estudiante de agronomía y Jorge Morelos Viloria, alumnos de bachillerato. Bestialmente golpeados y perseguidos por agentes de la policía, varios manifestantes se vieron obligados a lanzarse al río. Los cadáveres de dos de ellos fueron hallados poco después. La muerte de los estudiantes enardeció al pueblo de Montería, que se unió masivamente a la protesta, y combatió con la soldadesca durante varias horas. Numerosos maestros y dirigentes sindicales fueron detenidos en esa ocasión. Al día siguiente la indignación popular desafió una vez más las medidas represivas, y miles de estudiantes, obreros, amas de casa y trabajadores en general asistieron al entierro de los compañeros caídos.
Como un reguero de pólvora
Las medidas extremas que han venido tomando el gobierno, lejos de acallar la protesta estudiantil y popular, la han extendido. Ahora los estudiantes de universidades y liceos en todo el país se levantan para exigir la libertad de sus compañeros detenidos y la suspensión de los juicios amañados que se están llevando a cabo en los cuarteles. Las movilizaciones se han extendido a Cúcuta, Tunja, Pasto, Cali, Barranquilla, Cartagena, Popayán, Sincelejo, Montería, Cereté y Manizales, ciudades donde la indignación por los consejos de guerra se ha sumando a las diferentes luchas reivindicativas del estudiantado, donde los centros docentes se hallan paralizados yu las asambleas y manifestaciones son casi diarias, a pesar de la ferocidad con que el gobierno pretende detener el avance del movimiento. Pero este no solo avanza, sino que ve diariamente sumarse a sus filas otros sectores explotados. Además, su voz de rebeldía ha encontrado eco en todas las gentes honestas del país: así, el Consejo Directivo de la Universidad de Antioquia, la Asociación Colombiana de Educadores de los INEM (Aceinem), la Asociación de Educadores de Antioquia (Adida), Proas, Fecode, la Asociación de Internos y Residentes del Hospital San Vicente de Paul de Medellín y la Asociación de Profesores de la Esap han expedido sendos comunicados en los que coinciden en rechazar el tratamiento que las autoridades vienen dando a los problemas universitarios, y el vandalismo policial.