NUEVO TEATRO

Con inusitada fuerza de un grupo de teatro ha interrumpido en el ámbito cultural del país: el Teatro Libre de Bogotá. Es quizás el más joven de los conjuntos profesionales, ya que sólo cuenta con algo más de año y medio de exigencia. Sin embargo su gran actividad y su intenso deseo de servir al desarrollo de un arte vigoroso, cuyas raíces nutricias penetren hondamente en la vida misma de nuestras masas, han hecho del Teatro Libre de Bogotá, un conjunto de importancia para el florecimiento de una expresión artística que sirva a los intereses del pueblo colombiano.

Su aparición y desarrollo hacen parte del gran despertar que agita la estructura toda de nuestra nación. Las grandes masas, por generaciones acalladas, marginadas y explotadas han emprendido la marcha hacia su liberación. Gritos de insurgencia penetran en los intersticios del grande y vetusto sistema oligárquico y lo resquebrajan. Cientos de miles de personas, cuyos sueños, esperanzas, anhelos, lenguaje, formas de vida, diario luchar, no habían logrado en el arte, elitista y extranjerizante, el derecho de manifestarse, lo van conquistando palmo a palmo en dura pelea.

El Teatro Libre de Bogotá es parte y manifestación de este proceso. La mayor parte de sus integrantes vivió y participó en las luchas que convulsionaron la universidad colombiana a fines de la década del sesenta y principios de la actual y que pusieron al descubierto las características antinacionales y antipopulares de la cultura y del arte colombianos. Esta verdad, junto con la vinculación a las masas, cambió radicalmente su actitud hacia el quehacer artístico. Era en la vida de la gente sencilla de nuestro país, en su lenguaje y sus costumbres, en sus tradiciones y sus luchas, en la realidad de esa inmensa cantidad de gente que constituye más del 80% de la población, en donde estaba la fuente inagotable y el camino seguro para la creación del arte nacional. Ese era también su publico.

A mediados de 1974 se fusionaron tres grupos que a lo largo de varios años de trabajo estuvieron vinculados pro la colaboración entre sus actores y directores y por el intercambio de experiencias. Fueron el Teatro Estudio de la Universidad de los Andes, el Teatro Independiente Popular, nacido en la Universidad Nacional, y el Teatro Libre, conformado por actores egresados de los anteriores y de escuelas de teatro. Así nació el Teatro Libre de Bogotá.

Poco a poco, en un trajinar ininterrumpido, el grupo ha ido encontrando formas de expresión nuevas y vigorosas que reflejan las características fundamentales, los anhelos más sentidos y las luchas heroicas de nuestro pueblo. Cada una de sus obras, desde “La Verdadera Historia de Milcíades García” hasta “Los Inquilinos de la Ira”, es un constante avance en su propósito de hacer un arte vivo, hermoso y combativo de, por y para el pueblo.
En año y medio de existencia, puede decirse que no hay lugar importante de la geografía colombiana adonde no se haya hecho presente. Pequeñas y grandes ciudades, aldeas y veredas, sindicatos industriales y agrarios, grandes, teatros como el Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá, el Municipal de Cali, el “Pablo Tobón Uribe” de Medellín o el “Fundadores” de Manizales han sido escenarios para las siete obras montadas hasta el momento.

Su taller de dramaturgia, trabaja permanentemente en la creación de nuevas piezas para el grupo, haciendo con ello un valioso aporte a la escasa dramaturgia colombiana. Jairo Aníbal Niño, el más conocido de los escritores del taller por su larga y brillante trayectoria literaria produjo en el último año tres obras: “El Rescate”, “El Sol Subterráneo” y “Los Inquilinos de la Ira”, obra ésta con la que el Teatro Libre de Bogotá participó en el pasado Festival del Nuevo Teatro, quedando entre los finalistas, y con la cual ha sido invitado al III Festival Internacional de teatro de Caracas para representar a Colombia. Sebastián Ospina ha entregado al Teatro Libre de Bogotá “La Huelga” “Tiempo Vidrio”, y “La Baldosa”, obras que están siendo montadas en la actualidad por el grupo. Finalmente Esteban Navajas, quien acaba de recibir el primer premio de Teatro Casa de las Américas 1976 por su obra “La Agonía del Difunto”.

Veintidós actores dirigidos por Ricardo Camacho e impulsados por un permanente deseo de encarnar de la manera más realista posible la vida de su pueblo, investigan, estudian y se funden con los sectores cuyas luchas diarias representan.