HUELGA DE BAVARIA, UN EJEMPLO DE BATALLA

Los trabajadores de Bavaria y su sindicato decidieron acertadamente irse a la huelga general, como única forma de resistencia ante el raponazo a sus conquistas convencionales que significa el contrapliego de 25 puntos. Es así como desde finales de diciembre, los 5.500 trabajadores paralizaron las plantas cerveceras en todo el país.

Fue una batalla en todo momento respaldada con entusiasmo por el resto del movimiento sindical y los sectores populares, que acompañaron a los huelguistas en sus mítines, asambleas, marchas y conferencias, entendiendo esta lucha como un ejemplo de la conducta que ha de asumir la clase obrera ante la embestida del imperialismo por desmontar las convenciones colectivas, destruir los sindicatos, despedir millares de operarios y abaratar la mano de obra.

Se hizo notoria a lo largo de estos dos meses y medio la grosera solidaridad de la gran prensa, los canales privados de televisión, los patronos y el gobierno con el Grupo Santodomingo. Todos ellos cerraron filas en torno al contrapliego, que presentaron como una necesidad para «desmontar los privilegios de los sindicalizados». ¡Suena cínica, por decir lo menos, la perorata de los dueños de Caracol TV y El Espectador señalando a los obreros como privilegiados!

Las utilidades de la cervecera, según La Nota Económica, alcanzaban en septiembre de 2000 la muy elevada cifra de $288 mil millones, las mayores del grupo empresarial Santodomingo, que posee enormes inversiones en los sectores de bebidas, transporte aéreo, seguros, comunicaciones, finanzas, servicios, metalmecánica, construcción, reforestación, petróleo, alimentos, automotriz y envases, entre otros.

El consorcio cervecero cubre hoy, como lo afirma Portafolio, el 90% del mercado nacional. Se trata de un monopolio, casi con posición dominante plena. En 1999, uno de los peores años de la economía colombiana, fue la segunda entidad en utilidades después de Ecopetrol, la cuarta en margen neto, con un 32,2%, y la octava en ventas por cada empleado, $189 millones. Pese a tan exorbitantes ganancias, la empresa adoptó una actitud intransigente frente al pliego de seis puntos del sindicato, persistiendo en un contrapliego que va por la flexibilización laboral de los contratos, para poder despedir a miles de trabajadores. Mucho pesa en esta estrategia el hecho de que los costos laborales en Cervecería Leona, de Tocancipá, recientemente adquirida en un buen porcentaje por el Grupo, sean muy inferiores a los vigentes en Bavaria.

El contrapliego se presenta justo en el momento en que comienza a ventilarse una reforma laboral que, al decir del ministro Juan Manuel Santos, eliminará los estorbos que hoy impiden «ampliar nóminas o mantener los empleos actuales a menor costo».

El ministro Angelino Garzón es ahora el encargado de quitar dichos estorbos: las jornadas nocturnas empezarán desde las 8 de la noche, los domingos serán días normales, el salario se pagará por horas, habrá un salario mínimo integral y se impondrán las revisiones permanentes de las convenciones colectivas. Garzón también ha hecho su aporte, al proponer contratos de media jornada y reducción de extras.

Al cabo de setenta días de huelga, y con la perentoria citación a tribunal de arbitramento hecha por el ministro de Trabajo, la asamblea nacional de delegados decidió levantarla el 28 de febrero y notificarse de la resolución oficial.

Al respecto, se alzaron voces dentro de los trabajadores que advirtieron sobre la inconveniencia de aceptar el tribunal y sobre las expectativas en torno a las promesas de mediación hechas por el ministro de Trabajo.

La batalla se cerró con el mismo ánimo con que se había inaugurado. Hubo escenas inolvidables, como la que se vio en la planta de Pereira, donde los seiscientos valerosos huelguistas ingresaron entonando La Internacional y coreando que seguirán en el combate.