En el discurso que pronunciara el 6 de agosto del año pasado en Pyongyang, al dar la bienvenida al jefe de Estado de Camboya y Presidente del Frente Unido Nacional de Camboya, Samdech Norodom Sihanouk, el Primer Ministro de la República Popular y Democrática de Corea, Mariscal Kim II Sung, analizó certeramente la visita del Presidente de los Estados Unidos a la República Popular China, visita que debe considerarse como “el viaje triste de un vencido”.
Los apartes del discurso de Kim II Sung relativos al viaje de Nixon a China son los siguientes:
“En sus esfuerzos por atacar a las fuerzas revolucionarias en Asia los imperialistas yanquis dedicaron grandes fuerzas a bloquear y asfixiar a la República Popular China.
Desde los primeros días del triunfo de la revolución popular en China, el imperialismo norteamericano miraba con hostilidad a la República Popular China sin reconocerla y perpetró todas las maniobras virulentas para bloquear y aislar a China movilizando todas las fuerzas reaccionarias. Simultáneamente con la provocación de la guerra agresiva en Corea, los imperialistas yanquis ocuparon a Taiwan, sagrado territorio inseparable de la República Popular China y han venido perpetrando sin cesar la amenaza de agresión militar y actos hostiles de provocación contra el pueblo chino.
Pero todas estas maniobras fracasaron. A pesar de la política de bloques y aislamiento del imperialismo yanqui, la República popular China, lejos de ser asfixiada, ha crecido y se ha desarrollado cada día más como un poderoso Estado Socialista erguido majestuosamente en Asia y como una poderosa fuerza revolucionaria antiimperialista.
En estos días, el establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China, reconociéndola como el único gobierno legítimo del pueblo chino constituye una tendencia mundial indetenible, y la política del bloqueo del imperialismo yanqui contra China llegó a su fin vergonzoso.
Bajo esta circunstancia histórica en que el imperialismo yanqui se encuentra en un callejón sin salida en el plano interior y exterior, hace poco Nixon publicó su plan de visita a China.
Este significa el fracaso completo de la política hostil a China, perseguida temerariamente por el imperialismo yanqui durante más de 20 años para detener con la fuerza el curso de grandes cambios revolucionarios en China que cuenta con casi un cuarto de la población mundial, y quiere decir que el imperialismo yanqui se puso de rodillas por fin ante la presión de las poderosas fuerzas revolucionarias antiimperialistas del mundo.
En fin de cuentas, esto es que Nixon viene a Pekín con la bandera blanca, igual que en el pasado los agresores imperialistas yanquis derrotados en la guerra coreana aparecieron en Panmunyom con la bandera blanca.
Todos los hechos demuestran que en nuestra época el proceso de desmoronamiento del imperialismo se acelera a una velocidad extraordinariamente rápida.
En estos días, surgen en el mundo varias opiniones en relación con el plan de visita de Nixon a China.
La visita de Nixon a China no es una marcha de un triunfador sino el viaje triste de un vencido y refleja tal como está, el destino del imperialismo yanqui que asemeja al de un sol poniente. Esta es una gran victoria del pueblo chino y de los pueblos revolucionarios del mundo.
El Partido Comunista de China y el pueblo chino son un partido y un pueblo probados y templados, que tienen las gloriosas tradiciones de haber venido librando durante largo tiempo la lucha revolucionaria antiimperialista y las ricas experiencias de haber enfrentado a la punta de lanza del enemigo con la suya para quebrantarla y haber hecho frente y frustrado la táctica de engaño de los enemigos oponiéndole al principio revolucionario. Hoy también la República Popular China, sirviendo de un pilar recio de las fuerzas revolucionarias antiimperialistas en Asia, lucha resueltamente contra la política de agresión y guerra de los imperialistas acaudillados por el imperialismo yanqui y ayuda activamente a todos los pueblos revolucionarios de Asia y el resto del mundo que se oponen a los agresores imperialistas yanquis, manteniendo firmemente el principio del internacionalismo proletario.
El Gobierno de la República popular China reafirma que en el futuro también mantendrá firmemente sus invariables principios revolucionarios y apoyará y respaldará continua y activamente a los pueblos revolucionarios en lucha.
En la actualidad, el interior del campo imperialista con motivo del plan de visita de Nixon a China se abisma en una nueva confusión y descomposición Sato, primer ministro del Japón, que se ponía en la delantera más que nadie para ejecutar la política hostil hacia la República Popular China, siguiendo por entero al imperialismo yanqui, cada día pronuncia, extremadamente perturbado, palabras carentes de lógica, haciendo esfuerzos desesperados para encubrir la derrota de su política reaccionaria. Otros Estados satélites y los títeres del imperialismo yanqui, que seguían ciegamente a este último también están perturbados no sabiendo a donde dirigirse y particularmente la camarilla de Chan Kai-Chek y la camarilla títere de Corea del Sur lanzas gritos fúnebres presas de gran inquietud y temor. (…)
(…) Los pueblos coreano y chino han venido luchando siempre hombro con hombro y de mancomún en el frente común contra el imperialismo norteamericano y sus lacayos, y han experimentado a través de la vida práctica que sus destinos no se pueden separar.
Hoy cuando se tornan cada día más abiertas las maquinaciones de agresión y de guerra a base de la confabulación y contubernio de los imperialistas norteamericanos y los militaristas japoneses en Asia, los pueblos de nuestros dos países, Corea y China, hacen más firmes todos los preparativos para enfrentarse conjuntamente a cualquier agresión enemiga, como compañeros de armas revolucionarios, como aliados fraternales también en el futuro al igual que combatieron y vencieron en el pasado compartiendo la vida y la muerte, la pena y la alegría en la misma trinchera.
Precisamente hace poco, con motivo del décimo aniversario de la conclusión del Tratado Coreano-Chino sobre Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua, se intercambiaron las delegaciones del Partido y del Gobierno entre nuestros dos países y se llevaron a cabo en Pyongyang y Pekín, capitales de los dos países, y otras localidades solemnes concentraciones de masas. Estos actos conmemorativos manifestaron una vez más ante todo el mundo la inconmovible decisión de los pueblos de los dos países, Corea y China, de alcanzar la victoria luchando juntos hasta el fin contra el imperialismo norteamericano y el militarismo japonés.
Son indestructibles la amistad y solidaridad fraternales de los pueblos coreanos y chino que han sido cimentadas con la sangre y superaron toda clase de pruebas de la historia. También en el futuro nuestro pueblo avanzará para siempre junto con el hermano pueblo chino en la lucha contra el enemigo común.
Para vencer a los imperialistas acaudillados por el imperialismo norteamericano, hay que reforzar más la solidaridad no sólo de los pueblos de los países asiáticos en revolución sino también de los pueblos de todos los países del mundo en revolución.
También en el futuro con la bandera del marxismo-leninismo y la bandera revolucionaria de la lucha antiimperialista y antiyanqui en alto, nos uniremos con los pueblos de los países socialistas y con los pueblos revolucionarios de todas las regiones del mundo incluyendo Asia, Africa y América Latina para ir luchando con más vigor por la victoria de nuestra causa común”. (…)