Entre el 1 de julio y el 13 de agosto del presente año Felipe Arango realizó su más reciente exposición pictórica, titulada Naturaleza muerta e historia del arte, en el Museo de Museos de Colsubsidio, en Bogotá. Desde aquel lejano 1977 en el que expuso por primera vez en la capital de la República, ha realizado exposiciones individuales en diversas ciudades colombianas y otras del exterior, como Milán, Siena, Mallorca y hasta la remota Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos, amén de las veintinueve colectivas en las que desde 1981 ha participado, que incluyen ciudades como París, Londres, Burdeos, Madrid, Buenos Aires y Livorno.
La pintura de Felipe Arango materializa gran riqueza artística y humana, así como la disciplina y sensibilidad estética de su autor. Ha trasegado con maestría el lápiz, el carboncillo, el grabado, el pastel y el óleo. Sus pinturas son el producto de una línea cuidadosa, de firme manejo de la luz, el color y la perspectiva, de brochazo grueso y enérgico que ha insistido en lo figurativo, explotando las siempre nuevas posibilidades de la figura humana y la realidad material. En su perspectiva, el primer plano no es necesariamente el más importante, enfatizándose el segundo o diversos planos, creando así nuevas dimensiones.
Como expresara la periodista Bárbara Mastella, en la italiana Televisa, Eco Televisión, en afortunada síntesis del enfoque y periplo artístico de nuestro personaje, «ferozmente figurativo, amante de la imagen en una época enteramente dedicada a lo conceptual, Felipe Arango defiende su posición contraponiendo a las imágenes abstractas de la tendencia universal, la mirada firme y deformante de un artista convencido de que el hombre sigue siendo el protagonista de su misma historia». O como escribiera la periodista Kelly Velásquez en France Press, «es la fase profundamente colombiana, en la que el color, la gente, los anónimos de una sociedad anónima recobran una dignidad, un espacio. Pero es que sus deformaciones no perdonan tampoco nivel cultural, social, ni mito. Surge entonces la desacralización de Europa, tras ocho años de permanencia en Italia».
Felipe Arango siempre ha reivindicado su condición de artista colombiano. Su compromiso, su anhelo, su convicción y su amor nunca han abandonado los lares patrios. A pesar de apropiarse de la riqueza y diversidad de la realidad y creación universales, sus lazos intelectuales y anímicos permanecen en Colombia. Aunque actualmente reside en Roma y ha vivido también en Londres y Madrid, nunca ha perdido contacto con su tierra, a la que espera poder retornar definitivamente. En su juventud trocó el diploma de arquitecto, para cuya consecución sólo le faltaba un año de estudios, por una febril actividad revolucionaria como militante del Moir. Y aunque ha concentrado su insomne esfuerzo en la creación artística, no ha traicionado nunca sus convicciones al lado de los desposeídos y sus luchas.
Como a tantos otros artistas, el medio nacional le ha sido esquivo, siendo que sólo hasta ahora empieza a ser reconocido. Careciendo del respaldo gubernamental y del cerrado círculo de quienes divulgan y comercian con la creatividad artística, desconociendo la riqueza –natural, laboral e intelectual– de lo nacional, se ha abierto camino solitario, a pulso. Forma parte de esa multitud de connacionales que más allá de nuestras fronteras entregan lo mejor de sus capacidades y trabajo, haciendo conocer y aportando al mundo los tesoros de Colombia y sus gentes.
La persistencia de su empeño y la calidad de sus pinturas le han valido múltiples premios. En 1999 obtuvo el primer premio en el XIV Premio Italia per le Arte Visive de Florencia. En 1998 el premio del Círculo de Arte y Cultura Il Quadrivio en el XXV Premio Sulmona y el premio Exposición en el XIII Premio Italia per le Arte Visive, ambos en Italia. En 1997, el primer premio Fiorino d´oro en el XV Premio Firenze de Florencia; mención especial en el Second International Art Biennal de Valletta, Malta; el premio editorial en el XII Premio Italia per le Arte Visive, Premio de la Región Toscana al mejor artista extranjero en Certaldo, Italia; y el tercer premio de pintura, Arte en Video en Miami. Igualmente ha recibido importantes premios en Valleta, Rávena y Milán.
Estamos seguros de que lo mejor de la obra de Felipe Arango está por venir. Continuará enriqueciendo el patrimonio cultural colombiano y acabará, ojalá pronto, imponiendo el reconocimiento de su aporte artístico a sus compatriotas. Al igual que los demás valores que tan prolíficamente florecen en nuestra tierra, su batallar convencido está llamado a abrir brecha en un país en el que saldrán avantes la tenacidad y la riqueza de nuestros trabajadores –del arte, el campo, la industria y demás faenas productivas– en contra de los poderes que en las metrópolis y en el interior se empecinan por coartar el progreso de la nación.