Tribuna Roja. Doctor Ángel María, cuéntenos cómo ha sido el proceso de creación del movimiento que usted dirige.
Ángel María Caballero. El nacimiento fue bien curioso. Éste es un movimiento que surgió de base arrocera, en protesta por las importaciones del año pasado. Ya anunciadas por el gobierno, hicimos una reunión con el ministro el 26 de enero, en El Espinal. El funcionario dijo allí que a partir de este año «el Ecuador y Venezuela serían departamentos de Colombia». Y desde ahí advertimos lo que se nos venía encima. En ese momento los insumos habían subido 32% y el arroz bajado 16%, mientras los molineros nos anunciaban que este año el arroz no iba a subir porque iba a haber un elevado tonelaje de importaciones. ¡Y llega el ministro y nos mata con esa exposición! No había de otra: arrancamos con Salvación Agropecuaria. Claro que todavía no se llamaba así.
El movimiento comenzó siendo impulsado por Fedearroz. Pero era una protesta sin tiraje social. Y entonces yo planteé que debíamos crear una asociación que defendiera a todo el agro colombiano. Llamé a David Loayza, de las comunidades indígenas del Tolima. Y Fedearroz, al ver el sesgo que tomaba el asunto, comunicó que ya no nos seguía acompañando.
Logré después hacer contacto con el doctor Jorge Enrique Robledo, mi amigo de infancia, pues me había gustado mucho una columna suya, publicada en La Patria con el título «En Colombia había…» Había trigo, había sorgo, había maíz, había algodón. Y él me dijo: «Ángel María, que no vayamos de pronto a tener que decir también que había arroz, y que había Colombia, y que había patria». Y nos pusimos a organizar las distintas asociaciones del sector agroempresarial y campesino. Ahí entraron Unidad Cafetera, Agameta, los distritos de riego, los ganaderos del Magdalena Medio, la Asociación Agropecuaria del Huila, los indígenas, los paneleros y algunos bananeros de la Costa. El 9 y 10 de junio hicimos un foro en Ibagué con quince agremiaciones con delegados plenos y otras 93 con delegados observadores. Hemos llevado a cabo tres paros, uno el 21 de abril, otro el 7 de julio y el último el 28 y 29 de julio, que fue como la entrada en sociedad, la presentación a todo el país del movimiento de Salvación Agropecuaria. Finalmente, el 7 de agosto la junta directiva de Salvación Agropecuaria determinó sumarse al Paro Cívico del 31 de agosto.
TR. ¿Cuál es el balance que ustedes tienen del paro realizado el 28 y 29 de julio?
AMC. El paro consolidó la asociación. Hay ahora más sentido de pertenencia, incluso entre el sector indígena del Tolima. Se agrandó la base social, un avance que para mí es de enorme trascendencia. Hubo 34 bloqueos y una parálisis total en muchas carreteras principales de diez departamentos.
TR. ¿Cuál es la perspectiva de Salvación Agropecuaria?
AMC. La meta a corto plazo es incluir a nuevos sectores, llegar a otras partes del territorio nacional y divulgar los siete puntos del programa que hemos expuesto en materia de política agropecuaria. Y sobre todo, consolidar lo ya ganado y afianzar la unidad interna. Hemos preferido ir ganando en representatividad, así no negociemos mayor cosa por el momento con el gobierno nacional. Es que hasta ahora los gremios han ido cada uno por separado a negociar con los altos poderes sobre la base de ganarse unos cuantos gajes para el propio sector. Nosotros no hemos estado de acuerdo con eso. Tal como están las cosas, si no nos unimos, el campo colombiano no se salva. La actividad agropecuaria se halla en peligro de desaparecer.
TR. En este plan que ustedes tienen de ir acercando a otros gremios, ¿qué posibilidades hay de que se sumen las grandes federaciones?
AMC. Escasas, es la verdad. Nos hemos dado cuenta de que muchas de ellas no son más que cascarones políticos interesados en buscar nexos en los despachos oficiales, con una enorme burocracia y grandes privilegios. Se olvidaron por completo de la función social que ha de cumplir toda agremiación. Algunas, por ejemplo, acaban de negociar con el gobierno varios miles de millones de pesos; la contraprestación que se les pidió fue que salieran a atacar a Salvación Agropecuaria. Por eso cuando nosotros los oíamos hacer declaraciones en la radio contra el paro del 28 de julio, nos limitábamos a responder: «Es mala educación hablar con la boca llena». Y eso sí que le ha dado risa a la gente. Decíamos también: «No es lo mismo vivir de la agricultura, que vivir de los agricultores». Pese a las divergencias, seguiremos procurando con ellas cualquier acercamiento.
TR. ¿Qué los llevó a vincularse al Paro Cívico Nacional del 31 de agosto?
AMC. Fue una decisión algo difícil, por una razón muy evidente: la base social de Salvación Agropecuaria es algo heterogénea. Hay sectores empresariales y hay campesinos, todos con distintas posiciones políticas. Se advierte alguna prevención contra el sindicalismo. Entonces hubo que explicar que existe una orquestada campaña de desprestigio por parte del gobierno. Y lo segundo que hubo de esclarecerse es que para sacar avante los siete puntos de Salvación Agropecuaria tenemos que cuajar una férrea unión con los demás sectores damnificados de la sociedad colombiana, sean ellos de la empresa privada o del trabajo. ¿Por qué? Porque lo que está en juego no es asunto de poca monta. Y aquí valga una anécdota. Estaba yo una vez reunido con el ministro y él me dijo: «Doctor, este pliego que usted me trae más bien parece un programa de gobierno». Me tocó replicarle: «Ministro, eso es precisamente lo que le ha estado haciendo falta a este país».
TR. ¿Cómo fue entonces la acogida que le dio la junta directiva de Salvación Agropecuaria a su propuesta ?
AMC. Casi unánime. Con las observaciones que yo tuve oportunidad de formularle a Luis Eduardo Garzón, expresando las inquietudes que hubo entre algunos gremios que allí participaron. Que no fuera a salir al otro día la noticia de que arreglaron las centrales obreras con el gobierno y nos dejaron a nosotros «colgados de la brocha». Las prevenciones eran muchas. Hasta hubo un directivo que en esa junta se puso a aconsejarme: «Angel María, ¿qué necesidad tiene usted de meterse a un paro de ésos? Lo que usted debe hacer es recorrer todo el país, vereda por vereda, explicando los siete puntos de Salvación Agropecuaria». Hombre, pensaba yo para mis adentros, mientras lo oía hablar: ¿sí sacaría usted el tiempo, doctor, para viajar conmigo vereda por vereda? Porque es muy bueno hacer propuestas cuando el realizarlas corre por cuenta de otros. Es que en definitiva, y desde luego, acatando la democracia que debe haber en este tipo de asociaciones, uno respeta más, a la hora de votar cualquier decisión, aquellos movimientos que cuentan con un mayor caudal de seguidores, producto de su esfuerzo y de su trabajo. Porque son ellos los que en últimas entran a definir.
TR. ¿Ha habido algún proceso de negociación con el Ministerio de Agricultura?
AMC. Hace algún tiempo el ministro se comprometió con los arroceros a darnos para la cosecha un incentivo de almacenamiento. Pero fue una inversión exigua. Miren no más las cifras. Con el Idema perdían, según ellos, 150 mil millones de pesos al año; y el incentivo que aprobaron el año pasado fue de apenas seis mil millones, más o menos, y hasta julio no lo habían terminado de pagar.
Hemos pedido acuerdos para que se rebaje el precio de los insumos, ¿y dónde están? La agroindustria de este país enfrenta desventajas macroeconómicas mayúsculas, incluso frente a vecinos subdesarrollados como Ecuador. ¿Qué está haciendo el gobierno para contrapesar esos factores negativos? Absolutamente nada.
La ministra de Comercio Exterior afirmaba hace unos días que el problema del agro es sólo la inseguridad, no la apertura. Quieren tapar el sol con las manos, porque el gobierno está obligado a abrir fronteras, mas no para ayudar a las exportaciones colombianas, sino porque el señor Pastrana está empeñando cada vez más al país con la banca internacional, y esos empréstitos vienen atados a las importaciones masivas de toda clase de productos, incluidos los alimentos.
Salvación Agropecuaria al Paro Cívico Nacional
(Apartes de la declaración aprobada en Ibagué por la junta nacional de Salvación Agropecuaria, reunida el 7 de agosto).
Teniendo en cuenta:
Que las políticas neoliberales de apertura y privatización están destruyendo la producción agropecuaria nacional y empobreciendo y arruinando a campesinos, empresarios e indígenas.
Que a pesar de que está demostrado el fracaso de las políticas neoliberales, el gobierno nacional se empeña en mantenerlas.
Que el gobierno nacional no ha dado respuestas positivas a las peticiones expresadas por la Asociación por la Salvación Agropecuaria, a pesar de las grandes movilizaciones realizadas.
Resuelve:
Aprobar la participación de la Asociación por la Salvación Agropecuaria en el Paro Cívico Nacional del 31 de agosto.
Anunciarle a todo el sector agropecuario colombiano que la Asociación por la Salvación Agropecuaria participará en el Paro Cívico Nacional del 31 de agosto en procura de lograr respuestas positivas a los siete puntos del programa de nuestra organización y en defensa de toda la producción nacional.
En defensa de la ganadería, amenazada por las importaciones de leche
En la vasta llanura que se extiende entre el río Guarinó y el río Purnio surgió hace muchas décadas la cría ganadera en La Dorada. Según lo ha reseñado Benjamín Ángel Maya en sus amenas notas periodísticas, fue hacia 1920 cuando pioneros como don Heriberto Londoño dieron impulso a las primeras fundaciones. Aquéllos eran hombres, rememora el cronista, a quienes «no se les veía caer el rejo al suelo».
El río Purnio vio el nacimiento de la ganadería en la región. Y el 28 de julio, en el marco del gran paro nacional agropecuario, el mismo río vio a decenas de ganaderos en pie de lucha para que no perezca.
Fue allí donde se hizo, durante casi treinta horas, uno de los bloqueos más intensos de la crucial jornada. En un hecho quizá sin precedentes, todo el tráfico automotor de la estratégica autopista Bogotá-Medellín se vio paralizado por varios comités ganaderos, que confluyeron con sus tractores y vehículos a la entrada del puente: los de Dorada y Honda, Puerto Salgar, Caparrapí, Puerto Triunfo y Yacopí.
Con las notas del himno nacional, seguidas en el altoparlante por las del himno ganadero, madrugó la protesta desde las cuatro de la mañana. Una inmensa pancarta blanca, iluminada por las luces de las antorchas y farolas, presidía la ceremonia: «¡No a las importaciones de alimentos!» Allí estaban los directivos y afiliados de la Federación de Ganaderos del Magdalena Medio, Fedemedio, entre ellos Marta Liliana Gualteros, Alfonso Ángel, Juan Rueda, Sixto Osorio, Ramiro Camacho, Alberto Barrios, Guillermo Merino, Eliécer Pardo, Antonio Ramírez, Fidel Vergel y muchos más.
Hacia las ocho se procedió a brindar el desayuno a las más de 300 personas reunidas. La víspera habían sido sacrificados cuatro reses y un búfalo.
A las once se hizo presente la Banda Juvenil del Politécnico, dirigida por Henry Barragán e integrada por una treintena de muchachas y muchachos entre los siete y quince años, que interpretaron una ronda de papayera hasta pasado el mediodía.
En la tarde visitó la caseta del bloqueo el alcalde de La Dorada, Orlando Echeverri, para felicitar al comité organizador. 200 activistas del magisterio y el Intersindical se acercaron también, a media tarde, a hacer llegar su apoyo solidario.
Con parte de victoria, el bloqueo de La Dorada se levantó el jueves 29.