Los representantes del Comité Regional de Solidaridad de Cundinamarca y del sindicalismo independiente se reunieron en Bogotá el 5 de septiembre y aprobaron un documento, que publicamos a continuación, en el que se denuncia la comedia montada por el Consejo Nacional Sindical a raíz de la consigna de preparación de un paro nacional de protesta. El siguiente es el texto del comunicado:
Las dos confederaciones patronales, que forman parte del Consejo Nacional Sindical (CNS), no dieron tiempo a que Turbay Ayala terminara de posesionarse para rendirle pleitesía. Ya desde agosto, el mismo mes de la posesión, la UTC resolvía «abrir un compás de espera» frente al gobierno y la CTC le brindaba su caluroso aplauso, a tiempo que celebraba la presencia en el gabinete del «compañero ministro» Marín Bernal.
El 28 de septiembre, el comité ejecutivo de la UTC, con la firma de Tulio Cuevas, desautorizó un pronunciamiento emanado del CNS que repudiaba el Estatuto de Seguridad. En la desautorización, la UTC fijaba así su política frente al aberrante Estatuto: «aquellas disposiciones tendientes a administrar pronta y cumplida justicia, deben conservar su vigencia». A renglón seguido añadía, para lavarse las manos: «pero no compartimos las disposiciones tendientes a coartar el libre ejercicio de los actos sindicales». Y a la CSTC, íntima aliada suya en el Consejo Nacional Sindical, ¿qué concepto le mereció tal exabrupto? Cuando el 29 de septiembre «El Tiempo» entrevistó al vicepresidente de la susodicha central, Miguel Antonio Caro, éste respondió con soberano desparpajo: «la conducta de UTC no resquebraja inevitablemente al CNS» y «su declaración, de hecho, significa únicamente que en el CNS hay absoluta libertad de discrepancia». Y remató: se ha querido exagerar lo que ha sido un ligero incidente».
En el reciente III Congreso de la CSTC, uno de los acuerdos esgrimidos para justificar la frágil existencia del Consejo Nacional Sindical fue el «pliego unificado», que le pide al gobierno, como por cumplir, un incremento en los salarios. Pero hasta tal entendimiento quedó bien pronto ridiculizado por los cabecillas vendeobreros que, con motivo de una de las alzas en las tarifas del transporte, le suplicaron a Turbay que convocara «cuanto antes el Consejo Nacional de Salarios», no para entablar negociaciones sobre las aspiraciones de los trabajadores, sino para iniciar consultas, a puerta cerrada, «sobre el proyecto de universidad obrera… y el nombramiento de agregados laborales en las representaciones diplomáticas en el exterior». En los siguientes meses, UTC y CTC insistieron en la llamada concertación con el gobierno. Tocar sumisamente a las puertas de la alta burocracia, cada vez que está en vísperas de germinar la indignación del pueblo, se ha vuelto una costumbre inveterada en estas dos centrales. Que lo desmienta el señor Apecides Alvis, de la CTC, designado representante personal de Turbay ante el Consejo Directivo del ISS, en momentos en que crecía la protesta de los trabajadores contra el desgreño de la asistencia médica estatal.
Con este doble juego, los Hurtados y los Cuevas pueden continuar siendo los pajes del gobierno, mientras posan de radicales tras la mampara del Consejo Nacional Sindical, de gancho con el mamertismo.
El esquirolaje continúa haciendo de las suyas en el sindicalismo colombiano. A la CSTC sólo le preocupa, por lo visto, que la dejen por fuera del reparto. Ha resuelto arropar con el silencio las felonías de las centrales gobiernistas, para que no se enfríe la engañosa armonía del Consejo Nacional Sindical. La conciliación a todo trance. Hasta en «Voz Proletaria» se giró un cheque en blanco: «en ningún caso y por ningún motivo serán la confederación sindical, sus federaciones, sindicatos y dirigentes, los que promuevan ningún agrietamiento, parálisis o ruptura del proceso unitario de las cuatro centrales».
El 23 de agosto pasado se constituyó en Bogotá un «comité cívico», encargado de «preparar las condiciones de un nuevo paro nacional contra la carestía». Partió la iniciativa de Festrac y Asicun, filiales respectivamente de CSTC y de CGT. Cuajaba así el globo de ensayo que en tal sentido había lanzado la CSTC, cuidándose de no aparecer directamente involucrada.
Corrieron a hacer parte del mencionado comité, Fenaltrase, Provivienda, Fenaltraconcem y Fensa, todas ellas filiales de la CSTC, así como la UMD, la FJO, la UNES y demás aparatos fantasmales del PC. Se decidió que la dirección quedara en manos del Consejo Nacional Sindical, para excluir a los sectores revolucionarios del proletariado.
El sindicalismo independiente respaldó la consigna de un paro de protesta, si bien exigió el establecimiento de .una dirección conjunta, sin exclusiones sectarias de ninguna índole y con objetivos acordados conforme a los principios universales de la democracia obrera.
Cuando se comenzaban a gestar reuniones a nivel de base, la UTC y la CTC manifestaron al unísono su radical oposición al movimiento. Muchas cosas han cambiado desde el 14 de septiembre de 1977. El pastranismo, corriente de cuyo directorio hace parte Tulio Cuevas, se hallaba entonces en cerril oposición al gobierno de Alfonso López Michelsen. Hoy, por el contrario, este grupo está integrado sólidamente a la coalición bipartidista dominante. En consecuencia, Cuevas y sus conmilitones encuéntranse obligados a escudar, en una u otra forma, todas las medidas expoliadoras del régimen turbayista. Esto explica la bendición soslayada que le impartieron al Estatuto de Seguridad. Y después, cuando en decretos sucesivos el Ejecutivo alzó el precio de la gasolina, el transporte, la leche y demás artículos de primera necesidad, y cuando el proletariado, por tales atropellos, empezó a gestar la idea de preparar un movimiento de protesta, los vendeobreros corrieron a jugar su consabido papel de apaciguadores del descontento de las masas. Dijeron que no existían condiciones para una movilización general y popular. Y prefirieron presentarle al gobierno unos ridículos puntos petitorios reclamando de nuevo la política concertada con los capitalistas y el Estado, la constitución de los demagógicos comités de control de precios, e incluso prohijaron la propuesta de la espuria Confederación de Consumidores del exgerente del Idema, Ariel Armel, consistente en pensar en rebajarles los impuestos a los industriales de la leche. Es decir, en lugar de estimular la lucha de los oprimidos, cohonestar las maniobras de los usufructuadotes de la carestía.
Lo que no ha cambiado en la situación es que la SCTC, ayer como hoy, marcha a la cola de las camarillas pratronales.
El 28 de agosto fue convocado el CNS para considerar la ratificación o improbación del paro. Y la CSTC, que días antes había repartido circulares de apoyo al movimiento, entró a la reunión y claudicó. El Consejo Nacional Sindical decidió ese día suscribir un proyecto de pliego, «que será presentado al gobierno del presidente Turbay», con el propósito de materializar la política concertada.
¿Qué había sucedido? pues que el Partido Comunista y su aparato sindical seguían siendo fieles a su tradición. Nunca se ha visto, si se examinan los acontecimientos de los últimos años, que la CSTC se haya atrevido a secundar un movimiento de envergadura nacional en que no participe Tulio Cuevas. Siempre, bajo la batuta y las condiciones de éste, participó invariablemente a la zaga en los paros del 65, 69, 71 y 77. Ahora, como Tulio Cuevas y la CTC decidieron trocar el deseo de lucha de los trabajadores por la componenda por el gobierno, entonces la CSTC, después de haber considerado la conveniencia de adelantar una acción general, ario la bandera y concluyó enfáticamente que no existían las condiciones objetivas ni subjetivas para materializar combativa y ejemplarmente la protesta del pueblo colombiano. Y para colmo de la desfachatez, se ha venido lanza en ristre contra quienes manifestaron estar de acuerdo con la preparación de un paro, calificándolos de aventureros y anarquistas.
Desde el punto de vista de la clase obrera es lícito aprovechar las contradicciones del enemigo y lícito también modificar un plan de lucho si varían las condiciones que lo hacían viable. Esto no se discute. Lo que denunciamos ante el país es que se sustituya la consigna de paro con la traición, como acaba de hacerlo la CSTC, al plegarse, cual manso cordero, a las putas entreguistas y de al burla al pueblo, diseñadas por los esquiroles de todos los conflictos.
Una lección preciosa, por vía negativa, para los que dudan de la estrategia embaucadora y de la charlatanería del Consejo Nacional Sindical
Abel Rodríguez, presidente de Fecode
Héctor Fajardo A., tesorero de Fecode
Hugo Cruz, presidente de Aceb
Guillermo Martínez, vicepresidente de Aceb
Agustín González, presidente de Sittelecom
Rafael Conde, presidente de Sintracreditario
Jorge Pedraza, presidente de Sinucom
Israel Vergara, tesorero de Sindillantas
Pablo Hernández, directivo de Sindillantas
Alfredo Morales, presidente de Sintrahacienda
José Argemiro Ávila, presidente de Sindes
Gustavo Mejía, presidente de Sintracueducto.