El jueves 22 de febrero, a las 6:30 de la mañana, en el municipio de Miraflores, al sur-occidente de Tunja, 40 soldados al mando de un teniente del ejército, allanaron la casa del camarada Mauricio Jaramillo, dirigente nacional del MOIR y secretario del partido en Boyacá y Casanare. Después que la tropa le decomisara sus libros y otras pertenencias personales, ya que en Colombia hasta leer se ha vuelto un delito, un juez militar improviso sobre la marcha una boleta de captura y el traslado del compañero a las dependencias del batallón, en el capital del departamento, y posteriormente a la cárcel de El Barne, donde todavía esta preso. A Mauricio Jaramillo se le acusa de ser “agente subversivo”, “promotor de invasiones agrarias” y “enemigo de las instituciones democráticas”.
A finales del año pasado, Mauricio Jaramillo se vinculo a varias organizaciones campesinas de Zetaquira y Miraflores, y particularmente a la Junta Prestataria de las veredas de Rusa y Guanatá, que desde 1975 venía luchando para que un latifundio abandonado, de casi 6 mil hectáreas, conocido con el nombre de Mundo Nuevo, les fuera entregado en propiedad a más de 40 familias de agricultores sin tierra. Sus esfuerzos, sin embargo, se perdieron entre montañas de cartas, documentos notariales y costosos viajes hasta el Incora. La presión de los labriegos, decididos a ocupar la tierra a como diera lugar, hizo que el dueño de la hacienda, Patrocinio López Vargas, resolviera venderles un pedazo a un precio conveniente. Los campesinos aceptaron y, el 17 de febrero de 1979, tomaron posesión de sus parcelas y comenzaron a sembrar.
Cinco días más tarde era detenido en Miraflores Mauricio Jaramillo. Esgrimiendo falsos títulos de propiedad, el diputado liberal de Boyacá, Alfonso Mendoza, reclamó para sí los predios recién cercados por los campesinos, y con la venia del gobernador Perico Cárdenas, acusó al dirigente del MOIR de haber instigado un “invasión” y urdió su captura. Los agricultores fueron brutalmente golpeados en la primera semana de marzo, y seis de ellos llevados hasta Tunja, donde los militares pretendieron por la fuerza arrancarles confesiones amañadas. Uno de ellos, Benedicto Daza, sigue en los calabozos de El Barne. El inicuo atropello contra Mauricio Jaramillo despertó una oleada de indignación en todo el país. Organizaciones sindicales y ligas campesinas han denunciados la arbitraria detención, y el compañero ha recibido permanentemente muestras de solidaridad. El dirigente del Frente por la Unidad del Pueblo, Jaime Piedrahita Cardona, y el secretario general del MOIR, Francisco Mosquera, visitaron a Mauricio Jaramillo en la cárcel y condenaron enérgicamente, en éste y otros casos, la sevicia del régimen. Como señala una declaración del Comité Ejecutivo de nuestro Partido, fechada en Bogotá el 28 de febrero, este desafuero “forma parte de una larga cadena de hostigamiento contra la militancia del MOIR, llevados a cabo por las autoridades, desde hace varios meses y en diversas zonas del país. Se trata de una persecución abierta, de marcado carácter político, encaminada a impedir por la fuerza nuestra actividad partidaria, porque el gobierno sabe que no comulgamos con su entrega de la nación a los monopolios extranjeros y colombianos, ni con su falsa democracia, y apoyamos todas las luchas del pueblo por las libertades, el pan, la tierra, la soberanía y demás reivindicaciones fundamentales de las masas”.
El hecho de que haya pasado tanto tiempo sin que se resuelva la situación de Mauricio Jaramillo, es indicio de que el régimen trama contra él alguna iniquidad mayor. Llamamos a las organizaciones obreras, campesinas y populares a estar alerta, para impedir que sigan los atropellos contra nuestro compañero, y recobre su libertad cuanto antes.