LAS ELECCIONES DEL 28 DE OCTUBRE

Carlos Naranjo, Comité Ejecutivo del Polo, Tribuna Roja Nº 105, Bogotá, octubre 8 de 2007

La campaña electoral que se adelanta, y que culminará con los comicios del 28 de octubre, tiene especial importancia para el Polo Democrático Alternativo. Primero, porque el Polo se ha convertido en un referente político de primer orden en el país, pues aglutina los sectores democráticos de la nación, con afiliados que acogen sus estatutos y su Ideario de Unidad y que trabajan por construir y consolidar los núcleos polistas en los niveles municipal, departamental y nacional, y cuenta con miles de simpatizantes y amigos que se preocupan por la suerte del Polo y sus dirigentes, que están atentos a sus orientaciones políticas e ideológicas y que, cuando se les convoca, se movilizan en grandes manifestaciones, marchas y protestas contra las perversas políticas del actual gobierno. Quizás nunca antes se había dado que una fuerza política de las características del Polo ocupara con tal intensidad y frecuencia la atención de tantos y tan amplios sectores de la población, y que sobre sus actividades se expresaran toda clase de opiniones, unas para augurarle y desearle mayores y mejores avances, otras para tratar de influir en su rumbo con el interés manifiesto de que se convierta en una oposición acomodada y acomodable, que ataque los efectos y no las causas, que se conforme con algunos puestos en distintas instancias del gobierno, municipales, regionales o nacionales, ¡y que se olvide del poder!

Segundo, porque después de su nacimiento a finales del año 2005, de lograr 18 parlamentarios en las elecciones de marzo de 2006, alcanzar con Carlos Gaviria la máxima votación de un candidato de izquierda democrática y extender su organización a lo largo y ancho del país -conformando sus organismos de coordinación en todos los departamentos y en centenares de municipios y eligiendo cerca de tres mil delegados para su Primer Congreso Nacional de Unidad, realizado a principios del pasado mes de diciembre- el Polo debe confirmar el próximo 28 de octubre que tiene la fuerza, la decisión, la política y los dirigentes para continuar en el empeño de transformar a Colombia y construir una patria digna, próspera, democrática y soberana.

Tercero, porque el Polo debe adelantar sus tareas con extremas dificultades: enfrentar un poder estatal fuertemente concentrado y sin escrúpulos, que pone todos los recursos económicos al servicio de sus paniaguados, que controla a su amaño los medios de comunicación, que no vacila en calumniar y distorsionar, que continúa con todas las malsanas prácticas del clientelismo, y que, como si fuera poco, mantiene el paramilitarismo vivo y actuando, incluso desde las cárceles, para repetir sus truculentas y criminales acciones y mostrar como legítimos, después del 28 de octubre, los resultados electorales que obtendrán en las zonas donde estas bandas tienen su mayor poder. El Polo, mientras tanto, no podrá llegar a esos territorios, o si lo hace será tomando grandes precauciones. A pesar de todo, se puede señalar como un triunfo que el Polo tenga candidatos uninominales para 284 Alcaldías y 24 Gobernaciones y haya inscrito listas para asambleas en 29 departamentos, para concejos en 620 municipios y para Juntas Administradores Locales, en 320 localidades. Claro que al hacer el balance de las próximas elecciones, los medios de comunicación y el presidente Uribe Vélez, en sus interminables y manipulados Consejos Comunitarios, pasarán por alto que el Polo solo pudo participar en la mitad del país mientras ellos con todas sus prerrogativas sí estuvieron presionando y comprando votos por todos los rincones del territorio nacional.

Nuestra posición sobre las elecciones

El Polo Democrático Alternativo, pese a las desventajas que deberá soportar, debe utilizar la campaña electoral para difundir su Ideario de Unidad, y profundizar en su contenido, extender y consolidar su organización, llevándola a más regiones del país y ampliando su influencia en las que ya tiene sus comités de base y sus coordinaciones de dirección; debe hacer conocer de más colombianos sus ideas y compromisos, y hacer que sus dirigentes nacionales y locales se vinculen a las masas con más decisión, firmeza y capacidad de servicio; e insistir en su posición indeclinable de que Colombia jamás saldrá del caos y la postración si no hace uso pleno de la autodeterminación nacional y arranca de raíz las trabas viejas y nuevas que entorpecen su desarrollo.

Y debe insistir en que sólo pueden avanzar tras la perspectiva cierta de victoria quienes persistan en la opción histórica que les marca el Polo, pues quienes tienen el poder pero lo utilizan sólo para su beneficio y para entregar los bienes y valores más queridos de la nación, como lo han hecho Uribe y sus grupos de bolsillo, serán derrotados más temprano que tarde por aquellos que se mantengan erguidos en su lucha y sean leales con los intereses de la patria y su pueblo. Una posición firme, consecuente y sin ambigüedades vale, a la larga, más que siete millones de votos. A Uribe, ni los ejércitos a su servicio ni las copiosas votaciones le serán suficientes para contener el fallo inexorable de la historia.

La campaña electoral la debemos aprovechar para denunciar las falsedades, las corruptelas, la hipocresía y las innumerables medidas que contra los diversos
sectores populares aplican repetidamente el gobierno y sus usufructuarios y repetir, por ejemplo, que los parlamentarios, los políticos y los gobernantes de la oligarquía son detestables por su corrupción, por los desfalcos al erario, por su irresponsabilidad y hasta por su vagancia, pero aclarar que incluso son más peligrosos
y dañinos cuando les da por “trabajar, trabajar y trabajar” porque así tienen más tiempo y oportunidades de aprobar más leyes como las de la entrega de los recursos forestales y del gas y el carbón y de la privatización de Ecopetrol, y de la apropiación de la tierra por empresas extranjeras y por los grandes jefes del narcotráfico y firmar tratados antinacionales como el TLC, y recortar las transferencias, y convertir en un vil negocio la salud y la educación, y quitarnos el derecho natural al agua y al aire para que sean explotados por la avaricia de los grandes propietarios y las multinacionales, y destruir el aparato productivo nacional, tanto en el campo como en la ciudad, para que todo quede bajo la propiedad y el dominio del capital financiero internacional, mientras a los trabajadores se les condena al desempleo o a la precarización de su mano de obra, todo para el mayor enriquecimiento de unos pocos potentados. Y explicar una y mil veces, para que sea asimilado cada vez por más colombianos, que a los parlamentarios del pueblo sólo les queda el control, la denuncia, el trabajo por la educación y la movilización de los desposeídos, explotados y oprimidos.

En los dos años pasados el Polo logró grandes avances. Podemos prever que esto ganará en profundidad y extensión pues a diario crece el odio contra el imperialismo, sus políticas de saqueo y sus serviles agentes. Es la razón real para que los partidos reaccionarios se dispersen y se mantengan en un mar de contradicciones insuperables. Como su único aliciente es la acumulación de riqueza, y los del vértice de la pirámide sólo se sienten satisfechos cuando las curvas de ganancia de sus empresas son ascendentes, es fácil de entender que “No hay cama pa´ tanta gente”. Ese insalvable problema se refleja en el enfrentamiento entre las diferentes fracciones de las fuerzas políticas dominantes. Los partidos liberal y conservador, divididos, debilitados y aislados, les dejan a los uribistas el papel principal en el ofrecimiento de las baratijas imperialistas, así tengan que recortar y recortar los derechos democráticos para poder hacerlo. Uribe y Uribito, expresión tragicómica de este estado de cosas, vociferan y amenazan por todas partes en un intento inútil por unificar las filas de la derecha recalcitrante.

Nuestra posición como moiristas

Los militantes del MOIR ratificamos nuestros compromisos con el Ideario de Unidad y el respeto a las normas consignadas en los estatutos del POLO. Como tendencia dentro de esta organización mantenemos nuestra posición indeclinable de hacer todos los esfuerzos necesarios y convenientes para fortalecer, ampliar y consolidar la influencia del POLO entre los colombianos. Discutiremos en forma constructiva nuestras diferencias y contradicciones secundarias con otras corrientes internas, y precisaremos las diferencias antagónicas con los partidos tradicionales y con los que se crearon al calor de la efervescencia uribista. Explicaremos
nuestra posición sobre los problemas fundamentales de la liberación nacional; la defensa de la producción agraria e industrial no vinculada al imperialismo; la defensa de la cultura, la ciencia, la tecnología al servicio del pueblo; la exigencia del respeto a los derechos democráticos de la población.

Persistiremos en las consignas estratégicas de la necesidad de fortalecer y ampliar el POLO como un partido de izquierda democrática y de la necesidad de instrumentos de poder real que le permitan al pueblo avanzar en sus tareas transformadoras. Defendemos que el POLO mantenga una política unitaria, de acercamiento y persuasión con organizaciones y personas progresistas en las distintas regiones del país y que pacte alianzas con sectores, agrupaciones políticas y personalidades que se identifiquen y se unan con nosotros en el desenmascaramiento de la engañifa uribista. Llegaremos masivamente a pueblos y veredas para explicarle al campesinado los postulados del POLO y la defensa de su derecho a la tierra y a volver a ella, y tomar sus decisiones políticas sin sufrir amenazas, chantajes y asesinatos.

Sobre la lucha armada y el terrorismo

Frente a las distorsiones y calumnias uribistas sobre la posición del POLO con respecto a las atrocidades violentas que soporta Colombia, es bueno recordar que desde su nacimiento, tanto el MOIR como el POLO han definido con meridiana claridad la convicción de que a una organización democrática solo le es permitido basar su acción, su fortaleza y su triunfo en la movilización masiva de la población. Ni presiones, ni chantajes, ni extorsiones, ni secuestros, ni asesinatos, ni terror, ni luchas aisladas están en nuestra agenda. Todo nuestra labor la podemos resumir en: educación y persuasión, organización y movilización.

Recordemos algunos documentos fundamentales al respecto:

Del Polo Democrático Alternativo. En el Ideario de Unidad del Polo Democrático Alternativo está consignado: “Nos oponemos a la guerra y al ejercicio de la violencia como instrumento de acción política. Reconocemos la naturaleza política de la insurgencia colombiana, pero consideramos que hoy la vía de la transformación es la lucha de masas democrática y pacífica. Repudiamos todas las formas de terror y de terrorismo de Estado, en particular el atentado
personal, el secuestro la extorsión, las acciones armadas contra la población civil, que en modo alguno son formas legítimas de la lucha de los pueblos, por lo que condenamos todo acto de esta naturaleza”.

Del MOIR. a) En la década de los setenta, cuando nadie imaginaba las terribles épocas que debería vivir Colombia por culpa de las diversas expresiones de violencia, se presentó un hecho que marcó historia y que fue premonitorio de lo que vendría después: el M-19 secuestró, y asesinó después, al presidente de la Confederación de Trabajadores de Colombia, CTC, José Raquel Mercado. A pocos días del secuestro de Mercado, el MOIR publicó el Nº 20 de su periódico Tribuna Roja (segunda quincena de marzo de 1976) y en él, bajo el título “El secuestro de Mercado y sus implicaciones”, fijó claramente su posición al respecto: “La desaparición de José Raquel Mercado, presidente de la Confederación de Trabajadores de Colombia, CTC, y la espectacularidad con que los principales medios informativos han publicado comunicados y fotografías alusivos al hecho, atribuido a una organización conocida como M-19, sirven de pantalla para montar un bien preparado plan represivo y terrorista contra los partidos y las publicaciones contrarias al régimen (…) El secuestro de Mercado no se compagina en ningún momento con las formas de lucha que la clase obrera colombiana adelanta para desenmascarar, aislar de las filas del movimiento sindical, a los esquiroles y vendeobreros (…) Jamás nuestro Partido ha recurrido a las acciones individuales separadas de la lucha de masas, al secuestro o al atentado personal. Consideramos de principio
que solo el pueblo, mediante su lucha masiva y las formas de organización adecuadas, podrá coronar la victoria y juzgar a sus enemigos y verdugos”.

b) Años después, ya en momentos en que el país se sacudía con toda clase de noticias sobre actividades terroristas y cuando el secuestro se había convertido en actividad casi cotidiana, desde distintos flancos, se presentó el secuestro de uno de los más definidos vástagos de la oligarquía, Francisco Santos, hoy vicepresidente de la República. El MOIR, entonces, envió una carta a la familia Santos, fechada el 26 de septiembre de 1990 y que cualquier lector puede encontrar en la página 253 del libro Resistencia Civil, de nuestro desaparecido dirigente Francisco Mosquera, en la cual se señala: “Por configurar una de las fechorías más abominables, el secuestro ha sido repudiado en todas las latitudes. No hay causa, noble o vil, que lo justifique. Desgraciadamente este instrumento tan exclusivo de la delincuencia común, pasó a constituirse en parte integrante de la táctica de las guerrillas colombianas y, a través de ellas, en el símbolo de la lucha seudorrevolucionaria (…) Por eso hemos insistido en poner entre los grandes objetivos nacionales a obtener, la civilización de la contienda política, de tal forma que quienes recurran a cualquiera de las manifestaciones del vandalismo queden aislados y reciban ejemplar sanción”.

Los del MOIR podríamos continuar en decenas y decenas de páginas enumerando nuestras posiciones sobre tan sensible problema. En especial, nuestro senador y principal vocero público, Jorge Enrique Robledo, tanto en el Senado como en sus publicaciones y declaraciones, ha sido enfático en condenar el terrorismo y todas las prácticas violentas.

Pero lo más importante es que todo lo que han escrito o dicho el MOIR y sus dirigentes contra esta barbarie política está consecuentemente respaldado por nuestros hechos. No existe un solo colombiano que, sin faltar a la verdad, pueda decir o señalar que el MOIR lo ha coaccionado o amenazado para imponerle alguna decisión o arrebatarle algo. Toda nuestra actividad ha estado regida por los métodos propios de la clase obrera.

Lo reafirman las palabras del senador Jorge Enrique Robledo en una reciente réplica al ministro de Agricultura, que lo acusaba de ser proclive a la guerrilla: “Toda mi vida he estado en una organización política que lleva 40 años deslindando campos con el secuestro y la extorsión y defendiendo las luchas democráticas. Este es uno de nuestros orgullos y méritos en la vida».