Jorge Enrique Robledo, senador
Intervención del senador Jorge Enrique Robledo Bogotá en el sepelio de la camarada Consuelo Suárez, Bogotá, 13 de agosto de 2005:
Le damos el último adiós, sus familiares, amigos y compañeros, a Consuelo Suárez Montoya, con quien todos, cada uno a su manera, compartimos momentos inolvidables, momentos que la mantendrán entre nosotros.
Nos acompañarán también los rasgos de su personalidad que nos hicieron, además, respetarla y admirarla, sentimientos que se generan por razones que van más allá del afecto que suele acompañar al parentesco o la amistad.
Entre sus virtudes, escogí destacar en estas palabras, que me impuse fueran pocas, que Consuelo fue valiente, virtud de las más difíciles de lograr y que tanta falta hace en el mundo de hoy. Con valor la vimos capoteando las duras pruebas que le impuso la vida. Y así, también, con entereza y dignidad, libró su batalla final.
En este honroso deber de despedir a Consuelo debo resaltar también una faceta de su personalidad que ella no me hubiera perdonado dejar de mencionar. Me refiero a que en los asuntos medula¬res de nuestra lucha política, en esos en los que nos jugamos la vida, ella no vaciló en defender su verdad.
Queridos familiares –Doña Olga, Aurelio, demás hermanos y sobrinos–, amigos y compañeros de Consuelo: permítanme despedirla diciendo que detrás de su dulzura y aparente fragilidad, las cuales tanto cariño nos inspiraban, hubo una mujer especial, una mujer de un temple especial.