Julio Roberto Gómez
La CGTD no puede menos de expresar el más absoluto rechazo y repudio frente a las atrevidas declaraciones del señor Frechette, quien en nombre del Departamento de Estado norteamericano opina de lo divino y lo humano, avala o condena, aprueba o desaprueba, y en términos generales en forma reiterada no cesa de agredir a nuestro país. Pero si bien el personaje de marras hace y deshace, lo vergonzoso de esta situación es que la mayoría de la clase dirigente de Colombia se vuelca en explicaciones y justificaciones, el presidente anuncia la violación de la Constitución reviviendo el Tratado de Extradición, se aprueban nuevas leyes para satisfacer al señor Clinton, se adoptan medidas económicas atendiendo las órdenes de la banca multinacional, y todo nos indica que lo único importante para el presidente Samper y sus áulicos es calmar a la bestia que nos sigue amenazando con la colonialista descertificación.
Lo preocupante de todo esto es: ¿hasta cuándo y con tanta indignidad debemos soportar la insolencia de un reyezuelo como Frechette? ¿Será que en ningún momento el presidente Samper, los ministros y el Congreso le van a poner coto a esta situación?
Las viudas, los huérfanos, los desplazados por la violencia, los campesinos pobres, los ancianos y niños abandonados, los que no tienen acceso a la seguridad social, los marginados de Colombia y la inmensa masa de los trabajadores esperan soluciones y no simple retórica.
Que se vaya de aquí el señor Myles Frechette y que Clinton haga lo que le dé la gana. Nosotros dediquémonos a construir un nuevo país, independiente, solidario, digno, justo, próspero y en paz.