Existen fundadas razones para que el proceso de recolonización imperialista tome la capital del país como una presa apetecida. Resumiremos aquellas que Mockus y otros representantes de la apátrida tendencia destacan como las «fortalezas» de la ciudad.
• Posee seis millones de habitantes, una sexta parte de la población total del país.
• Participa con 20% del producto interno bruto nacional
• Concentra 25% de la producción y 35% del empleo industrial, la producción más diversificada y la mayor cobertura de servicios públicos.
• En ella se realiza 50% de las actividades financieras y es la sede del gobierno nacional y el principal centro de negocios.
• Tiene los menores índices de analfabetismo y la mano de obra mejor calificada.
Todas estas ventajas podrían ser utilizadas en pro del desarrollo independiente de la nación; en su lugar, se arruina a nuestros productores, como ha sucedido con la industria textil, a la que el ministro de Comercio Exterior le firmó la condena de muerte al aceptar un «programa especial de exportaciones de textiles» en el que los imperialistas le otorgan unas supuestas «ventajas» a Colombia, siempre y cuando «en las confecciones se utilice tela formada y cortada en los Estados Unidos (maquila)».
Lo que equivale a renunciar a una de las grandes industrias nacionales a cambio de talleres de ensamblaje de confecciones con tela norteamericana.