UN PARTIDO DE TIPO NUEVO, DE TEMPLE ESPECIAL

«La vanguardia que necesita el pueblo colombiano en su lucha revolucionaria no puede ser como los llamados partidos tradicionales, ni como el Partido Comunista revisionista, ni siquiera parecida; no puede ser un partido salido del liberalismo, del conservatismo ni del revisionismo, ni mucho menos guiado o inspirado en sus líneas ideológicas, políticas y organizativas. No puede ser de carácter burgués, terrateniente o revisionista. Tiene que ser un partido diametralmente distinto, un partido de tipo nuevo, de temple especial, que esté a la altura de las grandiosas y heroicas tareas de la revolución.

«La vanguardia que necesita el pueblo colombiano en sus luchas es un partido auténticamente revolucionario, auténticamente comunista, pertrechado de una ideología correcta, el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung, férreamente unido y disciplinado, organizado en todo el país, vinculado estrechamente a las masas populares, arraigado profundamente en la realidad nacional y capaz de llevar a la victoria a las clases revolucionarias en las batallas más difíciles. Sólo la clase obrera podrá crear un partido así, su propio partido». («Construyamos un partido auténticamente comunista», Tribuna Roja. No. 3, noviembre de 1971)

La lucha interna en el MOEC en 1965

«En la actualidad el Movimiento afronta tres problemas fundamentales:

«1. Fallas organizativas que desvirtúan el carácter leninista de nuestra organización. Existe una situación anárquica por el desconocimiento de las normas organizativas y del estilo de trabajo de un verdadero partido marxista-leninista; son manifestaciones del liberalismo en el aspecto organizativo, que podemos sintetizar en la ausencia de formación orgánica en la mayoría de regionales y descoordinación entre los organismos de distinto nivel donde hay principios de organización. Los organismos han sido suplantados por ‘grupos de amigos’, la dirección colectiva por ‘hombres-orquestas’ y la crítica por ataques personales. La disciplina en tales condiciones no opera. Estas aberraciones dentro del Movimiento están generalizadas; sin embargo, esto no quiere decir que en ciertas regiones del país y en determinados períodos de nuestro desarrollo los vicios anotados no hayan sido combatidos ejemplarmente con resultados positivos; pero en general el nivel ideológico y político es bajo -causa de estos males- y el liberalismo, el subjetivismo, el individualismo, el caudillismo y el oportunismo corroen al Movimiento.

«2. Presencia en la dirección nacional del Movimiento, especialmente en el Comité Ejecutivo Nacional, de elementos oportunistas de muy bajo nivel ideológico y responsables de graves errores de dirección en la presente y pasada etapas. Estos elementos practican un método conciliacionista para resolver sus contradicciones internas y su efecto pernicioso se resume en destrucción de la organización y corrupción de la militancia.

«3. Fallas considerables en la elaboración de una teoría revolucionaria sobre la construcción de nuestra vanguardia marxista-leninista y sobre la línea estratégica y táctica de la revolución colombiana. Por falta de esta teoría los militantes del Moec no han adelantado satisfactoriamente en las tareas del fortalecimiento orgánico, ni han contado con una orientación clara para dirigir al proletariado colombiano y al pueblo colombiano en su lucha revolucionaria.

«Es necesario resolver esta contradicción aplicando métodos correctos, efectivos, científicos. Hay que partir del conocimiento de las características y formas que adoptan las tendencias no proletarias dentro del Movimiento, señalar sus causas y definir su naturaleza. Debemos investigar si estas contradicciones no son antagónicas y se manifiestan entre compañeros revolucionarios que discrepan en cuestiones de procedimiento y que podemos resolver con el estudio, la discusión y la crítica y autocrítica; o son contradicciones que han llegado a ser antagónicas entre la ideología enemiga traída al seno de la organización y defendida sistemáticamente por elementos oportunistas y el marxismo-leninismo defendido por los revolucionarios, y que debemos resolver con una lucha efectiva en los terrenos ideológico, político y organizativo, hasta la eliminación al máximo de estas tendencias contrarrevolucionarias en el Movimiento.

«Para conocer las características, la naturaleza y las causas de estas contradicciones dentro del Movimiento debemos ayudarnos del marxismo-leninismo como guía y consultar la experiencia universal de los pueblos y partidos hermanos. Cuando hayamos definido estas cosas nos pondremos de acuerdo en el método que debemos seguir para resolver estas contradicciones; sabremos si basta con la crítica y autocrítica o si es necesario desarrollar una lucha más efectiva para salvar el Movimiento». (Hagamos del MOEC un autentico partido marxista-leninista, 1° de octubre de 1965)

El Partido y la teoría
«El marxismo se ha templado y ha avanzado aceleradamente en la lucha contra quienes desde sus filas han pretendido convertirlo en instrumento de la burguesía. En esas contiendas salen a flote, más relucientes y dominantes, a los ojos de decenas de millones de obreros, los principios que la palabrería vacua y adocenada de los falsificadores mantienen inmersos y ocultos. ( …) Pero no basta con llamarse marxista-leninista para serlo. Contra eso, casualmente contra eso, estábamos luchando, contra los charlatanes y embaucadores de la clase obrera. Habíamos lanzado la consigna de la construcción del Partido del Trabajo de Colombia y de la preparación de su primer congreso, lo cual significaba en la práctica dar cumplimiento a dos tareas interrelacionadas: la una, dotar al Partido de una teoría de la revolución colombiana, y la otra, extenderlo a todo el país. (…) Los pasos dados en la realización de las tareas mencionadas, constituyen conquistas considerables de nuestra revolución». (Unidad y combate, Bogotá, Editorial Tribuna Roja, 1976)

“El Partido está obligado a orientar, atender la infinidad de contradicciones derivadas de la imposición de la apertura económica, una exigencia con la que Estados Unidos piensa salir de la recesión, contrarrestar los efectos de la guerra comercial desatada en el globo entero y volver al hegemonismo. (…) En tales circunstancias no conseguiremos dirigir si nos reducimos a las reuniones de los organismos; precisamos de la palabra escrita aun cuando sólo alcance para unos miles de cuadros y activistas, o unos cientos de frentes.
«Ante las acucias de la hora requerimos, como nunca jamás, de la cohesión ideológica y táctica; del freno al aburguesamiento del Partido. He ahí uno de los papeles esenciales de Tribuna Roja». («Nuevo intento», Tribuna Roja, No. 52, 29 de julio de 1993)

Carácter proletario del Partido
«Por la situación internacional y nacional es el proletariado quien puede llevar adelante consecuentemente esta política revolucionaria nacional y democrática, y por consiguiente organizar y dirigir al resto del pueblo en la batalla contra el imperialismo y sus lacayos colombianos. Esto hace que la revolución nacional y democrática que necesita Colombia sea una revolución de nuevo tipo, una revolución de nueva democracia dirigida por el proletariado. Esta característica es la que determina que la actual revolución de nueva democracia culmine, en su segunda etapa, en una revolución socialista. Sólo el proletariado como máximo dirigente de la revolución colombiana puede garantizar los dos pasos: el de la revolución de nueva democracia (contra el imperialismo y sus lacayos colombianos) y el de la revolución socialista (contra toda forma de explotación capitalista). De esta grandiosa misión histórica se concluye la necesidad de la creación y fortalecimiento del partido del proletariado de Colombia, capaz de convertirse en el estado mayor de la revolución colombiana.»

(«Cuestiones fundamentales de la revolución colombiana», Unidad y combate, op. cit.)

«Las luchas ideológicas y políticas que llevamos a cabo tienen que ver directamente con los dos puntales arriba señalados (…): la naturaleza proletaria del Partido y la necesidad de que el proletariado actúe siempre como clase. Sin embargo, muchos camaradas no comprenden a cabalidad premisa tan elemental y básica. Cuando asumen una actitud o lanzan a la ligera un criterio no se preocupan por indagar de qué lado se colocan, si sirven a los apropiadores o a los desposeídos, si debilitan o fortalecen al Partido. Y quienes, instigados comúnmente por móviles personales, no modifican semejante comportamiento liberal, terminan inexorablemente cargándole ladrillo a la reacción. La crítica y la lucha interna configuran la respuesta indicada contra el liberalismo y permiten erradicarlo a tiempo para ‘curar el paciente’ y educar a la militancia y a las masas. Pero a veces el aprendizaje demanda la expulsión, o la deserción voluntaria de los inculpados, que para los beneficios obtenidos da lo mismo». («El carácter proletario del Partido y la lucha contra el liberalismo». Tribuna Roja, No. 33, febrero-marzo de 1979)

«Las dos únicas posibilidades serias de hacer política son: o al lado de los opresores o al lado de los oprimidos; o se sirve al imperialismo yanqui y sus lacayos que sojuzgan y explotan a Colombia o se sirve a las masas trabajadoras y a la nación colombiana. El porvenir será de la clase obrera y de su partido, única fuerza capaz de encabezar la lucha revolucionaria y liberadora del pueblo colombiano. Los intentos por crear nuevos partidos en Colombia distintos al Liberal y Conservador han fallado porque no tienen en cuenta esta ley fundamental de la revolución. El ‘tercer partido’ en Colombia no puede ser otro que el partido de la clase obrera.
Sólo el partido proletario podrá convertirse en el vocero auténtico de los oprimidos y humillados de Colombia. Ese partido y no otro podrá apoyar e interpretar los intereses de las masas campesinas, organizar al pueblo y liberar al país. En las condiciones actuales de Colombia es ésta la principal tarea de los marxista-leninistas: construir un partido obrero, auténticamente revolucionario, auténticamente comunista». (“La hora es de unidad y combate”. Unidad y combate, op. cit.)