20 AÑOS DEL PEQUEÑO TEATRO DE MEDELLÍN

El Pequeño Teatro de Medellín cumplió en enero veinte años de labores e inauguró su nueva sala. Con el último montaje -La tempestad, de Shakespeare, dirigida por Rodrigo Saldarriaga-, el grupo ajusta un total de cuarenta obras puestas en escena.

Surgido en el decenio del setenta como una de las expresiones de esa «revolución cultural» que fue el movimiento estudiantil en las grandes universidades, el Pequeño Teatro ha tenido que sortear múltiples y enormes dificultades. Una de ellas, la de haber conseguido salir avante sin respaldo económico en un país carente de cultura teatral. «En Medellín -dice Saldarriaga- no se había visto nunca un Shakespeare, ni un Moliére, ni un Chéjov, ni un Bretch.» Una sociedad sin teatro, como decía Goethe, no tiene medida de su cultura.

«Se trata entonces -observa Saldarriaga- de una tarea a largo plazo. En grupos como el nuestro recae la obligación de lograr que el arte sea una manifestación cultural.»

Subraya finalmente que «los grandes movimientos teatrales han estado siempre en contra del régimen establecido. La naturaleza del teatro es ser irreverente.»