«Lo sustancial del reciente acuerdo reside en impedir que a Telecom se la privatice mediante la figura de abrirle `competencia’. Se aprobó por lo tanto debatir el proceso de apertura, para mirar su conveniencia o inconveniencia desde el punto de vista técnico, económico y social; crear un comité bilateral que, con la participación de los trabajadores, tome a su cargo hacer el seguimiento de los dineros invertidos y formular alternativas al plan de desarrollo de la empresa; y efectuar un estudio a fondo sobre el futuro de Telecom, cuyas primeras conclusiones serán examinadas por un Gran Foro Nacional que deberá realizarse antes de agosto de 1997. Nuestra organización aspira a demostrar con pruebas concluyentes que la presencia de las trasnacionales y de los grupos financieros locales en servicios como larga distancia no es necesaria, y menos conveniente, para los intereses estratégicos de la nación.
«A lo largo de esforzados decenios, el país ha alcanzado un importante desarrollo en el sector, hoy en manos de Telecom. Las perspectivas lucen a corto plazo aún mejores. Colombia, por su privilegiada situación geográfica, cuenta con tres recursos inmensos con los cuales quieren quedarse los consorcios foráneos: la órbita geoestacionaria, clave en las comunicaciones por satélite; el cable submarino de fibra óptica, en el que ya posee la nación un paquete accionario muy significativo, y la Sierra Nevada de Santa Marta, la mayor altura en el mundo a orillas del mar, desde donde se pueden controlar las comunicaciones comerciales y militares en el Caribe. Por todo lo anterior, Colombia es un país de los llamados concentradores.
«Si a Telecom se le permite aprovechar los tres recursos mencionados, es muy probable que en menos de diez años alcance a convertirse en una de las realidades empresariales más pujantes de América Latina. Salta a la vista lo que esto significa para el progreso del país. Pero si se le cortan las alas, no se podrá siquiera preservar lo ya hecho, por ejemplo, en el campo de la telefonía rural.
«La puja interesada de los conglomerados extranjeros, que siguen presionando la apertura, no persigue otra cosa que ir tomando trincheras en el mercado colombiano, porque saben de sus enormes posibilidades. Éste, según cálculos realistas, subirá en pocos años a decenas de miles de millones de dólares.
«No es una simple coincidencia el que el señor Frechette se haya mostrado descontento con el pacto convencional en Telecom o, en sus mismas palabras, ‘desilusionado’. El sí conoce lo que está en juego. Desde luego: también los trabajadores lo sabemos.
«En medio de tanta genuflexión como el gobierno ha estado mostrando frente a Estados Unidos, es obvio que no desea reforzar el papel estratégico del Estado en el vital sector de las telecomunicaciones. Ya se escuchan algunas voces oficiales que llaman a violar el acuerdo.
«Los trabajadores vamos a defenderlo, porque le sirve al país, le sirve a Telecom, nos sirve todos».