El 18 de mayo, en la localidad de Santiago Berrío, jurisdicción del municipio de Puerto Triunfo se encontró, tirado en una zanja, el cuerpo sin vida del camarada Oscar Restrepo Hurtado; el cadáver enseñaba elocuentes signos de tortura. Su rostro había sido desfigurado, sus uñas extraídas y su lengua cercenada. Presentaba laceraciones por todas partes y en la cabeza los orificios de tres disparos hechos a quemarropa. En tal estado lo dejaron, que la identificación, cumplida por su esposa Ana Nora Ochoa, sólo fue posible mediante el reconocimiento de las prendas que llevaba puestas.
Desaparecido desde el viernes 15 de mayo hasta el lunes siguiente, en que allegados y compañeros de lucha comprobaron cuán cierto era el tremendo presentimiento de que Oscar había caído victima de la brutalidad de sus enemigos, que lo eliminaron sádica y cobardemente, a la sombra, ocultos y ocultando las razones de su crimen. Pero el MOIR señala en forma rotunda que tamañas atrocidades no pudieron haber sido cometidas más que por los esbirros del régimen, porque los procedimientos empleados los delatan y porque únicamente ellos tenían motivos para acallar la voz de un combatiente tan querido para los moradores de aquellas zonas de la ardiente ribera del Magdalena.
Por averiguaciones de las masas se supo que la última vez que alguien le vio fue cuando se le obligó a subir aun vehículo del CAES, el comando de los aparatos represivos encargados de perseguir la extorsión y el secuestro. Insinuar siquiera que Oscar se hallaba involucrado en alguna de estas dos actividades es un pretexto infame, que no hace más que aumentar la indignación del pueblo y de las fuerzas revolucionarias. El MOIR jamás ha recurrido, por principio, a tales métodos. Nadie podrá acusar a nuestro Partido de haberlo violentado o retenido a objeto de sacarle dinero o por cualquier otro tipo de finalidad política. El camarada Restrepo era concejal de Puerto Triunfo para el periodo actual de 1980 a 1982, como lo había sido también en el lapso de 1978 a 1980. Su asesinato y el ensañamiento mostrado por sus verdugos indudablemente conllevan al propósito de amedrentar a la población para que no continúe organizándose ni luchando contra la voracidad de las clases expoliadoras intermediarias del imperialismo norteamericano. Asimismo buscan impedir el desarrollo del MOIR y su labor de agitación y propaganda entre los obreros, los campesinos y el resto de sectores explotados y oprimidos. Sin embargo, el sacrificio de Oscar Restrepo, con todo y significar un golpe supremamente duro y doloroso, lejos de amilanar a trabajadores y revolucionarios, los aleccionará y templará para seguir en la brega por la plena emancipación, con mayor firmeza, mayor claridad y mayor experiencia. Es un sagrado juramento que cada militante formula en el fondo de su corazón, como el mejor homenaje a un valiente que entró a los umbrales de la muerte convencido de que su sueño será algún día la más hermosa realidad de Colombia.
El camarada Oscar nació hace 33 años en Mistrató, Risaralda. Fue obrero de los Ferrocarriles Nacionales y miembro de la subdirectiva sindical de Méjico, División Centrales. La empresa lo despidió a raíz de la huelga de noviembre de 1975. Ingresó al MOIR en 1971 y pronto llegó a ser dirigente del Partido en La Dorada, Caldas. De allí pasó a Puerto Triunfo, en donde se destacó en innumerables batallas de los pobres de la región por múltiples reivindicaciones económicas y políticas. A pesar de su condición de concejal, más de 20 veces estuvo detenido. En una ocasión, junto con su esposa y otros compañeros, pasó dos meses en la cárcel, del 15 de junio al 21 de agosto de 1979, cuando apoyó decididamente una invasión de campesinos desposeídos que requerían de un pedazo de tierra para trabajarla. Su vida de rebelde fue un himno a la constancia, a la lealtad y a la fe en el triunfo. Y nos deja de herencia un tesoro inapreciable, su ejemplo.
El entierro, llevado a cabo en Puerto Triunfo a las cuatro de la tarde del 19 de mayo, contó con la presencia de la población y constituyó el más indignado repudio a la sanguinaria política oficial. Alcanzaron a concurrir delegaciones de Puerto Berrío, San Luis, Puerto Boyacá y La Dorada. Los ferroviarios hicieron sonar los pitos de las locomotoras durante quince minutos, a las once de la mañana y a la hora del sepelio. En los funerales hablaron Pedro López, directivo ferroviario, Álvaro Bedoya, del Comité de Solidaridad de La Dorada; el padre López de Puerto Triunfo y Fernando Guerra, dirigente del MOIR en el Magdalena Medio. Simultáneamente en Bogotá y Medellín se efectuaron actos en memoria del camarada Oscar; Avelino Niño y Consuelo de Montejo dejaron en el Concejo de Bogotá una enérgica protesta por el asesinato.
Los dirigentes nacionales del FUP preparan un pronunciamiento en el que analizarán el hecho y la grave situación que se deriva del mismo.
En todo el país se realizan reuniones masivas exaltando el nombre y las luchas de Oscar Restrepo Hurtado, abnegado servidor del pueblo y mártir de la revolución colombiana.