Como producto de las políticas impuestas por el BID, la crisis de los ferrocarriles llegó a su punto más álgido este mes; no sólo no hay combustible ni repuestos para decenas de locomotoras abandonadas en los patios, sino que a los trabajadores se les debía hasta hace poco la prima semestral y tres quincenas de sueldo, a más del atraso en la cancelación de las pensiones a 11.000 jubilados. Los servicios médicos y cooperativos y el pago del subsidio familiar se encontraban asimismo suspendidos.
El Sindicato Nacional de Trabajadores Ferroviarios, Sinatrafer, lanzó el 13 de julio un paro indefinido y llevó a cabo nutridas manifestaciones frente a las oficinas de la administración en todo el país, señalando a los organismos financieros del imperialismo y al gobierno turbayista como los verdaderos responsables de la caótica situación. El cese de actividades terminó el 17 de julio, con la garantía patronal de liquidar la prima y las quincenas de junio.
La Regional Magdalena y un gran número de sub-directivas de Santander, así como las divisiones de Centrales y Antioquia, apoyaron el comité ejecutivo. Los dirigentes de Pacífico y Santander, en cambio, se negaron a dar su visto bueno al movimiento, pretextando que antes de llevarlo a la práctica debía haberse convocado la asamblea nacional. Santander Orellanos, presidente de Sinatrafer, explicó que «Tal argucia no es más que otro sofisma para obstaculizar la lucha, puesto que es en momentos como éste cuando el comité ejecutivo ha de asumir plenamente su papel conductor; las asambleas nacionales no son viables ahora por cuanto convocarlas lleva mínimo unas cuantas semanas y, además, porque resultan muy costosas y hace meses que la empresa no descuenta las cuotas sindicales». Orellanos formuló un llamamiento a las distintas regionales para que se respeten las directrices del comité ejecutivo, conforme a la disciplina sindical y al centralismo democrático.