El mundo vive nuevos tiempos y América Latina también. La Unión Soviética, que ayer fuera un país socialista, hoy se has convertido en el imperialismo más agresivo, el de tentáculos más largos, el de apetito más incansable y el de mayor fuerza militar. A nombre de la paz, del socialismo y de la revolución ha invadido Checoslovaquia, Afganistán y hoy ajusta la mira y afina la puntería para acribillar al pueblo polaco. Ha enviado mercenarios a invadir Kampuchea, Angola y varios países de África; ha promovido golpes de Estado y merodea con sus flotas por mares, océanos e islas de todo el mundo. En América Latina pretende torcer el rumbo de la heroica lucha revolucionaria de los pueblos de Centroamérica y del Caribe a través de Cuba, a la cual subsidia y pone de peón de brega y servidor de sus oscuros designios. Si hoy tenemos entre nosotros a nuestros hermanos de otros pueblos, es porque nos reúne la certeza de saber que en todo el Continente existen partidos que no permitirán que nuestra lucha antiimperialista sea aprovechada por el socialimperialismo. Los patriotas de América nos unimos en la brega por la total soberanía nacional.
Está empezando a disiparse la confusión acerca del verdadero papel de los agentes de Moscú y de La Habana, que frustran revoluciones con aventuras irresponsables o entregas y traiciones. Está empezando a aclararse el panorama. Hoy, mientras la Unión Soviética continua su empresa expansionista y todas las contradicciones mundiales se agudizan, los verdaderos revolucionarios del Continente elevamos nuestra vigilancia, nos ligamos al pueblo y nos aprestamos unidos a derrotar a Washington, a construir una América Latina próspera e independiente y a malograr las ambiciones imperiales de Moscú.