En Amalfi, Antioquia, donde escasea el agua desde noviembre de 1976, el racionamiento diario comienza a las ocho de la mañana y dura a veces hasta la media noche. Acuantioquia, la encargada de prestar el servicio en 120 municipios del departamento, duplicó, no obstante, las tarifas desde abril.
El 11 de abril, una manifestación de protesta que recorrió las calles desembocó en un airado levantamiento que no pudieron aplacar ni disparos ni gases lacrimógenos. Mientras el alcalde y la policía, llenos de pánico, se escondían para evitar el linchamiento, tres mil personas, entre las que se encontraban padres de familia y amas de casa «que nunca habían tirado piedra», echaron abajo las puertas de la Oficina de Acuantioquia, quemaron los archivos y destruyeron las máquinas de escribir.
El ejército ocupó Amalfi a las cinco de la mañana del 12 de abril. Ese mismo día fueron apresadas cerca de veinte personas, a quienes se les iniciaron sumarios de consejo de guerra. Apenas el pueblo conoció de los encarcelamientos entró de nuevo en efervescencia. Como resultado de la firme actitud, los detenidos fueron liberados. Un dirigente afirmó: «Que venga el ejército y quien quiera. Antes no creíamos que en Amalfi hubiera madera para la lucha, pero hoy sabemos que sí hay con quien. La batalla por el agua apenas comienza».