Millares de proletarios, campesinos e indigentes de Boyacá, convirtieron la jornada del 14 de septiembre en un día amargo para sus seculares enemigos. Numerosos trabajadores de Utrabo, Acerías Paz del Río, Metalúrgica Boyacá, Represa Chivor, Carreteras, Estruco, Ferrocarriles, Telecom, hospitales, transporte, educación y bancos, con el apoyo del estudiantado y activistas revolucionarios paralizaron a Tunja, Chiquinquirá, Moniquirá, el Valle de Tenza y las provincias de Lengupá y Márquez. Recorrieron las calles en manifestaciones a las que se unieron labriegos y pequeños comerciantes y en Duitama y Sogamoso, escenificaron valerosas contiendas contra la férula lopista.
Se rebela Paz del Río
Hornos, minas, bandas de transporte y máquinas dejaron de funcionar por completo, cual nunca antes había sucedido en Acerías Paz del Río. Desde el alba, barrios y veredas como Chámeza y Nazareth, en Belencito, se convirtieron en fortines de resistencia popular.
Por las principales arterias de Sogamoso desfiló el pueblo, con los proletarios metalúrgicos a la cabeza, incluidos siete obreros norteamericanos encargados de la refacción de los altos hornos. En Español, estos pronunciaron de manera incesante y con alegre vigor, “Viva el paro”. Ese mismo día, el 14, la empresa anunció la cancelación de su contrato, pero inmediatamente recibieron la solidaridad del sindicato de mineros y de las gentes sogamoseñas.
Cae Rito Antonio Cardozo
Las calles de Duitama amanecieron en manos de los asalariados del transporte, de las carreteras, de los bancos, del hospital, de Sofasa, del almacén Ley, y de los maestros y estudiantes del Colegio del Seminario, del Instituto Rafael Reyes y la Universidad Pedagógica y Tecnológica. Hacia el medio día se gestó una concentración que copó seis cuadras y se mantuvo en permanente agitación, expresando a voz en cuello su odio contra el “mandato de hambre”. Cuando la tropa traída desde Santa Rosa de Viterbo agredió a los manifestantes, se levantó una auténtica marejada que la cercó con un cerrado bombardeo de piedra.
Un teniente ametralló entonces a la multitud. Varios cuerpos se desplomaron. Uno ya exánime pudo ser rescatado; se trataba del cadáver del mecánico Rito Antonio Cardozo. Los enfrentamientos se reanudaron con mayores bríos por la cólera que suscitó el crimen. Un volquete del municipio fue incendiado y la brega de los habitantes de Duitama se mantuvo hasta el filo de la medianoche.
Balas, lo único recibido del gobierno
El jueves, más de dos mil personas marcharon con el féretro portando flores y banderas, y lanzando gritos acusadores a la soldadesca. Octavio Bermúdez, dirigente del MOIR, honró la memoria del hijo del pueblo caído y señaló a los homicidas. Al abandonar el cementerio, el sacerdote Manuel Sanabria y el compañero Bermúdez fueron agredidos por la policía y conducidos a los calabozos, donde se les sometió a nuevos vejámenes sin que al militante de nuestro partido, salvajemente golpeado, se le permitiera recibir atención médica. El 19 de septiembre, el gobernador de Boyacá lo condenó a 180 días de cárcel y dispuso su traslado a la Penitenciaria Central El Barne.
Plantando su dignidad en medio de su pena, sin una lágrima y con la frente en alto, Esther de Cardozo, viuda del compañero masacrado, exclamó: “El paro era justo. Estamos muriéndonos de hambre y no nos podemos dejar exterminar”. Y agregó con odio: “Lo único que recibimos del gobierno en toda la vida fueron las balas que le metieron en el cuerpo a Rito”.
Libertad para los detenidos
A la cárcel de Tunja llevaron a los compañeros Mauricio Jaramillo, secretario regional del MOIR, y Lino Granados, presidente de la seccional del Sindicato de Paz del Río, por tomar parte activa en las movilizaciones de repudio al sistema. Además del arresto a Alirio León, trabajador de Belencito, a Germán Cerquera, Euripides Chaparro, Hernando Castañeda y Miguel Muñoz, de Duitama: Hernando Delgado, Néstor Guerrero, Liborio Serna, Víctor Dávila, estudiantes de la pedagógica, y, en Garagoa, al operario del Telecom, Luis Medina.