Combatientes populares vilmente asesinados
Transcurridos tres años de su nefasto mandato. López Michelsen presenta un elocuente balance de su política educativa: el déficit de la universidad pública pasó la barrera de los 2.000 mil millones de pesos; la construcción de escuelas disminuyó en un 54%; hay siete universidades cerradas: la Nacional de Bogotá, la de Nariño, la de Caldas, la de Santiago de Cali, la Tecnológica de Pereira y la Nacional de Antioquia; alrededor de 35.000 universitarios no pudieron terminar el semestre académico; más de cien estudiantes han sido condenados en consejos de guerra, y decenas asesinados en la vía pública.
Cerrada la Nacional
Nunca antes, en su medio siglo de existencia, había afrontado el principal claustro del país un desbarajuste como el que vive el régimen vigente. Desde el 13 de mayo, sus 17 facultades están cerradas indefinidamente. Es la tercera vez que López recurre a esta solución, después de fracasar en su intento por imponer las reformas y planes trazados por el imperialismo norteamericano. La Nacional es uno de los terrenos escogidos para aplicar el “Plan de las Naciones Unidas para el Desarrollo” (PNUD), que se caracteriza por su antipopular proyecto de “autofinanciación”, consistente en el recorte gradual del presupuesto que el Estado destina para la educación superior, hasta su eliminación total, impulsando el alza arrolladora de matrículas y alimentación, y suprimiendo el Bienestar Estudiantil.
Sobre las universidades del Valle, Antioquia y Santander se cierne la amenaza del cierre. En el caso del Tolima, el mismo rector se vio obligado a clausurarla durante 20 días por un déficit de 54 millones de pesos.
Contra la reforma imperialista
Así como hace seis años los estudiantes repudiaban el Informe Atcon y el Plan Básico y levantaban la bandera antiimperialista del Programa mismo, hoy, los universitarios, con el apoyo decidido del pueblo, se revelan y desenmascaran la reestructuración de las universidades y la Reforma Educativa, con la cual de nuevo la administración actual intenta convertir los planteles de estudio en costosos centros de carreras intermedias, de cupo limitado, que satisfagan sólo la demanda de mano de obra para los monopolios extranjeros, incrementando a la vez la privatización de la educación superior en un grave atentado contra las masas populares.
Apoyo a la intranquilidad prevaleciente
En los últimos meses han caído, víctimas de la satrapía imperante, Hernando Castaño, antiguo dirigente de la Juventud Patriótica y miembro del MOIR en Puerto Leguízamo (Putumayo), Carlos Arturo Rodríguez Escobar, activista revolucionario de Líbano (Tolima); Carlos E. Bravo, alumno de la Universidad Nacional de Medellín y Juan Carlos Guatavita, de la Tecnológica de los Llanos Orientales.
Por otra parte, Edilberto Lagos, profesor de la Universidad Pedagógica de Tunja y dirigente del MOIR en Boyacá, estuvo arbitrariamente encarcelado más de dos meses. De igual manera, Orlando Patiño, dirigente juvenil de nuestro Partido en Nariño, permaneció privado de la libertad durante cuatro meses en Pasto.
En las jornadas de 1977 estudiantes, profesores y trabajadores colmaron las calles de las principales ciudades y de las poblaciones apartadas, para repudiar las iniquidades de los verdugos de turno, exigir la reapertura de las universidades cerradas y demandar la libertad de los detenidos y la derogación del policivo Estatuto Docente. A través de enconados enfrentamientos y rompiendo las disposiciones de excepción del estado de sitio, millares de jóvenes de ambos sexos hicieron resonar por los ámbitos del territorio patrio sus proclamas de una Colombia libre y avanzada.
Los miembros de la Juventud Patriótica, en declaración dada a conocer en mayo, manifiestan su decisión indeclinable de pelea y como buenos fogoneros de la revolución, apoyan la intranquilidad prevaleciente en las universidades, mientras en ellas campeen las más leves manifestaciones de agresión cultural del imperialismo norteamericano.