Según Manuel Alfredo Rubiano, presidente de Sinucom, las tensiones acumuladas por los violentos desalojos de que a diario son víctimas los miles de venteros en Bogotá y otras ciudades podrían estallar en cualquier instante. «Se trata de un problema social de gran envergadura -dijo Rubiano- que no se puede resolver con los métodos represivos y brutales aplicados por el alcalde Peñalosa en Bogotá y por muchos otros burgomaestres en el resto de Colombia. El pequeño comercio, también llamado informal, no es más que una secuela del creciente desempleo que la apertura ha traído sobre el país. No es por su propio gusto ni por simple capricho que la gente deba ocupar las calles, desde la madrugada hasta altas horas de la noche, buscándole el sustento a su familia. Es que no tiene otra salida».
«Peñalosa dice que somos delincuentes y que por eso nos barre de las calles, a fusil y a garrote. Es todo lo contrario. Somos venteros ambulantes y estacionarios porque necesitamos trabajar y no estamos dispuestos a dejarnos llevar a la delincuencia».
Sinucom ha iniciado contactos con decenas de sindicatos en el Distrito Capital y en el resto de la nación con el fin de crear un comité unitario que dirija la lucha y aglutine a los cientos de miles de personas. «Soluciones, no represión», es la consigna. Y en sus constantes comunicados, ha venido exigiendo que cesen las golpizas, que se paren las detenciones, que se le ponga fin a la confiscación de las mercancías, que se deje el vacío promeserismo y que se inicien cuanto antes negociaciones serias y efectivas, encaminadas a buscar soluciones.
En el caso de Bogotá, Rubiano dejó en claro que podría aceptarse la reubicación, siempre y cuando ello sea producto de un acuerdo. Éste contemplaría varios puntos: que se hagan las readecuaciones del caso para que los lotes propuestos funcionen como áreas comerciales, es decir, para que no se tuguricen; que se respeten los derechos de la gente, tanto sobre sus mercancías como a salud y educación, y que los módulos sean entregados en propiedad y con financiación adecuada. Y, finalmente, que se cumpla lo pactado.