MOVIMIENTO CAMPESINO EN JUNÁN

Extractos del “informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junán”, escrito por el camarada Mao Tsetung en marzo de 1927.

Los llamados “excesos”

“Hay otros que opinan: ‘Cierto que las asociaciones campesinas son necesarias, pero están cometiendo demasiados excesos’. Así razonan los que mantienen una posición intermedia. Pero ¿qué ocurre en realidad? Es verdad que en las aldeas los campesinos ‘se han desmandado’ hasta cierto punto. Las asociaciones campesinas, que gozan de autoridad suprema, no dejan ni abrir la boca a los terratenientes y reducen a polvo su prestigio. Todo esto viene a ser como si después de derribarlos por tierra les pusieran el pie encima. Los campesinos amenazan a los déspotas locales y shenshi* malvados diciendo: ‘Te vamos a anotar en el otro registro!’ Les imponen multas, los cargan de contribuciones y destruyen sus palanquines. Irrumpen en masa en las casas de los déspotas locales y shenshi malvados que se oponen a las asociaciones campesinas, degüellan sus cerdos y consumen sus cereales. Se permiten incluso arrellanarse un momento en los lujosos lechos de sus hijas y nueras. A la menor provocación, efectúan arrestos, colocan cucuruchos de papel a los arrestados y los hacen desfilar por las aldeas, diciéndoles: ‘Ahora si que nos vas a conocer bien shenshi malvado!’ Haciendo cuanto les viene en gana y volviéndolo todo patas arriba, han creado una especie de terror en el campo. Eso es lo que algunos llaman cometer ‘excesos’, ‘sobrepasar los límites justos al corregir un error’ y ‘cometer actos abusivos’. Tales opiniones parecen razonables, pero en realidad son también erróneas. En primer lugar, son los propios déspotas locales, shenshi malvado y terratenientes sin ley quienes han forzado a los campesinos a actuar así. Por siglos, se han aprovechado de su poder para tiranizar y pisotear a los campesinos’, de ahí que éstos hayan reaccionado tan enérgicamente. Las rebeliones más violentas y los desordenes más graves han tenido lugar invariablemente allí donde los déspotas locales shenshi malvados y terratenientes sin ley habían perpetrado los peores ultrajes. La mirada de los campesinos es penetrante. Se dan perfecta cuenta de quién es malo y quién no lo es, quién es el peor y quién no es tan perverso, quién merece severo castigo y quién trato clemente, y muy rara vez el castigo no corresponde al crimen. En segundo lugar, hacer la revolución no es ofrecer un banquete, ni escribir una obra, no pintar un cuadro o hacer un bordado; no puede ser tan elegante, tan tranquila y delicada, tan apacible, tan amable, cortés, moderada y magnánima. Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia mediante el cual una clase derroca a otra. La revolución en el campo es una revolución mediante la cual el campesinado derroca el poder de la clase terrateniente feudal. Sin recurrir a la máxima fuerza, el campesinado jamás lograría derrocar al poder de los terratenientes, profundamente arraigado a través de los milenios. El campo necesita de un poderoso auge revolucionario, pues sólo éste puede agitar a los millones y millones de campesinos y convertirlos en una gran fuerza. Los ‘excesos’ arriba mencionados son precisamente producto de la fuerza de los campesinos despertada por el poderoso auge revolucionario en las zonas rurales. Estos ¿excesos’ son sumamente necesarios en el segundo periodo del movimiento campesino, el de acción revolucionaria. En este periodo, es imprescindible imponer la autoridad absoluta de los campesinos, prohibir toda critica malévola a las asociaciones campesinas, derrocar todo el poder de los shenshi, derribarlos por tierra e, incluso, ponerles el pie encima. Los llamados ‘excesos’ en este segundo periodo tienen todos un significados revolucionarios. Para decirlo con toda franqueza, en todas las aldeas se necesita un breve periodo de terror. De lo contrario, resulta absolutamente imposible aplastar las actividades de los contrarrevolucionarios en el campo y derrocar el poder de los shenshi. Para corregir un error, hay que sobrepasar los límites justos; de otra manera, el error, no será corregido. Los que critican los ‘excesos’ aparentemente se diferencian de los que gritan ‘Muy mal!’, pero en el fondo unos y otros comparten el mismo punto de vista y sostienen la misma teoría de los terratenientes, que defienden los intereses de las clases privilegiadas. No podemos dejar de combatir resueltamente esta teoría, que obstaculiza el ascenso del movimiento campesino y, por consiguiente, socava la revolución.

El llamado “movimiento de la chusma”

El ala derecha del Kuomintang afirma: ‘El movimiento campesino es un movimiento de la chusma, de campesinos holgazanes’. Comentarios como éste se oyen con frecuencia en Changshá. Fui al capo y oí decir a los shenshi: ‘Está bien crear asociaciones campesinas, pero los que ahora trabajan en ellas no sirven, hay que reemplazarlos!’ En derecha del Kuomintang. Tanto los shenshi como el ala derecha del Kuomintang dicen que está bien organizar el movimiento campesino (como éste ha surgido ya, nadie se atreve a decir lo contrario), pero que la gente que lo dirige es incapaz. Sienten particular odio hacia los encargados de las asociaciones campesinas de base, y los tildan de ‘chusma’. En suma, todos los que en otros tiempos eran despreciados y arrojados al barro y pisoteados por los shenshi y que no tenían un lugar en la sociedad ni derecho a opinar, ahora han levantado la cabeza. No sólo han levantado la cabeza, sino que han tomado el Poder. Ellos son ahora los dueños de las asociaciones campesinas de los cantones (el nivel más bajo), a las que han transformado en una fuerza terrible. Levantan sus ásperas y ennegrecidas manos y las ponen sobre la cabeza de los shenshi. Atan a los shenshi malvados, les colocan cucuruchos de papel y los hacen desfilar por las aldeas tirándolos de una soga (a eso se llama en Siangtang y Siangsiang ‘ hacer desfilar por los poblados’, y en Liling, ‘hacer desfilar por los campos’). A diario machacan los oídos de los shenshi con sus agrias e implacable acusaciones. Los campesinos dictan órdenes y lo dirigen todo. Aquellos que eran inferiores a todos, están ahora por encima de todos y por eso se afirma que ‘el mundo se ha vuelto patas arriba’.”

* Shenshi: terratenientes, campesinos ricos, funcionarios retirados o gentes acaudalada de la vieja sociedad china que, valiéndose de su influencia y poder, hacía y deshacían en el campo de la ciudad.