CAMILO, HÉROE DEL PUEBLO

A diez años de su muerte, Camilo Torres viven en el corazón del pueblo colombiano. Su imagen es una huella imborrable en todos los hombres honestos que luchan por acabar con el régimen explotador al que está sometido nuestro país. Por su valerosa actitud por sus permanentes denuncias de los atropellos que a diario comete la alianza burgués–terrateniente pro imperialista, por sus desenmascaramientos de los partidos tradicionales, su personalidad es evocada y recordada con cariño por miles y miles de gentes sencillas. Su espíritu de sacrificio es un ejemplo inigualable para todos los militantes de la revolución colombiana y para los revolucionarios del mundo entero.

Después de una ausencia de varios años, Camilo regresa al país en 1959. Tiene treinta años de edad y hace cinco viste la sotana. A partir de eses momento y durante los siguientes siete años, vuelca todas sus energías, toda su capacidad de trabajo, en una lucha sin descanso por las reivindicaciones de inmensos sectores desvalidos de la población colombiana. En una u otra forma, desde sus cátedras en la Universidad Nacional y en la Escuela Superior de Administración Pública, a través de sus violentos enfrentamientos con los terratenientes –en su lucha y demanda por la tierra para los campesinos que la trabajan–, de todos sus documentos en los cuales enjuició y denunció a los partidos tradicionales, a las castas oligárquicas y los intereses pro imperialistas, de su agitación permanente en las principales plazas del país, de la difusión de la Plataforma del Frente Unido, y de su vinculación a la guerrilla, Camilo estuvo siempre al frente de la lucha por el mejoramiento de las condiciones materiales del pueblo y por la difusión de las ideas revolucionarias.

Miles de personas del pueblo lo escuchan con fervor y lo apoyan en sus intervenciones en las plazas públicas en las principales ciudades de la Costa Atlántica, En Girardot, el pueblo lo protege solidariamente contra las agresiones de la Fuerza Pública. En la plaza de Cayzedo en Cali, se agolpan en torno a Camilo miles de personas de todos los sectores de la población. En Medellín, un inmenso sector va con él a la cárcel y pelea contra determinaciones del gobierno que quieren impedir sus concentraciones y conferencias.

“Hacemos a la revolución en Colombia con el ochenta y cinco por ciento de los colombianos”, señala Camilo en cierta ocasión y esta convicción cobra en él más fuerza de ninguna otra. “Cuando hay una autoridad en contra del pueblo, esta autoridad no es legítima y se llama tiranía. Los cristianos podemos y debemos luchar contra la tiranía”. El 22 de mayo de 1965, Camilo lanza la Plataforma del Frente Unido del Pueblo. Su esfuerzo por obtener y lograr un frente, donde se encontrasen la mayoría de los colombianos: las grandes masas de trabajadores oprimidos y expoliados, los inmensos sectores de campesinos desposeídos, los estudiantes y los intelectuales honestos, da sus primero frutos con la aparición el 26 de agosto del mismo año del número uno del periódico “Frente Unido”.

Por esta época y ante su ferviente actividad, “El Tiempo” clama contra él en su página editorial donde señala que la “vocación socialista” de Camilo “pasa ya de la raya”. El 18 de octubre del mismo año se une al Ejército de Liberación Nacional y el 15 de febrero de 1966 muere en una emboscada tendida por el ejército títere en Patio Cemento.

Ocho días antes había lanzado su “Proclama al Pueblo Colombiano”, llamado a la inmensa mayoría de la población a conjugar todos sus esfuerzos por la liberación de la patria de la casta oligárquica y del imperialismo norteamericano.

Camilo hizo de toda su vida, de toda su trayectoria política, un modelo de abnegación y sacrificio, un símbolo de entereza, que es hoy un gran ejemplo para todos los revolucionarios colombianos.