Por Roberto Schmalbach, dirigente nacional de la Unión Sindical Obrera, USO
En diciembre del año pasado el presidente de Ecopetrol señalaba, y no le faltaban razones, que el 2000 era un año para celebrar.
En efecto, las cifras registradas por la empresa estatal sobrepasaban con creces cualquier otro balance de las actividades económicas de la nación, tanto del sector oficial como del privado. El balance proyectado a diciembre, con datos oficiales de septiembre, por ser los únicos actualizados a esa fecha, daban cuenta de que la empresa se encontraba en disposición de romper todos los récords históricos hasta ahora conocidos. Las utilidades operacionales superaron los 4.2 billones de pesos, que, comparadas con las de 1999, significaron un incremento de 105%; los aportes a la nación subieron a 3.5 billones, transferencia que le permitió al gobierno sobreaguar en la crisis; las regalías a departamentos y municipios ascendieron a 1.5 billones, una tasa superior en 114% con respecto al año anterior; la balanza comercial fue de 1.841 millones de dólares, y el petróleo se constituyó en la principal fuente de divisas, al representar 35% de las exportaciones totales. Finalmente, la firma de 32 contratos de asociación coronaron la cifra de récords. Todo lo resumió muy bien el presidente de Ecopetrol, quien celebraba con euforia: «Así, el 2000 se convirtió en sinónimo de precios altos, grandes utilidades y mayores recursos para el desarrollo del país. Un año en que el petróleo salva la economía colombiana y en que Ecopetrol se preparó para que esta historia continúe repitiéndose por muchos años».
Sí, Ecopetrol salvó la economía colombiana con sus cuantiosas utilidades. Pero estas últimas surgieron, primero, de las escandalosas alzas en el precio interno de los combustibles: durante los últimos dos años, en que ha estado vigente la liberación de precios, la gasolina aumentó 86%, y en proporciones similares subieron el ACPM y el gas. Estos conceptos significaron ingresos por 1.2 billones de pesos. Y segundo, por la exportación de crudos y combustóleos, cuyas ventas ascendieron a 1.3 billones de pesos, con precios de 28,5 dólar el barril, en promedio.
Sumas tan halagadoras tienen todas un soporte especulativo. Las esperanzas en las cuales cifra Ecopetrol la «continuidad de esta historia por muchos años» están basadas en los altos precios del crudo internacional, la exprimida del bolsillo de los consumidores internos y la irrupción del capital de riesgo, a la búsqueda de los tesoros escondidos en las entrañas de Colombia.
A sólo dos meses de festejo tan optimista, el futuro de Ecopetrol no se ve ya tan halagador. La relación reservas-producción se encuentra próxima a convertirnos en importadores netos de hidrocarburos. Las reservas se encuentran en los 1.890 millones de barriles, el mismo nivel de 1990, pero hoy en día con una producción mucho mayor, urgentes exportaciones y caída de los flujos naturales en los yacimientos de Cusiana, Caño Limón y los directos de Ecopetrol.
Durante la década pasada, los gobiernos neoliberales de Barco, Gaviria, Samper y Pastrana han introducido más modificaciones al contrato de asociación que las habidas desde 1974, cuando éstos se pusieron en vigencia. Y las trasnacionales que se han beneficiado de los cambios continúan presionando todavía mayores concesiones y exigiendo la desaparición del Estado en el manejo del estratégico recurso. La llamada Agenda Frechette así lo dejó explícito en la cumbre energética de 1997, realizada en Cartagena.
Lo ocurrido en los dos últimos años ha profundizado aún más la entrega del petróleo a las grandes corporaciones. Para 1999 se esperaba la firma de ocho contratos con la modalidad 50-50 en el porcentaje de participación para el Estado y las foráneas. Se suscribió uno solo, pues las trasnacionales se limitaron a esperar a que el gobierno concretara lo prometido en público por el ministro de Minas de que iban a otorgárseles mayores beneficios. Y cuando ya estuvieron seguras de que saldrían gananciosas con un régimen de 70-30, en su favor, se vino la avalancha de 32 contratos firmados.
¿Son ahora mayores las reservas? ¿Se ha incrementado la producción? Hay un hecho innegable: las reservas siguen cayendo y la producción también. De la producción récord de 815 mil barriles por día que se obtuvo en 1999 se descendió abruptamente a la de 687.100 barriles por día en 2000. Y vamos para un escenario en 2001 en que la producción seguirá bajando hasta 591.500 barriles por día. Desde luego que los ingresos monetarios se han ido acrecentando, por la especulación en los precios. Pero el petróleo WTI para contratos a futuro se compró, a mayo de 2001, a 26 dólares el barril, último cierre de los indicadores de precios de referencia para el WTI.
Estamos hablando de una producción nacional que en el año 2000 declinó 15,7% y que descenderá este año otro 14%. Y hablamos además de que habrá incertidumbre en los precios. Ambos factores tendrán enorme impacto en las finanzas públicas nacionales, en las de Ecopetrol y en las de departamentos y municipios.
El problema se agravará en la medida en que se le vaya acabando a Ecopetrol su excedente exportable. Durante el año 2001 aportará Ecopetrol, por operación directa, 112 mil barriles por día. Y las corporaciones trasnacionales, por contratos de asociación y concesiones, 497.200 barriles por día. De estos últimos le corresponden a Ecopetrol, por efectos de su participación, 239.600 barriles por día, lo cual, sumado a su producción directa, da un total de 351.600 barriles para el Estado. Pero si se le restan a esta cifra los 70.320 barriles-día que la empresa estatal debe entregar por concepto de regalías, se concluye que a Ecopetrol le quedan disponibles 281.280 barriles-día para cargar las refinerías y para exportar. Ahora bien: las refinerías demandarán este año 284 mil barriles. ¿Qué excedente quedará entonces para exportar?
El problema de fondo reside en la entrega de la soberanía, pues la empresa estatal no dispondrá de crudo para el abastecimiento interno y se verá abocada a comprar, a precio internacional, crudos salidos de nuestro subsuelo pero producidos por las trasnacionales.
Esta aberrante situación está ocurriendo porque el gobierno de Pastrana y el comité ejecutivo de Ecopetrol abandonaron la exploración directa. El síndrome de Coporo de no correr riesgos ante el primer fracaso reforzó el enfoque estrecho y antipatriótico de los neoliberales. En el año 2000 la empresa estatal no perforó un solo pozo, no agregó un solo barril a sus reservas y toda la política exploratoria la dejó en manos de las corporaciones trasnacionales. Y es que el actual es un régimen tan apátrida, que en los contratos de asociación obliga a Ecopetrol a pagar tanto por los pozos secos como por los productivos y la margina totalmente del control de la operación. Además, a esos proyectos Ecopetrol debe destinar el 93% de su presupuesto de exploración.
Estamos próximos a una crisis semejante a la del período 1976-1986, cuando la empresa importó crudo a precios internacionales elevadísimos, a falta de una agresiva política de exploración.
¿Cómo logró la empresa abrirse paso? Fue con los Planes Quinquenales de Exploración como en parte se corrigió dicha carencia, pues a través de ellos Ecopetrol hizo importantes descubrimientos y agregó nuevas reservas, demostrando la estatal petrolera que sus técnicos y trabajadores han acumulado suficiente conocimiento y tecnología para ser exitosos en la industria. Entre 1987 y 1988, Ecopetrol descubrió 165 millones de barriles, con una relación de éxito de 53%, cuando en el mismo período las trasnacionales sólo tuvieron una relación de éxito de 26%. Además, por esta época, los contratos de asociación estipulaban participaciones favorables para Ecopetrol, que oscilaban entre el 50 y el 70%.
Por ello la cuestión más importante en la actual negociación colectiva, además de las justas reivindicaciones económicas y de estabilidad laboral, se centra en definir el carácter de Ecopetrol como empresa petrolera y estatal, que participe, de manera soberana y autónoma, en toda la cadena de la producción de la industria petrolera, como asunto altamente estratégico para nuestra soberanía económica: tal ha sido la posición histórica de la Unión Sindical Obrera.