Luego del Paro Agrario ha tenido lugar un hecho de enorme significación: las vívidas reuniones de los agricultores para evaluar su lucha. La primera lección es que la brutalidad con que el gobierno de Pastrana trató la protesta, lejos de doblegarlos, se convirtió en poderoso acicate para futuras contiendas y les sirvió para identificar quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos. Como nota común, en los distintos análisis se destaca el gran aprecio que Salvación Agropecuaria ha ganado entre los productores del campo.
En Villeta, en emotiva reunión de unos 150 labriegos celebrada en una cancha de tejo ubicada en el propio Mercado de la Panela, luego del informe del doctor José Fernando Ocampo, coordinador departamental de Unidad Panelera, don Jesús Romero, de Quebradanegra, y uno de los pilares de la naciente organización en el Gualivá, expresó con sencillez: «Lo importante fue que pudimos convivir sin importar el color político, ni otras diferencias. El paro nos dio la pauta para saber qué es el pueblo y qué es la oligarquía; aprendimos a protegernos unos con otros y hemos cogido experiencia para ser más fuertes la próxima vez».
Como la arrogante actitud del gobierno de no dar respuesta a una sola de las exigencias de los cultivadores preocupaba a algunos, don Guillermo Gaitán, también líder de Unidad Panelera, tranquilizó a sus compañeros: «Más tarde nos vamos a dar cuenta de que el paro fue un éxito, así hoy haya quienes se sientan derrotados». Y ante la patraña oficial acerca de que el paro lo manipuló la guerrilla, objetó rotundamente: «Esa es una disculpa para impedir las luchas», y agregó: «Debemos seguir apoyando al doctor Ocampo; ahora tenemos un líder, que ha demostrado que sí está al lado de nosotros». Un agricultor mencionó que el gobierno también dijo que el paro fue movido por intereses políticos y electorales: «Pues si son intereses políticos, estamos en condiciones de someternos a un cambio; yo no dudo en apoyar al que llegue a aportarnos, y si viene la maquinaria política ya no va a ser como antes».
Un dirigente anotó que el paro le hizo darse cuenta de cuál es el «Estado social de derecho del que tanto hablan. Estamos ante un Estado apático, al que no le duele la gente. Un Estado de represión. Nos quedó la enseñanza de para qué sirve el gobierno que hemos elegido. Lo que tenemos es que formar más líderes y tener mayor organización». Y otro remató: «Nos quedó el sabor de que el gobierno no quiere saber nada del campo».
Al rayar la una de la tarde, cuando la mayoría debía emprender el regreso a las veredas, sus afanes se concentraron en definir qué hacer para enviar una buena delegación a Ibagué, a la Junta Nacional de Salvación Agropecuaria, el 1 de septiembre. Alguno propuso que para ello se apropiaran unos dineros conseguidos para el paro y que no se habían gastado; la aprobación fue unánime. Además, todos acogieron clamorosamente la propuesta hecha por uno de los más pobres: «Hay que empezar a aportar para constituir un fondo con el cual cubrir los gastos que se vienen y continuar la lucha».
Ventaquemada
Al balance de Ventaquemada, escenario de uno de los más multitudinarios bloqueos, asistieron paperos de ese municipio y de Sibaté, Gachancipá, Villapinzón, Chocontá, Tuta, Paipa, Siachoque, San Pedro, Belén, Toca. El acto lo presidieron los dirigentes Jorge Robledo, Tarcicio Cuervo, Fulvio Ávila, Alberto Caro y Víctor Dávila.
Robledo profundizó en los puntos del comunicado de balance, publicado en El Tiempo; diseccionó los últimos diez años de política antiagraria oficial, ruinosos para todos los sectores; habló de los antecedentes de Salvación Agropecuaria; y enfatizó en que ésta es una organización de lucha, de resistencia civil, y absolutamente independiente del gobierno. Resaltó la ejemplar batalla de Ventaquemada, la cual, dijo, aumentaba su certeza de que a la larga vamos a ganar y les aseguró a los cultivadores que podían estar tranquilos porque los jefes de la organización «están en esto de verdad».
Tarcicio Cuervo, un papicultor que desde cuando tuvo noticia del paro se entregó a prepararlo, manifestó: «En Boyacá somos 16 mil paperos, casi todos pequeños y medianos. Con las políticas estultas de estos vendepatria, los primeros que caemos somos los pequeños. En buena hora apareció Salvación Agropecuaria; si no participamos en ella vamos a terminar hundidos. Debemos crear una organización, llámese como se llame. Fedepapa, amangualada con el gobierno, no ha hecho sino ayudar a quitarnos los derechos». Ante una pregunta sobre las reuniones sostenidas con el Ministerio de Agricultura, Cuervo fue claro: «Las comisiones nombradas por el gobierno son para dilatar. En las reuniones posteriores vamos a seguir las orientaciones de Salvación Agropecuaria. Si el gobierno no se compromete con la no importación y la baja de los insumos, no asistiremos a ninguna de las citas que nos ponga». Sus apreciaciones las apuntaló Juan Ruiz, de Ventaquemada, agricultor que siembra unas 500 cargas y que participó en el paro porque «a los grandes nos afectan también los problemas que padecen los pequeños. Quienes estuvimos en el paro protestamos por la ausencia de Fedepapa, que no pronunció ni una palabra en nuestro favor. Y ningún político tradicional nos acompañó».
Fulvio Ávila, uno de los fundadores de Unidad Panelera, contó cómo la ira que le causaron sus propias tragedias como agricultor lo llevaron a intentar en vano conformar una organización agraria de importancia; aspiración que hoy ve satisfecha con Salvación Agropecuaria, «que nos llevó a la marcha nacional, que aprobó el paro en el que estalló toda nuestra rabia, porque antes los campesinos estábamos dormidos».
Mari Zárate, viajó desde Sibaté. Ella es hija de don Pedro, un curtido cultivador. Los dos impulsaron la marcha con la que unos 200 productores de ese municipio se vincularon al paro. Mari felicitó a los boyacenses: «Ustedes sacaron la cara por nosotros. Debemos seguir en esta línea, porque cuando nos agrupamos sabemos qué cosas están fallando y qué podemos hacer». Luego denunció algunas de las dolencias de los paperos: «La asistencia técnica la dan las casas comerciales según lo que nos quieran vender. Los costos suben porque los de las casas dicen que sus productos se mueven de acuerdo con el cambio del dólar, pero con la papa no sucede igual. Estamos quedando en manos extranjeras: Papas Margarita ya no es nacional; Congelagro dice que las importaciones de la industria son apenas 5%, pero deben de ser mucho más; McDonalds trae la papa exclusivamente de Estados Unidos».
«Hemos ganado mucho en este paro porque lo hicimos alrededor de una organización sólida. Debemos apoyar decididamente el movimiento de Salvación Agropecuaria», dijo Gonzalo Pulido, de Villapinzón, otro de los sitios que se bloquearon en Cundinamarca. Y comentó su amarga experiencia como productor: «Yo llegué a sembrar 250 hectáreas de cebada y ahora cultivo 12 ó 13, porque a ese extremo me llevó la apertura. Los agricultores estamos dispuestos a librar la lucha. Y si toca que se desate una nueva pelea por la Independencia, aquí tenemos los antecedentes del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá». Epifanio Cuervo, de Chíquiza, insistió en la organización: «Debemos unirnos en torno de Salvación Agropecuaria, que es la única que lucha por el sector, la que tiene ideas claras para ganar la batalla. Debemos conformar un frente amplio de resistencia para defender el agro».
Aníbal González, de Ventaquemada, contó: «Yo fui de la ANUC, pero el gobierno la acabó; nos dividimos y eso lo terminaron manejando los oligarcas. El gobierno crea esas organizaciones y luego las dispersa. Pero si creamos una por fuera del gobierno, será fuerte y de todos los productores». Y Germán Grimaldos, de Belén, lo reforzó: «Debemos pensar en unirnos a Salvación Agropecuaria, para que se determine cuándo va a ser el próximo paro». Celestino Garzón, para ponerle piso firme a la idea, propuso: «Hagamos una gira de Robledo por Boyacá, porque a todos nos afecta la situación».
Al final intervinieron Víctor Dávila, coordinador departamental de Salvación Agropecuaria, y Alberto Caro quien, no obstante la campaña difamatoria contra él, por parte de altos directivos de Fedepapa, se dedicó incansablemente a organizar la lucha. Víctor destacó el apoyo que al paro en Boyacá le dieron la CUT, el sindicato de maestros, el del Incora, los trabajadores de Acerías Paz del Río, los estudiantes de agronomía de la Universidad. Con vivo entusiasmo concluyó: «Tenemos que llegar a los 123 municipios del departamento para promover el programa de Salvación Agropecuaria, que vamos a lograr que sea defendido por toda la nación». Caro señaló: «Esta reunión, así como el paro, son un hito en la lucha agraria.Vamos a retornar cargados de mensajes claros a nuestras veredas. Al oponernos a las importaciones debemos denunciar que la sobreproducción de papa, que repetidamente padecemos, se debe a que este es el único cultivo importante que nos queda en tierra fría, ya que las importaciones acabaron con la producción de cereales».
En la reunión estuvo la ex alcaldesa de Tenjo, Clementina del Pilar González, quien resaltó la «magistral intervención de Jorge Robledo» y la labor de Buenaventura Bonilla, concejal del MOIR en Gachancipá, «que ha venido sembrando la semilla en el centro de la Sabana de Bogotá para defender el campo, nuestro trabajo, nuestra familia». Al final de su saludo, expresó: «Si nos organizamos y por medio de Salvación Agropecuaria expresamos nuestros objetivos, podremos ser más fuertes y lograr lo que nos proponemos. Ojalá pueda participar mucho más, porque mi vida está en el campo». Con similares palabras se expresó el diputado Mario Moreno. A punto de concluir el acto arribó el gobernador Miguel Ángel Bermúdez, quien expresó su solidaridad con los productores y criticó al gobierno por recurrir «al facilismo de botar a todo el mundo de los trabajos cuando lo que hay que hacer es incrementar los ingresos y la producción».
La reunión se clausuró con un minuto de silencio en memoria de los dos campesinos alevemente asesinados por el gobierno en el Huila.