En medio de cajitas, tapetes, cachivaches y cuadros que con «novísimas e insólitas formas» esconden lo que por viejo, antihistórico y antinacional está muriendo, resalta en el XXIV Salón Nacional de Artistas esta pintura de Clemencia Lucena. Expresando claramente el estado de ánimo, atento y entusiasta, que produce en los campesinos la consigna del Partido del Trabajo de Colombia de echar abajo el poder de los terratenientes, el cuadro no sólo refleja un problema del pueblo sino también su perspectiva revolucionaria. Posee, así, la fundamental y auténtica característica del hombre nuevo: estar al servicio de los intereses de las masas.
El contraste de esta obra, y la de Luis Paz, con el resto de lo exhibido en el Salón, no es meramente formal, , sino que corresponde a los avances del pueblo en sus luchas democráticas y antiimperialistas, lo cual no puede menos que manifestarse en el terreno del arte. Las masas siguen desbrozando caminos para el surgimiento de la cultura revolucionaria. Este importante y ejemplar cuadro de la compañera Lucena lo atestigua.