EL GOBIERNO, LA MANO NEGRA Y LOS MAMERTOS CONTRA EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL COLOMBIANO

El primer semestre de 1971 registró el movimiento estudiantil más consciente y poderoso de toda la historia del país. Fueron seis meses de ininterrumpida lucha de la juventud colombiana. Las dos características destacadas de este movimiento han sido la clara orientación antiimperialista y la participación masiva y valerosa de todos los universitarios, los estudiantes de secundaria, los profesores y las directivas consecuentes. La juventud ha colocado como objetivo central de su lucha la supresión del dominio del imperialismo yanqui sobre la educación. Ha sido un decidido combate contra la cultura neocolonial y semifeudal en defensa de la cultura nacional y científica de las grandes masas populares en lucha contra el imperialismo y sus lacayos. Este movimiento ha dejado establecidos los lineamientos fundamentales de la revolución en el campo de la cultura. El proletariado, el campesinado y el resto del pueblo colombiano dieron su apoyo incondicional a la lucha de los estudiantes, lucha que arroja la gran enseñanza de que la revolución cultural hace parte entrañable de todo el proceso de la revolución colombiana. La revolución cultural antecede, prepara las condiciones y eleva la conciencia de las masas, sin lo cual no es posible el triunfo de la revolución. El proletariado asimila estas experiencias que son fruto de la práctica de las masas, y, al hacerlo, contribuye decisivamente a dirigir y apoyar el movimiento estudiantil.

LA REFORMA REVOLUCIONARIA DE LA UNIVERSIDAD

En el Segundo Encuentro Nacional, realizado a mediados de marzo en Bogotá, los estudiantes concretaron sus aspiraciones fundamentales en el Programa Mínimo. Las reivindicaciones consignadas en éste, se refieren al cambio revolucionario en la educación superior. Se exige la autonomía universitaria con la instauración de un consejo de dirección democrática, integrado fundamentalmente por las fuerzas básicas de la universidad, estudiantes y profesores. Se exige la supresión del dominio imperialista sobre la universidad, así como el de las clases pro-imperialistas, la gran burguesía y los grandes terratenientes. Suspender los programas de asistencia económica, técnica y de cualquier otra índole de las organizaciones imperialistas, mediante los cuales se hipoteca la soberanía cultural y se establece en los centros educativos colombianos una cultura antinacional, anticientífica y antipopular. Se exige en el Programa Mínimo que el Estado responda por la financiación de la educación y que sean las fuerzas democráticas las que sienten los principios y tracen las políticas y programas educativos en la universidad. Se exige también la defensa de la educación pública, especialmente de la Universidad Nacional, y la aplicación de un plan amplio de asistencia y bienestar estudiantil. En estos puntos del Programa Mínimo de los estudiantes están contemplados los principios básicos de una reforma revolucionaria de la universidad colombiana, conforme a las reivindicaciones estratégicas de las clases explotadas y revolucionarias.

FASCISMO Y CONTRARREFORMA OFICIAL

El gobierno de Misael Pastrana, obedeciendo fielmente las consignas que le traza el amo imperialista y dejando al descubierto su verdadera catadura antipatriótica, ha rechazado todas y cada una de las peticiones de los estudiantes. Presentó a la consideración del Parlamento un proyecto de reforma universitaria, en el cual se dispone una entrega mayor de la educación al imperialismo yanqui, se debilita la educación pública en beneficio de la privada, se garantiza el control de la universidad por parte del gran capital, se establecen mayores trabas para el ingreso a la educación superior de las clases populares y prevée un sistema de vigilancia académica y policiva, desconociendo los derechos democráticos de las masas estudiantiles. La reforma oficial es otra provocación que el gobierno títere hace al pueblo colombiano; es la consumación de toda una serie de medidas represivas que va desde la toma violenta de las universidades por la fuerza pública hasta el encarcelamiento y asesinato de estudiantes.

Ante el hecho de sufrir el repudio de las masas, el gobierno ha venido sosteniendo que el movimiento estudiantil no representa el sentimiento de las mayorías, que los dirigentes no cuentan con una base democrática, que las «mayorías silenciosas» no se han expresado porque las fuerzas «extremoizquierdistas», que reciben consignas foráneas, lo ha impedido. Como complemento de la política fascista, la reacción ha dispuesto la formación de una microscópica organización estudiantil, el Frente Estudiantil Democrático (FED), financiada por la Mano Negra, integrada por agentes policivos y encargada de regar la propaganda de que el movimiento estudiantil no tiene base democrática, que ha fallado en su táctica y que el Comité de Solidaridad Estudiantil asaltó la buena fe del estudiantado.

LOS REVISIONISTAS CALUMNIAN A LAS MASAS

Identificados con la política del gobierno y la reacción, los dirigentes del Partido Comunista de Colombia, empleando un lenguaje semioficial, también arremetieron contra el movimiento estudiantil. Después de pregonar que ellos han luchado por la «normalización» de la situación en la universidad, porque los estudiantes ingresen a clases a «combinar las tareas académicas con las acciones estudiantiles», el Pleno de la Juventud comunista, según lo informa «Voz Proletaria» del 12 de agosto de 1971, sostiene lo siguiente:

«La lucha ideológica enfocada esencialmente, en este momento contra el extremoizquierdismo y sus consecuencias anarquistas y aventureras, debe ir dirigida a clarificar y llevar a la práctica la democratización estudiantil, la participación de los estudiantes en las decisiones y en las tareas reivindicativas a partir de sus cursos, carreras y facultades.

«La democratización implica la lucha contra la anarquía en la dirección creada por los grupos extremoizquierdistas (JUPA y Neotroskistas) y el fortalecimiento de los consejos estudiantiles y otros organismos de dirección de los estudiantes.

«Sólo desarrollando consecuentemente la táctica del reagrupamiento basada en la democratización del movimiento y de su dirección será posible reorganizar la lucha del estudiantado».

¿No es esta, acaso, la tesis del gobierno, la explicación oficial de la crisis que se vive en la educación? ¿Qué es sino un ataque a la valerosa lucha estudiantil, sustentar que la «anarquía» presentada el semestre pasado en la universidad colombiana fue por falta de «democracia» en las filas estudiantiles? ¿No es esto calumniar vulgarmente al estudiantado colombiano que ha respaldado a sus dirigentes en la lucha por una cultura nacional y científica al servicio de las masas populares? Sólo los agentes oficiales y los renegados piensas así. Con sobrada razón y calando el alma podrida del grupito dirigente del Partido Comunista de Colombia, las fuerzas revolucionarias han calificado de «mamertos» a los revisionistas colombianos.

¿Cuál fue la táctica propuesta por la dirección mamerta para el movimiento estudiantil? Fue la claudicación, la entrega! Propagaron, cuando apenas llevaba tres meses el movimiento y las universidades estaban clausuradas, los dirigentes detenidos y agudizada la represión, que «la principal forma de lucha era la negociación». El regional del Valle y Cauca del Partido Comunista dijo el 6 de abril pasado:

«Claro está que no se trata de compromisos y negociaciones en general». Se trata de algo muy concreto. Se trata de que en este momento la negociación se convierte en la forma principal de lucha. Y como tal debe adelantarse con las masas, no a sus espaldas. En este sentido la apertura de la universidad anunciada para el 12 de abril debe entenderse como apertura de las negociaciones a través de asambleas de profesores y estudiantes, de debates y discusiones públicos».

Y todo esto dicho con un gran cinismo, desconociendo la posición oficial, como si el gobierno entrara a negociar la reforma revolucionaria por el simple hecho de que los estudiantes cambiaran la lucha por la negociación. ¿Cómo ejercen su presión las masas, cómo defienden sus intereses si no es mediante las movilizaciones públicas, las protestas, los paros, el cese de la «normalidad» y otras formas más elevadas de lucha? El gobierno llamaba a clases no para inaugurar la etapa de las negociaciones, sino calculando un desgaste del movimiento, que le permitiera escamotear las peticiones de los estudiantes y redoblar la represión. Y la verdad fue que en abril el estudiantado, después del «cambio de táctica» pedido por los mamertos, continuó la batalla a nivel nacional. En ningún momento el gobierno quiso discutir la reforma universitaria con las fuerzas democráticas. El 4 de mayo el presidente Pastrana esbozó los principios de la reforma oficial, comprometiéndose públicamente a dar mayores garantías al imperialismo y rechazando descaradamente la opinión nacional que respaldaba las peticiones del estudiantado.

El verdadero ánimo oficial quedó expresado en todas sus medidas fascistas, especialmente las tomadas con el Decreto 1259 y las aplicadas en la Universidad Nacional con el nombramiento como rector del agente imperialista Santiago Fonseca. Este sujeto ha llegado a todos los extremos en su afán por golpear y desconocer los derechos estudiantiles. Extendió la persecución a los profesores, directivas consecuentes y los trabajadores de la Universidad Nacional. Ningún deseo de acuerdo ha manifestado el gobierno. Todo lo contrario, el nombramiento de Fonseca demuestra su posición recalcitrante, su entrega incondicional al imperialismo y su táctica de darle al conflicto una solución de fuerza.

PROSIGUE EL COMBATE

La lucha del estudiantado colombiano continúa sin desmayo. En las universidades del país no se apagará jamás la llama del combate anti-imperialista y las fuerzas revolucionarias conquistarán la victoria. Las masas estudiantiles proseguirán en la tarea de la creación de una organización auténticamente democrática de todos los universitarios, que sea el mejor instrumento de cohesión, unidad y disciplina de la lucha estudiantil. La Juventud Patriótica (JUPA) y demás organizaciones revolucionarias de los estudiantes impulsarán consecuentemente estas consignas en defensa del Programa Mínimo y de la organización nacional estudiantil, buscando para futuras batallas un acercamiento más estrecho con el proletariado, el campesinado y demás fuerzas revolucionarias, condición indispensable para el triunfo. Igualmente adelantarán sin tregua la lucha contra el oportunismo, y en especial contra los renegados y revisionistas.