Como reacción al oscurantismo colonialista, germinó en los jóvenes la semilla de la rebeldía que luego se convertiría en una fuerza fundamental para la independencia de la Nueva Granada. Mientras las universidades europeas avanzaban en el estudio de las ciencias naturales, la universidad americana mantenía su carácter confesional y se seguía inclinando por el estudio de la teología y el derecho. Todos los profesores debían tener el visto bueno del arzobispo y del inquisidor más antiguo y los graduados debían jurar fidelidad al rey y a la Iglesia Católica. Era como si las puertas de los colegios estuvieran cerradas a los avances de la humanidad, situación que chocaba con una juventud dispuesta a entender el mundo que la rodeaba.
Para leer el texto completo utilice el siguiente vínculo: