La oposición de Obama durante la campaña electoral a algunas de las medidas más conservadoras y dictatoriales de Bush produjo en los medios de prensa y los ciudadanos del mundo la esperanza de un cambio sustancial en el manejo de la política norteamericana. Esta percepción fue reforzada por algunas de las primeras medidas tomadas a partir del día de su posesión, tales como el cierre programado de la cárcel de Guantánamo, la libertad para la investigación y la experimentación con células madre, el alivio de las medidas extremas en contra de Cuba, y la presión para la retirada de Irak, así estas dos últimas sean bastante discutibles en sus alcances.
Pero tras el oropel y el entusiasmo que rodea a Obama, tenemos que entender que se trata de un típico caso de gatopardismo, entendido como la necesidad de que algunas cosas secundarias cambien y se adapten para que lo esencial siga igual. Obama fue escogido como presidente de Estados Unidos porque era la mejor carta para el capital financiero, las multinacionales y el aparato militar en su propósito de continuar la expoliación sobre los países del mundo. Tres son los argumentos que nos permiten hacer esta aseveración: la conformación de su gabinete de gobierno, las medidas que ha empezado a tomar en el terreno de la geopolítica internacional, y las decisiones adoptadas frente a la crisis financiera global. Veámoslas:
A. Un presidente electo que pretende hacer reformas profundas al Estado y al gobierno nombra un gabinete que secunde sus propósitos. Pero el de Obama es un gabinete de halcones que en su inmensa mayoría estuvieron de acuerdo y apoyaron la agresión contra Irak. Lo encabezan Robert Gates, secretario de Defensa, heredado del gobierno Bush, y Hillary Clinton, quien en las primarias no tuvo inconvenientes en amenazar con “arrasar” a Irán si se atrevía a atacar a Israel. El sector económico ha sido encargado a experimentados cuadros neoliberales del gobierno de Bill Clinton, que hicieron escuela además en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en el Banco Mundial (BM) ayudando a diseñar el modelo de desregulación del sistema financiero que ha concluido en la crisis actual, y en cuyas manos se encuentra ahora el diseño de la salida a la debacle que ellos mismos ayudaron a crear.
B. La decisión de respaldar incondicionalmente la política de agresión del gobierno de Israel contra el pueblo palestino, incluido su silencio frente al genocidio de Gaza ocurrido en el mes anterior a su posesión, y su propuesta de campaña de que Jerusalén unificada sea la capital de Israel; la programación del retiro de las tropas norteamericanas de Irak sin aclarar qué va a suceder con las 12 o más superbases militares y la fortaleza-ciudadela de la Embajada, ocultando el designio de mantener allí importantes destacamentos militares que garanticen su control del país y de las segundas reservas petroleras del planeta; la determinación de aumentar las tropas estadounidenses en Afganistán, país clave en la batalla por mantener la hegemonía mundial, la cual se decidirá básicamente en el Medio Oriente y Eurasia, acompañada con bombardeos indiscriminados contra las zonas tribales de Pakistán donde presume se ocultan Bin Laden y Al Qaeda; su empecinamiento en avanzar en el cerco de Rusia y China a las que considera sus oponentes en la conquista del control global; el apoyo al mantenimiento del gigantesco ejército con más de dos millones de soldados, desplegado en 823 bases a nivel mundial a lo largo del llamado arco de inestabilidad de las regiones petroleras, así como al desmesurado presupuesto militar que pasó entre 2003 y 2008 de 400 mil a 700 mil millones de dólares, además de su respaldo al complejo militar industrial. Todos estos hechos demuestran a las claras la vocación imperialista de hegemonía mundial y su apuesta al uso de la fuerza militar allí donde sea necesario para asegurar el saqueo de los recursos de los países bajo su dominio.
Un ejemplo más de esta política está reflejado en su reacción de gendarme global frente a la prueba de un cohete de alcance intercontinental que la República Democrática de Corea probó en días pasados con la intención de poner en órbita un satélite de comunicaciones. Una vez más se devela que los que pueden desarrollar cohetes y armas atómicas son los Estados que secundan sus planes de dominación, como es el caso de Israel o Pakistán o los que Estados Unidos no controla, como Rusia, China o India. A los demás los amenaza y agrede con sanciones y bloqueos económicos.
Aunque Obama ha sido forzado por el fracaso en dos guerras coloniales simultáneas y por la crisis que golpea su estabilidad económica, a cambiar su forma de relacionarse con las demás potencias de la OTAN, que habían sido relegadas por Bush, la geoestrategia imperialista seguirá su implacable curso.
C. Frente a la crisis del sistema financiero desatada por el estallido de la burbuja hipotecaria, ya durante los meses finales del gobierno de Bush se habían implementado dos planes de salvamento, con el apoyo demócrata. Uno por 700 mil millones de dólares para ayudar a la banca principalmente y otro por 800 mil millones, de los cuales 600 mil fueron a respaldar a los bancos en sus créditos hipotecarios y 200 mil para créditos de consumo. Estos planes no pueden ocultar el hecho de que fueron dirigidos al salvataje del sistema financiero, socializando las pérdidas. El Plan propuesto por Obama se dedica fundamentalmente a incentivar y apoyar los capitales privados para la compra de paquetes de activos tóxicos de los bancos.
En la reunión del G20 las medidas tomadas se orientan en la misma dirección. Una inyección de 1,1 billones de dólares a la economía mundial a través fundamentalmente del FMI y el BM; un comienzo de regulación del sistema financiero, enfatizando que no se trata de crear una entidad internacional que lo controle; algunas reglas para las calificadoras de riesgos y los fondos de inversión, y una lista negra de paraísos fiscales que no colaboren con las reglas internacionales. Por último, tratar de reflotar las negociaciones de la Ronda de Doha para flexibilizar el comercio internacional.
Tanto las decisiones internas de Estados Unidos como las de la Cumbre están orientadas a fortalecer el sistema financiero para evitar la quiebra de los principales bancos a nivel mundial, restaurar la situación anterior a la crisis con promesas de regulación, saboteadas o minimizadas por quienes propiciaron la desregulación del sistema financiero, la privatización a ultranza de las empresas públicas, la imposición del libre mercado y la producción para la exportación en desmedro de los mercados internos. La instauración del FMI como banco de última instancia para el salvamento de los países en peligro de bancarrota e incumplimiento, es una bofetada a los países del Tercer Mundo que han estado bajo la férula de esta entidad y sus famosos condicionamientos neoliberales para el otorgamiento de créditos. Se trata, en última instancia, del salvataje del sistema financiero imperialista a nivel mundial.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa escribió en su novela El Gatopardo: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. Barack Obama ganó la Presidencia de Estados Unidos porque es el hombre preciso para sustituir el fundamentalismo de Bush y hacer los cambios secundarios necesarios para que la política imperialista pueda continuar su pugna por la hegemonía mundial y la expoliación de los países sometidos a una recolonización sin atenuantes.