Paro Cívico Nacional del 31 de agosto: BATALLA ANTIIMPERIALISTA EJEMPLAR

A primera hora del 31 de agosto de 1999, centenares de municipios de Colombia, carreteras troncales, bancos, fábricas, hospitales y entidades públicas quedaron paralizados en desarrollo del Paro Cívico Nacional.

La convocatoria del Comando Nacional de Paro incluyó dentro de sus objetivos el rechazo a la intervención norteamericana, a las imposiciones del Fondo Monetario Internacional, FMI, y a la política servil del presidente Pastrana. Los convocantes levantaron un Pliego Unificado que recogía las denuncias y reclamaciones de los diversos sectores sociales presentes en la contienda, en la que participaron obreros, profesores, estudiantes, campesinos, empresarios agrícolas, transportadores, usuarios del upac y del ISS y gentes de toda condición social.

Varios departamentos estuvieron totalmente paralizados y ciudades capitales vivieron una gesta tan memorable como la del Paro Cívico de 1977. En la capital de la República y en sus municipios aledaños se libró una batalla descomunal como producto de la indignación y el repudio que las medidas gubernamentales han generado.

El Paro Cívico Nacional se prolongó hasta el 1º de septiembre. Los sectores sindicales incluyeron entre sus denuncias la del proyecto de ley 219, sobre ajuste fiscal y el recorte de garantías sindicales y laborales que el gobierno nacional ha anunciado. Se exigió la moratoria de la deuda externa y se incluyeron las denuncias de la terrible situación que viven los empresarios agrícolas y trabajadores del campo como producto de la ruina generalizada por efectos de la apertura económica. Colombia entera rechazó al unísono las consecuencias del modelo económico neoliberal impuesto por el imperialismo.

La batalla así librada constituyó un ejemplo del incesante espíritu que anima al pueblo colombiano en sus luchas antiimperialistas. El contenido de las banderas levantadas, la denuncia de las consecuencias del modelo y la agitación previa dentro de las tareas de organización de la jornada, permitieron esclarecer el carácter de la recolonización que el imperialismo norteamericano adelanta sobre nuestra nación. En todos los eventos que antecedieron a la protesta se precisó que la apertura económica y la diversidad de medidas políticas y jurídicas corresponden a la ofensiva del gobierno estadounidense y sus monopolios por apoderarse de los mercados y materias primas y abaratar la mano de obra de los países sojuzgados del mundo.

La agresión mundial sin antecedentes está dirigida a resarcir las utilidades de los capitales financieros monopolistas y a imponer a sangre y fuego a lo largo y ancho del orbe mundial sus condiciones de saqueadores y piratas modernos. El mayor empobrecimiento de millones de habitantes de Améric Latina ha tenido como respuesta levantamientos significativos en Ecuador, Brasil, Argentina, Bolivia, Perú, Venezuela y en Colombia. Lo del 31 de agosto fue la expresión de esa resistencia a la recolonización imperialista.

Los colombianos hemos aprendido que la manera de salvaguardar nuestra soberanía e independencia nacional y proteger la unidad territorial es a través de un gran acuerdo nacional que cuente para ello con la participación de todos los sectores, clases, capas y partidos opuestos a la dominación externa. El Comando Nacional de Paro, constituido a partir del movimiento sindical, es el germen de ese gran frente antiimperialista y constituye un instrumento para librar la resistencia contra la agresión imperialista. Por ello es muy significativa la participación de las agremiaciones de campesinos, empresarios agrícolas e indígenas y de las asociaciones de transportadores, que, junto con el movimiento obrero, se pusieron al frente de la protesta y encauzaron la resistencia.

La jornada se levantó una vez se acordó con el gobierno nacional establecer mesas de negociación que dieran curso a la discusión de los 41 puntos planteados en el pliego petitorio unificado. En la mesa central se libró una discusión a fondo con los ministros de Estado y funcionarios gubernamentales en torno a las medidas aperturistas. El Comando de Paro insistió en la necesidad de que Colombia acometa su desarrollo de una manera independiente y soberana, preservando para ello su sector productivo nacional y creando unas condiciones democráticas para su progreso. El gobierno de Pastrana llegó a estas mesas temáticas a notificarle al país las imposiciones que debe ejecutar y dispuesto a «hablar sin escuchar», mientras va aplicando toda su política basada en el modelo neoliberal.

El Paro Cívico Nacional del 31 de agosto forma parte de las innumerables jornadas y luchas que para enfrentar este régimen debemos librar en adelante. A la convocatoria de agosto le han seguido la del 14 de octubre (paro nacional estatal), el paro nacional indefinido del magisterio y las jornadas que en defensa de la salud pública han de estar adelantando los colombianos.

La jornada de agosto, batalla antimperialista ejemplar, llevó a una mayor acumulación de conocimiento, capacidad y fuerza de los destacamentos de masas. La historia nacional e internacional enseña que a pesar de no existir resultado reivindicativos tangibles e inmediatos, las masas ganan en experiencia y alcanzan una mayor comprensión de los problemas fundamentales. Muestra además que lo que determina el desenlace en favor de los oprimidos y explotados es el entendimiento de cuáles son sus enemigos principales y cómo combatirlos.

Por ello quienes sostienen que la dispersión de los trabajadores y la falta de victorias reivindicativas nos demuestran que no se puede pelear, o que las condiciones adversas impiden enfrentar al enemigo en las diversas batallas diarias o sectoriales, caen en una típica desviación de derecha, en una renuncia a enfrentar la arremetida del gobierno, en una conciliación con los enemigos de clase y en un apocamiento en las capacidades revolucionarias de las masas.