Totalmente cercadas las fuerzas comunistas en las provincias del sudeste, Mao ordena, en octubre del 34, la retirada hacia Shensí, al noroeste, a los seguros sóviet campesinos. Atravesando estepas pantanosas y montañas coronadas de nieve, sometidos al hambre y acosados por el ejército enemigo, los batallones rojos cubrieron sin dar tregua 12.500 kilómetros, distancia equivalente a la que media entre el Caribe colombiano y La Patagonia. Tras recorrer once provincias, entre ellas, la del Tíbet, arribaron más de un año después a su destino, la ciudad de Yenán, cerca de la frontera con Mongolia.
La Gran Marcha es juzgada por los expertos como una de las más grandes hazañas militares de todas las épocas.