EL APETECIDO MERCADO ARROCERO

(Apartes)

El arroz es nuestro principal cultivo semestral. Estamos sembrando cerca de 500 mil hectáreas anuales, en 21 departamentos, zonificados en cinco secciones: el centro (Huila y Tolima), aporta cerca de 30% de la producción; en el piedemonte orinoquense tenemos un porcentaje similar; en la Costa Atlántica, hay arroz en todos los departamentos; en el Litoral Pacífico y en el bajo Cauca, en los Santanderes, en el Caquetá y en la «zona de despeje».

Somos algo más de 28 mil agricultores, la mitad o un poco más trabaja en arrendamiento y casi 70% de la producción es en explotaciones menores de 50 hectáreas. En algunas zonas de Huila y Tolima se alcanzan productividades que pueden compararse con las más altas del mundo. Hay temporadas en que se cosechan 7.200 kilos por hectárea, pero asimismo hay otro sector a la espera de la tecnología. Se siembra todavía con métodos rudimentarios, es un área de secado manual que ocupa la no despreciable cifra de 25 mil hectáreas y el promedio de producción no ha superado las dos toneladas y media. Hay enormes zonas con producción de menos de tonelada y media.

En la producción agroindustrial la situación es dramática: en la última década han desaparecido más de 250 empresas trilladoras de arroz; de unas 350 que había en los ochentas, escasamente quedan cien, y con un problema adicional, y es que tres controlan 80% de la producción del arroz empaquetado. Es decir, un problema de concentración monopólica del manejo del arroz en su fase industrial.

Para comprender la situación es necesario investigar por qué hay tanto interés en el mercado arrocero colombiano. El arroz es en general un cereal de autoconsumo: China y la India producen cerca de 70% de la producción mundial, pero tienen temporadas en que importan; lo que se comercializa en el mundo no sobrepasa los 22 millones de toneladas, cerca de 5%, pues se producen unos 560 millones. China siembra 35 millones de hectáreas y Estados Unidos solo un millón y pico. Estados Unidos es uno de los más pequeños productores, pero es uno de los grandes exportadores. Gran parte de su producción está destinada a la exportación, para desgracia nuestra, pues la dirige hacia América Latina. Incluso con todos los subsidios estatales, Estados Unidos tiene dificultades para competir con Tailandia y Vietnam, los principales exportadores de arroz en el mundo; de manera que tiene que dirigir sus esfuerzos hacia Colombia, donde tenemos cerca de un millón cuatrocientas mil toneladas de consumo de arroz, algo más de 10% del mercado mundial. Por eso somos importantes para los exportadores gringos.

La toma de nuestro mercado ya empezó, y si no se ha profundizado más se debe a la resistencia ofrecida por los arroceros. Nosotros inauguramos la táctica de pelear tomándonos las carreteras, táctica adoptada en buena hora por una organización de la envergadura de Salvación Agropecuaria. De siete millones de toneladas de alimentos que estamos importando, en 1998 entraron 450 mil toneladas de arroz, causa de nuestra crisis de ese año. En el año 2001 llevamos 170 mil toneladas importadas legal e ilegalmente. Y no hay quien vigile las fronteras.

El 31 de julio, el día que comenzó el paro, nos aprobaron a las volandas una cláusula de salvaguardia. Pero cuando llegamos a Tulcán a verificar, los funcionarios de la Aduana ni siquiera conocían el documento. Así es como el gobierno cumple los acuerdos.

Ese es el tipo de salvaguardia con que se negocia, es decir, hagamos la cosa aquí en el papel que estos no se dan cuenta; y el arroz sigue entrando. Cuando llegó la comisión a Tulcán entraban 14 mulas diarias cargadas de arroz, más el arroz camuflado entre el maíz que entra sin ninguna restricción. De la noche a la mañana el Ecuador, un país que está aguantando hambre, aparece como un gran productor de alimentos; no solamente entra arroz, también papa, hortalizas, maíz y, óigase bien, creíamos que la amenaza en soya eran Estados Unidos y el Brasil, pero entra soya por Ecuador también.

Hay algo que es bueno que este Congreso sepa. Y es que en una nueva organización de soyeros que creamos, la mayoría creyó en la política de concertación del gobierno. Se sentaron a negociar en la cadena de la soya y las cosas iban relativamente bien, hablábamos de precios fijos de 720 mil y techos de 750 mil pesos la tonelada, y estando en esas estos bandidos del gobierno nacional le quitaron el arancel a la soya y la negociación se bajó automáticamente a 640 mil pesos por tonelada; no hay derecho a que el ministro engañe al país diciendo que las cadenas están resolviendo los problemas, cuando nos dan semejante puñalada trapera; y lo peor es que no es la excepción, en el maíz se presentó una situación parecida en plena negociación de la cosecha del año pasado. Mientras se nos invitaba a rotar el arroz con maíz, se baja el arancel de éste y obviamente los precios cayeron de 480 mil a 420 mil pesos la tonelada, y para la cosecha 2002 va a estar del orden de los 400 mil pesos, en virtud de ese acuerdo. Por eso es que no podemos bajar la guardia, tenemos que fortalecer a Salvación Agropecuaria, tenemos que seguir luchando.