OBREROS DE UNA ESTIRPE ESPECIAL

Obreros de una estirpe especial
Obreros de una estirpe especial
“Nunca hemos enfrentado una época semejante, lo cual entraña aspectos nuevos, cardinales, que debemos evaluar a cabalidad para adoptar frente a ellos una actitud correcta. Marx afirmaba: todo desarrollo de las fuerzas productivas trae consigo nuevas divisiones del trabajo. Siempre ha sido así. Pero lo que aparece hoy constituye, tanto por la calidad del desarrollo como por la escala de la división, una novísima forma de la división internacional del trabajo. Se realiza ahora entre naciones lo que antes se operaba dentro de cada país. Ya el fenómeno es de naciones enteras especializadas, no de simples especializaciones dentro de la producción fabril nacional. Esto da lugar a que, bajo un mismo poder imperial, a las naciones se les asignen diferentes ramas y aspectos de la producción, lo cual hace parte de la recolonización imperialista.

El mencionado desarrollo de las fuerzas productivas es utilizado plenamente aun en el mismo dominio del capital financiero que acompaña al imperialismo. Ya cuentan con tremendos avances en las comunicaciones y también con la informática suficiente para unir los distintos centros financieros. En esencia se trata de una política actual del imperialismo: enlazar, las diversas bolsas de valores, los mercados de capital, para conectarlos a los grandes centros financieros. Se monta así una especie de bingo plane-tario en donde los linces de las finanzas juegan con la economía mundial especulan y maniobran, manejan y modifican los valores y los precios, muñequean todo el sistema monetario mundial. Dicen con ostentosidad: ¡poseemos la tecnología suficiente para que nuestro capital financiero consiga controlar los capitales en cualquier parte de la tierra! Buscan un dominio económico supeditado al sector más parasitario, que es el financiero, y cuentan con las armas necesarias para respaldarlo.

El pesimismo es un error político

“Si hay alguna enseñanza importante en el siglo XX es la que ella arroja: saber que el proletariadopierde el poder si deja que su ideología se resquebraje y, con ella, sus posiciones políticas de clase. Ahora bien, esa pérdida parece ser la gran tragedia. Pero no, aun cuando es una cuestión negativa, mirada históricamente es un traspiés, no una tragedia. Ante lo nefasto de estos acontecimientos hay sectores obreros tocados con pesimismo. A ellos basta recordarles lo que con profundidad señalaba Mao: el pesimismo es un error político. Comprender este aserto guarda íntima relación con el enfoque histórico de la lucha de clases; no se trata de endulzar los reveses y las derrotas, ni de quitarles su valor negativo, sino de situarlos en la perspectiva histórica de la lucha de clases para saber a qué corresponden. Hacerlo así es vital para la conservación de nuestra ideología. Camarada que en política no posea un enfoque histórico de clase, no tendrá cómo entender estos problemas y se plagará de confusiones.

El imperialismo contra los obreros

“Cualquier paso táctico del MOIR en Colombia ha de tomar como punto de partida el conjunto de la correlación de fuerzas en el mundo. Someter al análisis la lucha de clases en el plano internacional a fin de poder determinar qué pasos dar en la nación. Algunos camaradas creen que lo internacional es una cuestión alejada de la política concreta nuestra. El hecho es que se derrumbó la Unión Soviética, el hecho es que hay un imperialismo con supremacía. Ese haz de hechos incide en nuestra situación política y crea el marco general para nuestra actividad…

El meollo de toda la dominación imperialista radica en el recorte o supresión de las reivindicaciones obreras. Lo que se apetece es una mayor plusvalía del trabajo. Debe recordarse que las ganancias de miles de millones de dólares que se registran en las bolsas de Nueva York salen de la plusvalía. El problema de los salarios, es decir, de cómo pagan menos, o mejor, de cómo roban más, es fundamental para la explotación imperialista y es con ese propósito en la mente como quieren barrer con las organizaciones sindicales. Así se explica la proliferación de leyes, decretos y disposiciones dirigidos a desconocer derechos conquistados por los trabajadores, a debilitar sus organizaciones y a suprimir sus posibilidades de lucha. Como en el vórtice de la dominación se encuentran los asalariados, la táctica del imperialismo es la de enfrentarse en forma directa, inmediata, con el proletariado. La contradicción, en lo económico, aquí y en todo mundo, se expresa en explotar cada vez más a la clase obrera, y para ello se intenta arrasar con todas sus conquistas, pues el imperialismo sabe que allí, en los destacamentos obreros, es donde reside su más firme y segura contra.

Contra el burocratismo sindical

“Hago pues un llamado a iniciar una campaña contra todas las formas de burocratismo en los sindicatos. No puede ser que la mayor parte del tiempo se ocupe en el ajetreo sindical. Un gran número de conflictos y discusiones que se presentan están referidos a cuestiones gremialistas y burocráticas. A quién se le da el permiso o la comisión, quién se queda con el fuero, y similares codicias. Es decir, afanes de funcionarios, no de revolucionarios.

La solidaridad es un deber

“Darles solidaridad, empezando por nuestra presencia en los escenarios de lucha. Es preciso reafirmar: allí donde haya una organización obrera o un obrero combatiendo al imperialismo, este Partido debe acompañarlos. Implica una desviación grave que ciertos compañeros se conviertan en jueces que califican algunas de estas luchas como no importantes. Contra el imperialismo y la política que impone no existe pelea sin im-portancia. Como trabajadores que viven en la pobreza, al igual que la mayoría de la gente en este país, aquellos que se organizan en sindicatos pequeños para luchar por sus reivindicaciones deben contar con la mayor presencia solidaria del MOIR. La incomprensión de esto no corresponde a quien se llame comunista.

Solidez ideológica

“Si se entiende el problema, lo primero que debe consolidar el MOIR -para recuperar lo perdido, para retomar lo embolatado- es su posición ideológica. Creemos que una gran proporción de las fallas y debilidades que tenemos obedece a un aflojamiento de la cuestión ideológica. ¿Cómo está planteado el problema? Estamos ante una embestida sin precedentes del imperialismo en la esfera de la ideología. El enemigo aprovecha los reveses de la revolución mundial como arma ideológica, con la pretensión de aniquilar las ideas del proletariado. Este embate lo vivimos a diario en mil formas, y si no contamos con solidez ideológica para rechazado, no habrá batalla que podamos ganar.

El legado de Mosquera

Sus herederos serán quienes asimilen su posición de clase. No es cuestión de charlatanería, no es mera hablada, ya que será sólo en la lucha práctica donde los herederos probarán que tienen esa posición. Mejor dicho, es únicamente con su práctica revolucionaria como los militantes y cuadros se ganarán el título de herederos de Francisco Mosquera; este honor nadie puede concedérselo a priori, hay que conquistarlo. Afirmar las auténticas posiciones mosqueristas implica una lucha dentro del Partido.

Organización

“Un criterio hemos repetido últimamente: sin organización el proletariado no tiene nada. Es imperioso afinar nuestra organización. La única manera de sacar adelante la política es contando con una buena organización. No somos una masa dispersa. Tenemos unas formas de organización y unos organismos. Lo primero que debemos anotar es que para cada trabajo, en cada frente, debe tenerse un organismo de Partido. Una vez creados los organismos, lo esencial es que funcionen, cuestión que en muchos casos no ocurre… Asumiendo que los organismos funcionen, se deben tener presente los dos aspectos sustanciales: la democracia y el centralismo. A veces se insinúan por ahí reparos al centralismo democrático o se pretende su negación. Cada vez que esto surja, hay que salir a darle la batalla, pues implica una lucha interna indispensable.

Las citas de esta página son tomadas de Valencia, Héctor. Conferencia Nacional Obrera, Bogotá, Ediciones Tribuna Roja, 1996.