FALLECEN DESTACADOS DIRIGENTES REGIONALES DEL MOIR EN RISARALDA Y QUINDÍO

Bogotá, febrero 24 de 2006

ALBEIRO OSORIO VARGAS

Por Fernando Restrepo

El 28 de diciembre falleció en el hospital San Jorge, de Pereira, Albeiro Osorio Var¬gas, tras soportar una penosa enfermedad. Albeiro se vinculó al MOIR desde muy joven y le sirvió al Partido y a la causa de los trabajadores y del pueblo con un espíritu abnegado y sin vacilaciones.

Fiel a las enseñanzas de Mosquera, fue ante todo un hombre valiente y de principios que no se arredraba ante lo difícil de las tareas. Sin desmayo, supo mantenerse firme hasta el final aun en medio de las inevitables dificultades personales.

No transigió con los enemigos de clase y fue implacable también con todos aquellos que les hacen el juego y se lucran con el negocio del sometimiento de la nación. Albeiro enfrentó con coraje múltiples momentos de persecución, como cuando fue detenido en el Paro Cafetero de 2001. Estuvo siempre al lado de los obreros, campesinos y sectores populares. Actuó dinámi¬ca¬mente contra la privatización de la salud, fue un activo organizador de la gran marcha a Bogotá por la defensa de este derecho fundamental del pueblo y se vinculó con entusiasmo a la Minga Indígena Embera de octubre del año pasado.

Albeiro trabajó sin desfallecer en el sector de la salud, en el que llegó a ser un destacado dirigente nacional. Igualmente perteneció al Comité Ejecutivo Regional del MOIR y fue colaborador de Tribuna Roja.

En el departamento estuvo al frente del movimiento obrero. En el agudo conflicto de los trabajadores de Bavaria, puso su capacidad de lucha al servicio de esta batalla de resistencia. Asesoró con esmero a los trabajadores de Postobón, de Bienestar Familiar y de los bancos, y lideró con éxito la lucha de los vendedores ambulantes, en un periodo en que la administración local pretendió limpiar a sangre y fuego las calles pereiranas. Allí estuvo en medio de los gases lacrimógenos, los decomisos de mercancías, las amenazas, las palizas propinadas por los ESMAD contra los trabajadores de la calle y las madres cabeza de hogar que permanecen allí todavía. Tan feroz persecución le permitió organizar este sector que se encontraba atomizado y dentro de él dejó una semilla de resistencia que sigue sus enseñanzas.

Se propuso educar y cualificar el sector obrero, para así enfrentar en mejores condiciones las arremetidas del gobierno y del imperialismo. Albeiro era un estudioso de los temas nacionales e internacionales e hizo del conocimiento la mejor herramienta de liberación. Utilizó sus grandes conocimientos de autodidacta en sistemas y computación, y logró darle inicio a una biblio¬teca con los clásicos del marxismo, bajadas de la red, para estudio de los compañeros y militantes. Reactivó la Escuela de Formación, a la que quincenalmente asistían obreros, vendedores ambulantes y amigos del Partido.

Albeiro se comprometió con la causa de los desposeídos y profesó la filosofía de los grandes maestros del proletariado; compromiso que exige grandes sacrificios personales. Vio en ella el valioso arsenal de las armas ideológicas a la cual, necesariamente tendrán que acudir las generaciones futuras de jóvenes deseosos de emancipación, si de veras quieren alcanzar sus propósitos: el precioso legado de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao y en nuestro entorno: Francisco Mosquera.

El ejemplo de Albeiro se propone como un modelo digno para los jóvenes actuales, a quienes también la sociedad imperialista les programa otro modelo bien opuesto: un modelo light de ser y actuar; modelo que tergiversa su natural instinto rebelde, por una seudo imagen juvenil carente de espíritu de lucha y de coraje porque los embota con los vapores mefíticos del consumo, de la moda y del afán de estar in, para terminar finalmente aceptando pasivamente el modelo que domestica y oprime. Albeiro soñó con una Colombia libre y soberana, en donde todos sus hijos puedan gozar de un futuro mejor, y en una patria para los obreros del mundo. Albeiro fue un comunista.

Su ejemplo y espíritu de lucha caen en terreno fértil y se multiplicarán por doquier.

OSVALDO AMARÍS

Por Antonio Gutiérrez

Osvaldo Amarís Sampayo nació hace 48 años en Cartagena. El Costeño, como muchos le decíamos, había escogido desde muy joven el camino de estar al lado de los desposeídos, y de rebelarse contra la injusticia. Ya en la década de los setentas del siglo XX participó en las luchas por la tierra de los campesinos de la Costa.

Lo conocimos en 1999 a raíz del terremoto de Armenia, en el alojamiento temporal 19 de Enero. Desde ese momento nos acompañó y se convirtió en uno de los líderes más destacados de la lucha de los damnificados que lo habían perdido todo. Participó de manera decisiva en la organización de la Dederación de Damnificados del Quindío. Y en medio de la lucha de masas para conquistar el derecho a la vivienda para las 11 mil familias de arrendatarios que habitaban los alojamientos temporales de la zona del desastre, y en especial al proyecto de los «Comuneros» de Montenegro, Osvaldo se vinculó al MOIR.

Entre las tantas virtudes de Osvaldo, es bueno destacar su facilidad de vinculación a las masas, la defensa vehemente de sus derechos y su capacidad para organizarlas y construir partido. Fueron muchas las movilizaciones que dirigió de los usuarios de los servicios públicos contra la privatización, las altas tarifas y los cortes de esos servicios, así como en defensa de la salud y la educación públicas.

Fue secretario local del MOIR en Montenegro, y miembro del Comité de Dirección Regional. Luchó contra el buro¬cratismo dentro del Partido. Decía que militante que no se vinculara y desarrollara trabajo de masas, no entendía en qué partido estaba. Combatió la pereza y la molicie en las tareas. Poseía una amplia cultura, ya que era un estudioso de la literatura, la música, el marxismo. Promovía el estudio de los escritos de nuestro fundador, Francisco Mosquera. Tenía una posición de clase proletaria y llevaba una vida sencilla. A sus intereses propios siempre les anteponía los intereses del partido, de las masas y de la revolución.

Osvaldo le puso gran énfasis al trabajo entre la juventud, y ahí sembró semillas que han empezado a dar importantes frutos. Muestra de ello es el desarrollo de compañeros como Raúl, Edwin, Carlos, Zulma, Jorge, Roberto, Alexis, Marta, Lucy, Yesenia, Julián, y muchos más.

En Montenegro abanderó la lucha contra el referendo uribista. Fue decisivo su papel de dirección en la derrota de la pretendida área metropolitana de ese municipio, hasta el punto que sus enemigos tuvieron que reconocerlo. Fue también destacada su participación en las moviliza¬ciones contra la fima del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y contra la reelección uribista.

Durante el último año Osvaldo no sólo abanderó las luchas del pueblo, también tuvo que librar su combate contra la enfermedad que en últimas le ganó la pelea, el cáncer pulmonar. Lo atormentaba «que acabara su vida sin haber hecho lo suficiente por la causa revolucionaria».

Es doloroso entregarle a la tierra los restos mortales de tan entrañable amigo y camarada, de un luchador revolucionario ejemplar como fue Osvaldo Amarís.

El mejor homenaje que podemos rendirle es convertir ese dolor en fuerza y continuar construyendo sin descanso el camino que recorría y que no pudo culminar, hasta que logremos conquistar una Colombia libre, soberana, democrática y popular como él la quería. Es el reto para quienes sus compañeros y para quienes dueron sus discípulos.

La muerte, como dijera Mao Tse Tung, tiene dos significados: puede tener el peso de una montaña o pesar menos que una pluma. Si se muere después de haber dedicado todos los esfuerzos a la defensa de los intereses del imperialismo y de los explotadores y opresores, pesa menos que una pluma. Pero si se muere después de haberse entregado a la lucha por el pueblo y por la patria, como lo fue en el caso de Osvaldo, tiene más peso que las tres cordilleras de los Andes colombianos.