AVANCES DE LA RESISTENCIA EN AMÉRICA LATINA

Por Francisco Valderrama Mutis

El año 2005 ha sido nefasto para Bush, tanto en lo interno como en su política exterior. América Latina ha contribuido a que sus ingentes problemas se agudicen y se prolonguen en 2006. Desde el fracaso de reintroducir la discusión sobre el ALCA en la cumbre de Mar del Plata, a comienzos de noviembre de 2005, ha venido desencadenándose en la región una serie de hechos que marcan el fortalecimiento indiscutible de una tendencia de resistencia civil a la política de libre mercado.

En cada uno de nuestros países se mueven organizaciones que, con diversos grados de desarrollo, acumulación de fuerzas, posibilidades de movilización y comprensión del problema, se ponen al frente del malestar generalizado del pueblo ante la aplicación salvaje del neoliberalismo, con sus secuelas de miseria, pobreza, humillación, degradación de los derechos laborales, toma de las principales empresas por las multinacionales extranjeras, privatización de los sistemas de salud, educación y servicios públicos domiciliarios y quiebra de las economías nacionales. La aplicación por doquier de esta política ha logrado que los trabajadores y pueblos orienten el filo de su lucha a cambiar a los dirigentes y sustituir los programas de gobierno que han destruido la riqueza de sus naciones.

El triunfo apabullante de Evo Morales en las elecciones de Bolivia marca, al decir de The New York Times, el avance más izquierdista de la lucha de los pueblos latinoamericanos. Su programa que incluye abiertamente la lucha contra el recetario neoliberal, la nacionalización de los recursos petroleros y gasíferos, y la citación de una constituyente para el próximo mes de julio, chocan abiertamente con la política de recolonización en boga. Las primeras medidas de su gobierno, enfrentándose a la multinacional Repsol, que había declarado como suyas las reservas energéticas que le pertenecen al pueblo boliviano; el llamado a las organizaciones populares a movilizarse y estar alertas para obligar al Congreso a adoptar las medidas de su programa de gobierno, y el reclamo constante de su independencia sintetizado en la frase «necesitamos socios, no patrones», muestran el talante con el que empezó a gobernar. Se enfrenta, sin embargo, a una situación tremendamente compleja en un país empobrecido hasta la médula, con unos sectores separatistas que trabajan soterradamente al lado de las multinacionales en Santa Cruz, Tarija y Beni, regiones en las cuales se concentra su riqueza energética, contradicciones con Chile por la pérdida de su costa sobre el Pacífico y la amenaza siempre presente de los Estados Unidos de bloquear los recursos financieros. Sus primeros actos de gobierno tienden a ampliar y desarrollar las fuerzas que lo apoyan, neutralizar a los separatistas y a los productores nacionales, para poder enfrentar los grandes retos que le impone el cumplimiento de sus promesas a los sectores más empobrecidos.

Por otra parte, en Venezuela, Chávez consolidó aún más su poder en las elecciones parlamentarias de 2005. La táctica de la oposición de retirar a sus candidatos, se convirtió en un bumerang contra sus pretensiones y le permitió establecer una mayoría apabullante en la Asamblea Nacional. Las continuas provocaciones del imperialismo norteamericano, acentuadas en sucesivas declaraciones de altos funcionarios de Washington, lo cual marca el grado de desespero con que el gobierno norteamericano ve el manejo político de Chávez en sus relaciones con los demás países de América Latina y la manera como ha obligado a las multinacionales petroleras a renegociar los contratos que las anteriores administraciones neoliberales les habían regalado, recuperando el 51% del control de todos ellos y cobrándoles, además, 4.000 millones de dólares que estas empresas habían dolosamente dejado de pagar en impuestos.

En el resultado electoral de Costa Rica también se reflejó la fuerza de la resistencia a la política de recolonización de Washington. Otón Solís, quien se opone con ahínco a la ratificación del TLC que los países centroamericanos firmaron con Estados Unidos, perdió apenas por unos miles de votos, cuando las encuestas daban como ganador a Arias por un 20% dos semanas antes de los comicios. Resultado indeciso que obligó a un reconteo manual que aún hoy no arroja resultados definitivos y que llevó a la respectiva comisión legislativa a detener el estudio del TLC hasta que el Tribunal Supremo Electoral haga la declaratoria oficial del ganador de las elecciones.

En México, avanza Andrés Manuel López Obrador. En su programa consigna banderas que van directamente contra la entrega que Fox le ha venido haciendo a los intereses de los Estados Unidos. El compromiso de proteger el maíz y el fríjol, mantener el carácter estatal de Pemex e impedir la privatización de la industria eléctrica, así como el rescate integral de la salud y la educación públicas, son banderas que le están ganando el apoyo del pueblo mexicano y que se inscriben dentro de la resistencia a la agresiva recolonización del imperialismo, en la complicada situación creada en su país por la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, TLCAN.

Ollanta Humala ha repuntado en el Perú con las mismas banderas de lucha contra el neoliberalismo y el imperialismo. La campaña de desprestigio desatada por todos los medios de comunicación afectos al régimen de Toledo muestran la preocupación por su avance. Su oposición al TLC, firmado apresuradamente por el actual gobierno, ha atraído a su causa a amplios sectores de la población que van a resultar golpeados directamente por las desmesuradas concesiones otorgadas a Washington.

En Haití, los resultados tampoco favorecen a la potencia imperialista. Sus candidatos perdieron de lejos con Preval, un heredero de las masas que apoyaban a Aristide, el presidente secuestrado y depuesto por el ejército norteamericano. Hoy la situación de este pequeño país no ha mejorado un ápice. Los destacamentos militares de los diversos países de América Latina que allí han sido enviados vigilan barriadas donde la pobreza llega a 80% de la población, después de que sufrieron los ajustes inclementes ordenados por el FMI, la privatización de todas las empresas y la quiebra de su agricultura por la aplicación inclemente de las recetas económicas del libre mercado. Finalmente, la fuerza del pueblo en las calles pudo derrotar la burda trampa montada bajo las narices de la ONU, y Preval tuvo que ser declarado ganador y presidente de su país.

En Colombia, el pueblo ha adelantado grandes movilizaciones contra el TLC y contra la reelección de Uribe, a través de sus centrales obreras, sus organizaciones populares y los partidos políticos. Además se ha logrado dar un primer paso de unificación de las fuerzas de izquierda en el Polo Democrático Alternativo, PDA. La adopción de un programa común, consignado en el Ideario de Unidad que contiene las aspiraciones de la población, con un carácter esencialmente nacional y democrático, y su aglutinamiento en una sola organización, con unas normas de funcionamiento aceptadas por todos, fortalece esa tendencia que campea por todo el subcontinente.

Será la confluencia de todas estas batallas la que permitirá derrotar el ambicioso proyecto de hegemonía global del imperialismo norteamericano, inmerso en la contradicción insoluble de tener que arrasar las economías de los países para darle un aire transitorio a sus propias afugias. Su pretensión solamente logrará acrecentar la resistencia de los pueblos, como está sucediendo ya en América Latina.