Álfonso López Caballero: «AGRADEZCO EL RESPALDO DEL MOIR»

Doctor Francisco Mosquera, secretario general del MOIR, señores miembros del Comité Central del MOIR, señores miembros de Insurgencia Liberal:

Recibo el respaldo de ustedes con agradecimiento y con simpatía. Con agradecimiento porque es un respaldo amplio y generoso, sin contraprestaciones electorales, basado en unos puntos generales con los cuales creo que cualquier colombiano se siente de acuerdo: el apoyo a la producción nacional, la protección de los derechos de los trabajadores, una política internacional independiente y el rechazo a la violencia como instrumento de acción política. Y lo recibo con simpatía porque su movimiento que congrega obreros, campesinos, intelectuales y a una parte de la juventud universitaria, independiente de su ideología, tiene una característica común en su dirigencia: su preparación y su inteligencia. Todo lo que atrae a la juventud y a la inteligencia nos llama la atención.

Son ustedes un movimiento marxista, y nosotros no lo somos. Hemos estudiado a Marx con interés y detenimiento y encontramos que hay mucho de interesante en su historia y en sus escritos y en sus seguidores. Que para analizar la realidad social es indispensable tener un conocimiento amplio de los aportes de Marx. Pero nosotros no somos marxistas. Schumpeter, el gran profesor austríaco, no marxista pero fascinado siempre con Marx, comienza el capítulo dedicado a él, en su libro Capitalismo, socialismo y democracia, diciendo «Marx era ante todo un hombre muy erudito». Tal vez esta apreciación también identifica nuestra aproximación al gran pensador alemán.

Los que nos interesamos por la economía y la historia, como yo, quedamos sorprendidos de ver cómo algunas predicciones escritas hacen más cien años, cuando apenas empezaba a generalizarse la revolución industrial, se cumplieron casi al pie de la letra. Otras no se cumplieron.

No obstante, es especialmente significativo cómo algunos conceptos económicos fundamentales de la revolución keynesiana aparecen sugeridos en El capital, claro está con otro lenguaje y apoyados en una estructura teórica distinta. La conexión entre la teoría del ejército de reserva industrial y la de la curva de Phillips, como conceptos que explican la relación entre la inflación y el desempleo, aunque desarrollados con propósitos diferentes no deja de ser significativa. Las condiciones para el crecimiento con pleno empleo en el modelo de Roy Harrod tienen su paralelo en las condiciones implícitas en el modelo de reproducción ampliada del volumen II de El capital. La teoría del ciclo y de las crisis periódicas del subconsumo no deja de tener muchos rasgos comunes con los modelos desarrollados cien años más tarde por economistas keynesianos como Joan Hicks. La misma teoría de Keynes sobre el paro con insuficiencia en la demanda agregada anticipa la teoría marxista del subconsumo.
En efecto, un economista polaco de formación marxista, Michal Kallecki, inspirado en los esquemas de Rosa Luxemburgo, escribió varios meses antes de que apareciera la Teoría General de Keynes, un libro sobre los ciclos económicos que anticipaba las conclusiones de Keynes. Las teorías de Marx sobre la concentración y la centralización del capital se cumplieron casi al pie de la letra. No se cumplieron en cambio sus predicciones más importantes. La teoría del derrumbe del capitalismo como consecuencia de la baja tendencial en la base de rendimiento, nunca fue validada por los hechos.

Tampoco la teoría del derrumbe del capitalismo como resultado de crisis de subconsumo cada vez más amplias, hasta llegar a la crisis final.

Ni se derrumbó el capitalismo, ni se implantó la dictadura del proletariado en los países occidentales industrializados como lo pronosticaba Marx.

Sus seguidores encontraron una salida elegante a esta falla aparente en la predicción central del marxismo, la del colapso del capitalismo. Rosa Luxemburgo, extendiendo la teoría del subconsumo al ámbito internacional, y Lenin haciendo otro tanto con la teoría de la baja tendencia) de la tasa de rendimiento, desarrollaron la teoría del imperialismo. Según ésta, los países capitalistas necesitan dominar y explotar a los países subdesarrollados para encontrar nuevos mercados y conjurar la crisis del subconsumo, y para evitar que crezca mucho la composición orgánica del capital y baje la tasa de rendimiento, invirtiendo en otras áreas donde hay poco capital constante. La teoría del imperialismo explica por qué no se cumplieron las predicciones de Marx sobre el colapso del capitalismo en los países industrializados, y al mismo tiempo es en cierta forma el equivalente marxista de la teoría del desarrollo en la economía burguesa. Sus conclusiones y puntos de vista no dejan de ser interesantes y sugestivos y de aportar alguna luz sobre los problemas de los países subdesarrollados. Esta tradición ha originado una voluminosa producción literaria, entre cuyos exponentes podemos citar hoy, entre otros, a Enmamuel Wallerstein, a Samir Amin, a André Gunder Frank

Todo el impresionante edificio teórico de Marx reposa sobre una base muy frágil: la validez de la teoría del valor trabajo en las relaciones de mercado. Puesto que los principales conceptos teóricos de Marx, la composición orgánica del capital, el capital constante, el capital variable, el valor de las mercancías, están anclados en la teoría del valor trabajo. Para que sus teorías tengan validez en el mundo real, es necesario que los precios de las mercancías en el mercado reflejen proporcionalmente el valor de la mano de obra invertido en ellas. Hasta ahora nadie ha podido probar a plena satisfacción de propios y extraños que ello sea así.

Hasta que no se produzca una prueba absolutamente contundente, el socialismo científico, a pesar de su importante estructura teórica, no será ciento por ciento científico y requerirá algo de fe.

Hemos estudiado con vivo interés el aparato analítico del marxismo y lo encontramos serio, elegante y útil en muchos casos. En cambio nos desconcierta la tendencia que hay dentro del marxismo a constituir corrientes que se excluyen mutuamente y se combaten con encono. Nos desconcierta la convicción que tienen los ideólogos marxistas de saber exactamente lo que va a ocurrir en el futuro. Nos desconciertan las actitudes dogmáticas y doctrinarias que tiende a producir entre sus militantes este método de análisis de las cuestiones sociales. Nosotros somos liberales, más que como militantes de un partido, como actitud ante la vida; para nosotros el futuro no está predeterminado, sino lleno de imponderables y nos gusta el debate, la dialéctica, el diálogo, y nos espantan las posiciones dogmáticas, las actitudes rígidas e intransigentes. Creemos que el sistema democrático de gobierno está lleno de imperfecciones y de muchas injusticias que hay que corregir, pero no conocemos otro sistema mejor. Amamos la libertad en todas sus formas. Pensamos que el Estado, como representante de la comunidad, debe intervenir para anteponer los intereses de la colectividad a los intereses de los particulares. Las predicciones de Marx sobre el colapso de la libre empresa y de la democracia no se cumplieron en buena parte porque las premisas sobre las cuales basó su análisis fueron cambiando. El capitalismo silvestre sobre el cual Marx fundamentó sus esquemas se fue modificando; el absoluto laissez faire vino a ser sustituido gradualmente por la intervención del Estado en el manejo de la economía, en beneficio de las masas. El seguro social, el seguro contra el desempleo, la educación pública universal, la representación de los trabajadores en el manejo de las grandes empresas, las leyes antimonopolísticas, las leyes laborales, son modificaciones importantísimas al sistema capitalista que le han atenuado algunos de sus más grandes defectos y le han renovado su vitalidad. Son las reformas que se han instituido con inspiración o con espíritu socialdemócrata en las democracias occidentales. Es el espíritu que nosotros queremos implantar en Colombia.

En esta coyuntura en que nuestros caminos se han cruzado, he encontrado en los dirigentes del MOIR a un grupo de personas que se caracterizan por su dedicación, su preparación, su idealismo, su nacionalismo, su inteligencia, virtudes estas que independientemente de su ideología hacen del suyo un grupo muy rico intelectualmente, capaz de generar mucho entusiasmo y motivación. Sin duda es significativo que algunos de los más destacados dirigentes del galanismo y del doctor Ernesto Samper se hayan formado en sus filas.
Doctor Francisco Mosquera, señores miembros del Comité Central, amigos militantes, del MOIR: al renovarles de manera muy especial mi agradecimiento por su apoyo, me hago la reflexión de que venimos de orígenes distintos y marchamos hacia objetivos distintos, pero hoy nuestros caminos se han cruzado y yo espero, y deseo que este contacto nos enriquezca a los dos.