Francisco Mosquera; Secretario General del MOIR; Bogotá, septiembre 17 de 1993.
Compañeros
Confederación Latinoamericana de Trabajadores Sao Paulo.
Queridos compañeros:
La convocatoria del X Congreso de la CLAT transcurre en un momento clave para la América Latina íntegra y especialmente para el futuro de la clase obrera. Sabemos que el imperialismo yanqui, desde su aparición a finales del siglo pasado, echó raíces sobre los sufrimientos de los pueblos menesterosos del continente, a los cuales los analistas suelen calificar de «patio trasero» del Norte. No obstante hoy asistimos a la más siniestra de las arremetidas a que nos tienen acostumbrados soportar.
Pretendiendo salir de la aguda crisis que los agobia y aprovechándose de los cambios intempestivos de la situación mundial, los mandatarios de Washington han resuelto imponer sus dictámenes de plena neocolonización económica al globo entero, sin excluir ningún procedimiento tortuoso, bélico o criminal. Decidieron arruinar a nuestras naciones en todos los aspectos: industrial, agrícola y hasta culturalmente.
Están comprando a precio de huevo cuanto nos pertenece. Nos obligan a abrir las fronteras mientras ellos se acogen cada vez más al proteccionismo. Dolarizan nuestras monedas. Exigen la privatización de nuestros bienes públicos. Sustituyen las viejas castas políticas antipatrióticas por señoritos mucho más dóciles. En fin, padecemos los mismos males, y por eso la historia nos impulsa a unirnos estrechamente como nunca antes.
A nuestra patria llegan los ecos estimulantes de las luchas de ustedes, al igual que nosotros también hemos combatido. No ignoramos que existen fuerzas traidoras en las filas del proletariado, así aparezcan minoritarias. En Colombia, por ejemplo, hay grupillos sindicales que propagan la conseja de que el señor Gaviria, después de haber consumado las órdenes recibidas, modificó su conducta ante el país y los trabajadores. Pero queremos decirles que tales elementos no prevalecerán impunemente. Sea como fuere, las mayorías obreras y populares se hallan abocadas, sin otra perspectiva, a dejar el pellejo en la batalla.
Los mismos norteamericanos forjaron su «reunión para tomar el té» en procura de su independencia frente a Inglaterra; y los colombianos tuvimos nuestro «florero de Llorente» en las bregas por librarnos de España. Así, en la actualidad, las repúblicas de Latinoamérica encontrarán igualmente formas originales para deshacerse del imperialismo.
Queridos compañeros:
Les deseamos éxitos en sus deliberaciones y conclusiones.