Jorge Enrique Robledo C., Coordinador Unidad Cafetera Nacional
Con la eliminación de las cuotas en el Pacto Internacional del Café, lo que tenía que pasar pasó: las cotizaciones cayeron en picada en los mercados mundiales. Los ingresos de las naciones cafeteras se han reducido en cerca de diez mil millones de dólares, los mismos que han terminado en las arcas del puñado de transnacionales que controla el negocio del grano en el mundo. Con tal fin los consumidores, en especial Estados Unidos, impusieron el llamado «mercado libre», el cual se caracteriza precisamente por su falta de libertad.
Para Colombia las pérdidas superan los mil millones de dólares, a pesar de que las ventas crecieron en cerca de 50%. El precio interno real del café ha bajado a la mitad y la reducción de la cosecha nacional en tres millones de sacos aumenta la pobreza de los productores sobre todo de las capas más bajas de la población de las regiones cafeteras. Tan grave se presenta la situación que muchos cultivadores podrían perder hasta la propiedad de sus parcelas.
Pero el desastre de los productores no se explica exclusivamente por los acontecimientos internacionales. La administración Gaviria no sólo se ha negado a escuchar al gremio sino que con sus funestas y múltiples medidas generales le propina el golpe de gracia. Los funcionarios del Banco Mundial ya propusieron el desmonte del Fondo del Café, el instrumento institucional creado para colaborar con los productores y que explica por qué Colombia es el único país en donde el capital extranjero no controla el ciento por ciento del comercio interno y externo del grano. Se quiere imponer además la privatización del Banco Cafetero y de la Flota Mercante Grancolombiana.
Ante las realidades de esta catástrofe, los cultivadores mantienen su firme resistencia a través de una organización independiente: la Unidad Cafetera Nacional, la cual ha realizado movilizaciones tan importantes y de tanta resonancia como la «Marcha a Bogotá». La agremiación impulsa una política aglutinante en torno a los siguientes planteamientos: que se combatan las maniobras del imperialismo que buscan deprimir aún más los precios internacionales; y que se luche contra las lesivas disposiciones oficiales, la privatización de las instituciones cafeteras y la baja del precio interno. Que se presione la adecuada financiación de las deudas bancarias y se respalde efectivamente la campaña contra la broca, entre otras justas peticiones.