PARO CAFETERO DEL 19 DE JULIO VICTORIA DEL PUEBLO COLOMBIANO

Comisión de Redacción y corresponsales de Tribuna Roja.

El pasado 19 de julio, atendiendo la convocatoria de la Unidad Cafetera Nacional, decenas de millares de caficultores de todo país llevaron a cabo el primer Paro Cívico Nacional Cafetero de la historia de Colombia. Desde el 30 de marzo de 1993, cuando realizaron su marcha a Bogotá, pasando por otra hacia Pereira, el 27 de abril de 1994, y culminando en la multitudinaria concentración de 29 de marzo de este año en Manizales, los cultivadores del grano han venido reclamando insistentemente la condonación de las deudas, un precio interno no inferior a 250 mil pesos la carga, la declaratoria de emergencia sanitaria para combatir la broca y el respeto a las instituciones cafeteras. Hasta que por fin, en más de 160 municipios y corregimientos de Caldas, Quindío, Risaralda, el Tolima, Cauca, Cundinamarca, Cesar, Valle, Huila y Antioquia, se hizo sentir la protesta de aquellos campesinos y empresarios agrícolas que durante décadas han aportado decisivamente a la riqueza del país, y que hoy afrontan una grave crisis, con peligro de quiebra total, ante la pasividad e incluso la hostilidad del gobierno neoliberal samperista.

Magnitud del problema
En Colombia, país conocido entre otras cosas por producir el mejor café suave del planeta, hay más de 300 mil fincas productoras del grano, una parte de las cuales no exceden la dimensión de una hectárea. Antes de que se presentara el angustioso momento que hoy se vive, el ingreso promedio por hogar era de 1.87 salarios mínimos. O sea que ya el hambre rondaba al campesinado cafetero.

La aparición de la plaga de la broca redujo en muchos casos las entradas a menos de la mitad; el precio internacional del producto disminuyó de manera sensible; los costos de producción se elevaron; el gobierno decretó una nivelación quincenal del precio interno de la carga, que perjudicó a los cultivadores; sus ahorros se extinguieron y los niveles de endeudamiento aumentaron hasta el punto de que, hoy por hoy, se halla amenazada incluso la propiedad sobre sus fincas.

Respaldo de opinión
Si este paro no tenía antecedentes en la historia de las luchas populares de nuestro país, tampoco habían existido muestras de respaldo tan amplias y solidarias frente a un movimiento de protesta. En efecto, como lo constatan Fabio Trujillo Agudelo, presidente de Unidad Cafetera, y el coordinador nacional, Jorge Enrique Robledo, en un comunicado publicado en La Patria de Manizales el pasado 22 de julio, «el Segundo Congreso Nacional de Concejales, seis asambleas departamentales, decenas de concejos municipales, alcaldes populares, miembros de comités de cafeteros, obispos, párrocos, parlamentarios, sindicatos y organizaciones gremiales se solidarizaron con los caficultores.

También fueron muchos los transportadores que colaboraron para el éxito de la protesta». Varias secccionales de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, decidieron cerrar los negocios en señal de respaldo al paro y exhibieron la bandera colombiana en las vitrinas de sus establecimientos.

Habría que mencionar también el hecho de que en las diversas concentraciones, marchas y bloqueos, los periodistas de base de los diarios, cadenas radiales y noticieros de televisión, comunicaron su cálido apoyo al movimiento, pese a que algunos editorialistas y directores de medios se habían atenido simplemente a las informaciones de los organismos de seguridad de la Federación Nacional de Cafeteros y del gobierno de Samper, quienes sostenían que eran acciones manipuladas por la infiltración guerrillera entre los cultivadores de café, versión mentirosa, interesada y francamente terrorista que difundieron con gran amplitud y hasta con frenesí y que resultó desmentida de manera palmaria con el desarrollo cívico, democrático y patriótico del paro, cuyos participantes demostraron un acatamiento disciplinado a las orientaciones de Unidad Cafetera Nacional.