(Leonor Fonseca de López es presidenta de la acción comunal del barrio Casandra, en Fontibón, del que es una de las fundadoras. Bogotana, casada y con seis hijos, reside allí desde 1987)
«Yo tenía una caseta de comestibles frente a Los Faroles. Tuve que venderla por atropellos de las autoridades, y con esos centavos di la cuota inicial de un lote. Primero hice un cambuche en latas. Coloqué una venta de gaseosas y ahí fui consiguiendo para el hogar de mis hijos.
Al principio teníamos que traer la luz desde el transformador instalado frente a la empresa de gas. El agua nos la vendía el carro del Acueducto tres veces por semana, a 170 pesos la caneca. Fuimos construyendo poco a poco. Jamás ninguna autoridad nos dijo que no podíamos hacerlo. Hoy nuestro barrio tiene 465 viviendas.
Después nos organizamos y empezamos a adelantar los trámites en las empresas de servicios públicos. A costa de nuestros propios bolsillos hemos tendido las redes por el barrio. Aportamos un transformador de 112 kw y suscribimos un convenio con la Energía para cancelar una tarifa fija de seis mil pesos. Lo del agua sí fue más difícil. Nos tocó hacer una huelga en 1990. Logramos que la empresa pasara el agua por la Avenida Centenario. Cada propietario cancela por este servicio 9.900 pesos al mes.
La casa la hemos levantado con el trabajo y el sacrificio de cada uno en mi familia. Así se ha hecho el barrio entero, por autoconstrucción. Los terrenos fueron adquiridos con todas las de la ley.
Ahora el alcalde Mockus resolvió sacarnos de aquí. Los pobres no valen nada para el gobierno, porque las sumas que nos ofrecen por el lote y las casas son irrisorias. El Distrito nos promete una reubicación en Dindalito, con lote y subsidio del Inurbe, por dos millones de pesos. Pero el valor de lo que nos quitan es mucho mayor: el promedio de las viviendas está en 18, 20 y 22 millones.
Los funcionarios nos han dicho que tarde o temprano nos sacan de aquí, porque los terrenos están destinados a un parque industrial. Nosotros somos conscientes de que la vida para el colombiano debe mejorar en cuanto a su medio ambiente. Pero no en la forma en que lo pretenden hacer las autoridades, desalojando por la fuerza a las comunidades que ya tienen resuelto su problema de vivienda, para meternos a unas conejeras. Uno no es una maleta vieja para que lo quiten de un lado y lo pongan en otro.
Esto no es del gobierno. Esto es de nosotros. Lo que tenemos no nos lo dio nadie, lo hemos conseguido con nuestro sacrificio y nuestro trabajo.
Vamos a dialogar con la alcaldía a ver si llegamos a un acuerdo. Si esto no se logra, nosotros, como Abasubri, ya agotadas las vías de de derecho, daríamos un paso, que consiste en unir a todos los barrios subnormales. Si no se atiende nuestra petición de respetar lo construido y echar atrás el Acuerdo 6 de 1990, daremos un paso adelante y será un conflicto que le traerá un gran dolor de cabeza al gobierno.
Que a la gente se le respete lo que ha hecho y que no sea reubicada. Las fuentes de trabajo se hallan en Fontibón. Nuestros hijos estudian aquí. De manera que un traslado, por ejemplo, a Ciudad Bolívar, causaría un enorme traumatismo social».