“La encrucijada en que el imperialismo yanqui ha colocado a la nación hace aparecer una línea divisoria entre quienes secundan, alcahuetean o consienten su continuado intervencionismo y quienes le oponen resistencia, lo condenan o rechazan. Esa línea debe resaltarse, puesto que define los dos bandos cuyo enfrentamiento antagónico le da una forma particular a la lucha de clases en la hora actual. Asumiendo la posición de los trabajadores, el MOIR pondrá todos sus cuadros y militantes al lado de las clases o sus sectores, organizaciones políticas y sociales, y personas civiles, militares o religiosas que repudien y resistan la injerencia imperialista, y emprenderá con ellos la formidable e histórica brega por la soberanía en todos los órdenes de la vida nacional”.
(“Poner fin al intervencionismo yanqui en Colombia”, Editorial de Tribuna Roja, N° 61, septiembre 2 de 1995)
Poca cosa le importan, salvo para enmascarar sus funestos propósitos, la soberanía y la autodeterminación de las naciones, ni su desarrollo económico y social, y mucho menos la democracia, la moral y el respeto a las leyes o a los llamados derechos humanos. Aún más, no sólo no le importan, sino que de su permanente desprecio y violación depende la supervivencia de su imperialismo, como lo demuestra su historial a lo largo del siglo XX. Ha invadido y asolado naciones, complotado para poner y deponer mandatarios y ha perseguido o se ha aliado con las más diversas organizaciones criminales, todo según sus conveniencias que, por su naturaleza, excluyen consideraciones democráticas o éticas. (Ibíd.)
«Cada una de estas intimaciones tiene por fin hacer que el gobierno se pliegue a las exigencias norteamericanas y, como hemos dicho, no tanto y no sólo para que se cumpla su voluntad en la represión del narcotráfico, sino para asegurarse de que el gobierno samperista observe rigurosamente sus decisiones para la apertura y allane el camino a un intervencionismo político y militar mayor del que hoy existe.
Si bien la brutal coacción de Washington ya de por sí implica un grave peligro, Colombia se encuentra en una situación doblemente comprometida cuando, como lo ha observado atónita la nación, el gobierno se pliega». (“¡Resistencia contra la intervención norteamericana!”, Editorial de Tribuna Roja N° 59, 18 de mayo de 1995)